Irene Pozo llama a vivir la Semana Santa con compromiso y esperanza en un pregón que convierte a Madrid en Jerusalén
La directora de contenidos sociorreligiosos de Ábside Media ofrece un emotivo pregón de la Hermandad del Divino Cautivo de Madrid, donde invita a contemplar el rostro de Cristo con ojos de fe, entrega y misericordia

Irene Pozo
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En la noche del Viernes de Dolores, la directora de la información sociorreligiosa de Ábside Media, Irene Pozo, se ha alzado como voz y corazón en el pregón de Semana Santa de la Hermandad del Divino Cautivo de Madrid. Con una profunda mirada maternal y una sensibilidad espiritual que traspasó las palabras, Pozo ha ofrecido una reflexión honda, cargada de fe, esperanza y compromiso.
Irene Pozo ha comenzado el pregón con gratitud a la Hermandad y al público asistente, entre ellos Vicente Martín, obispo auxiliar de Madrid. "Pronunciar este pregón es un honor que me invita a mirar la Pasión de Cristo no solo con ojos de mujer, sino de madre".
El silencio que conmueve
La periodista ha centrado buena parte de su intervención en la figura del Divino Cautivo, describiéndolo como un Cristo sereno, inmóvil pero vivísimo, que no impone, pero conmueve. “No alza la voz, no levanta el brazo, no se impone… y sin embargo, conmueve”, ha afirmado. En medio de una ciudad que corre sin rumbo, la figura del Cautivo emerge como un faro de esperanza, como una llamada al silencio interior y a la contemplación de lo esencial.
En un mensaje que ha resonado como un eco necesario en tiempos de ruido y prisa, Pozo ha invitado a detenerse ante la imagen del Cautivo: “Este cautiverio no es una derrota; es una victoria del amor que se entrega sin medida”.
Una Hermandad con historia y compromiso
La pregonera ha hecho un repaso a la historia de la Hermandad, fundada en tiempos de dificultad y aún viva más de ochenta años después. Una historia de fidelidad en la adversidad, de caridad activa y de unidad en la diversidad. “La fe no es una moda, sino una raíz profunda que da sentido incluso cuando todo lo demás se tambalea”, ha subrayado.
Además, ha elogiado el compromiso de la Hermandad con los más necesitados, especialmente los privados de libertad. Recordó que el indulto no es solo un acto jurídico, sino una llamada a la misericordia y a la reintegración, y destacó que la Hermandad “no sueña con tender la mano a quienes conocen la oscuridad de las prisiones; lo hace”.
Benlliure y el Cristo que habla en silencio
La talla del Divino Cautivo, obra del insigne escultor Mariano Benlliure, también ha sido protagonista del pregón. Irene Pozo ha resaltado cómo esa escultura trasciende el arte para convertirse en un espejo de la pasión de un pueblo. “Miremos el rostro del Divino Cautivo: no hay rastro de odio, solo una serenidad que desarma”.
Para Pozo, la escultura es testimonio de que en medio del cautiverio del alma puede florecer la redención. Y ha añadido una mirada contemporánea: “Hoy, en un mundo también cautivo por tantas cadenas, la figura del Divino nos desafía. Nos invita a ser cautivos del amor”.
Fe con obras: una Hermandad que actúa
A lo largo del pregón, la periodista ha insistido en que ser cofrade no es una cuestión estética ni ritual. “No basta con cargar un paso o cantar una saeta. Hay que cargar con el hermano”, advirtió. Ser Hermandad del Divino Cautivo es, en sus palabras, “estar presente en lo invisible, en lo esencial”.
Con una llamada constante a la acción, Irene Pozo ha instado a vivir la fe como entrega: “Allí donde hay soledad, responde con compañía. Allí donde falta el pan, llega con lo justo. Allí donde hay cautiverios de alma o cuerpo, se presenta con manos abiertas”.
Madrid como Jerusalén
En un pasaje especialmente poético y conmovedor, Irene Pozo ha dibujado una imagen de Madrid transformada por el paso del Cautivo: “Las mismas calles que pisan las prisas y los cansancios… se convierten en Jerusalén cuando Él pasa”.
“El pueblo responde con fe, con respeto, con una hondura que solo se activa cuando pasa el Cautivo”, ha expresado con énfasis, provocando la emoción de los asistentes.
Irene Pozo ha cerrado su pregón con una mirada mariana y esperanzada: “Mirad la cruz no como un final, sino como un comienzo”. En su invitación a vivir la Semana Santa con profundidad, ha recordado que el sufrimiento no es el final del camino, y que “la esperanza no es ingenua: es pascual”.
Terminó con un deseo claro y firme: “Que cuando las andas del Divino Cautivo recorran las calles de Madrid, cada paso sea una oración, cada mirada una conversión, y cada lágrima un signo de renovación”.