Inmaculada Martín, delegada para el Sínodo en Palencia: “Dios está en este mundo, no solo en las iglesias"
La diócesis palentina ha trabajado durante esta primera fase sinodal en clave de apertura y encuentro de quienes no están en nuestra Iglesia pero tienen algo que decirnos
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“Una de las claves que hemos querido cuidar en Palencia es abrirnos y escuchar al mayor número posible de personas, y también de realidades diferentes, en edades y experiencias”, explica Inmaculada Matín, responsable del proceso sinodal en la diócesis de Palencia.
A lo largo del curso han ido constituyendo los grupos sinodales “formados por aquellas personas que han querido participar en este proceso sin olvidar la propuesta del Papa Francisco, haciendo camino escuchando al mundo”, no solo a los cristianos, yendo “más allá” de “los nuestros”.
“Sabemos que la realidad es compleja”, explica a ECCLESIA, “pero no por esto podemos dejar de buscar, de ir al encuentro de quienes no se acercan a nuestra Iglesia y escuchar lo que tienen que decirnos”.
Apertura y escucha
En Palencia el proceso sinodal “se ha trabajado también en asociaciones laicas de los pueblos y de nuestra ciudad, centros sociales, universidad popular, escuelas universitarias y mundo de la cultura”, subraya. “Nos hemos acercado a algunos ámbitos de pobreza y exclusión, escuchando a reclusos de la cárcel y ha sido interesante también la aportación de un grupo de personas de otras confesiones”.
Todo ello, destaca “ha supuesto una experiencia real de participación y escucha, de creernos y vivir la comunión y misión”. Un eco recogido, explica, “que nos habla de la dificultad de seguir con las mismas estructuras, y de cómo tenemos que aprender a ser Iglesia de otra manera”.
Por eso, este proceso “es una oportunidad para abrirnos, buscar, escuchar, hacer camino con otros y construir experiencias de Iglesia que dan sentido a la vida, yendo al origen”. Una experiencia que ha hecho aflorar el “sentido de pertenencia, y pese a que nos falta camino por recorrer, ya hay espacios de corresponsabilidad, de hacer camino compartido”.
La diversidad no es una amenaza
Martín anima a “no vivir la diversidad como una amenaza, cuando sabemos que compartir carismas y formas de vivir la fe son una riqueza. Nos cuesta aceptar que hay diferentes puntos de vista y formas o experiencias de vivir la fe. Hay también diferentes ritmos de trabajo y de acción”, subraya.
La responsable del Sínodo en Palencia también revela algunos aspectos que han aflorado en este proceso, como la falta de liderazgo en gran parte del laicado. “Un liderazgo orientado al servicio, que cree en las personas, que contagia ilusión, creativo, que construye con otros” que no se vea empañado ante “la dificultad del clericalismo e el inmovilismo por parte de los sacerdotes”.
Falta creatividad
A veces, “nos falta creatividad, y también ganas de trabajar y buscar, crear y construir con otros. No obstante, a pesar de las dificultades, el sínodo nos ha hecho vivir la experiencia de abrirnos al Espíritu, creernos que Dios habla en la historia, y está hablando ya en las personas, en cada pueblo y barrio, en el camino sinodal”.
La oca diocesana "internacional"
El equipo palentino, que creo el juego de la oca para llegar a los niños, ha sido felicitado por Roma y su trabajo se ha traducido a otros idiomas. “Fue un orgullo y una sorpresa muy grata. Pensar que los materiales que hemos elaborado, han podido servir de cauce para que en diferentes partes del mundo se pueda trabajar el proceso sinodal con los más pequeños, es quizás uno de los mejores servicios que podíamos prestar a la Iglesia Universal. Somos una diócesis pequeña y nos ha emocionado ver traducido este material a varios idiomas”.
Construir puentes
Para concluir, la delegada diocesana destaca que el Sínodo (y también el Espíritu) “nos ha lanzado a soñar y trabajar en una Iglesia que teje nuevas relaciones, construye puentes, curas heridas. Una Iglesia convencida de que Dios ya está en este mundo y no solo en los muros de las Iglesias”.
Y esto es un “regalo para seguir construyendo la Iglesia de Jesus de Nazaret, el Cristo, comunidades de vida, apasionadas por el Reino. Esto no acaba… es otro punto de arranque para nuestra diócesis, para seguir alimentando los grupos que se han creado, compartir las experiencias de comunión que se han vivido y seguir haciendo camino, abriéndonos a la lectura creyente de la vida y del futuro de nuestra Iglesia”.