José Aumente, Misionero de la Misericordia, tras su encuentro con el Papa: “No guarden el perdón en el bolso"
Más de 400 sacerdotes de distintas partes del mundo se han dado cita del 23 al 26 de abril en Roma para participar en el III Encuentro Mundial de los Misioneros de la Misericordia
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“Tuve la suerte de ser uno de los que habló con el Santo Padre, y pude decirle algo que llevo muy dentro del corazón”. Con estas emotivas palabras, el padre José Aumente, elegido por el Papa para su servicio como misionero de la misericordia, ha compartido con Ecclesia su encuentro con Francisco.
Bajo el lema “Misionero de la Misericordia: signo de acogida”, más de 400 sacerdotes de distintas partes del mundo se han dado cita del 23 al 26 de abril en Roma para participar en el III Encuentro Mundial de los Misioneros de la Misericordia. Un encuentro que estaba previsto para 2020 y que tuvo que aplazarse por la pandemia. “«Dios lo perdona todo y Dios siempre perdona» nos dijo en el Papa en repetidas ocasiones”, narra el sacerdote español. Además, nos insistió en que “Él es paciente y misericordioso. Viene a abrir los cenáculos de nuestros miedos y de nuestra incredulidad, porque siempre quiere darnos otra oportunidad”.
Por eso, “nos puso de ejemplo la entrega y la generosidad de Noemí (que perdonó a su suegra), sobre todo para que tengamos como misión de misericordia, entrañas de compasión, entrañas de no tener reparo en dar nuestro perdón a aquellos que lo solicitan”.
Perdonen siempre
Como Misioneros de la Misericordia, subrayó, "perdonen siempre" con generosidad, no guarden "el perdón en el bolsillo" y procuren que quienes se encuentren con ustedes "cambien sus sentimientos" hacia Dios. Además, el Santo Padre fue claro con nosotros cuando nos pidió que tuviéramos "siempre a mano el manto de la misericordia" como los hijos para Noé, "para envolver con su calor a todos los que se acerquen a ustedes para ser perdonados".
El sacerdote palentino, que es director de los departamentos de Ferias y Circos y Pastoral del Tráfico en la Conferencia Episcopal, explica que otra de las cosas que les pidió el Papa es que “sepamos ofrecer consuelo a los que están tristes y solos" como Isaías y sean "generosos como Rut, porque sólo así el Señor los reconocerá como sus fieles ministros".
“Tenéis que perdonar, es decir, meter la mano al corazón y sacar el perdón para esa persona que se lo solicita”. Son estas las palabras “que más se nos han quedado guardadas en el corazón, porque además nos insistió en que el perdón está por encima de algunos canon, y aunque esta frase si se saca de contexto puede no entenderse, lo que el Papa vino a decirnos es que nos aseguremos de que nadie que se acerque a nosotros se vaya sin experimentar esa misericordia”.
El Papa “nos quiere con locura”
El encuentro con el Santo Padre “fue cariñoso y cercano. Se le nota que nos quiere con locura, que tiene esperanzas muy fundadas en que nosotros seamos sus manos alargadas, capaces de perdonar y de amar, porque no dejan de ser el perdón y el amor de Cristo que quiere que se distribuyan por doquier”. Con este sentimiento, el padre Aumente vuelve de Roma con la ilusión “de seguir esta tarea que el Santo Padre nos ha encomendado, de ser corazón abierto y misericordioso para con todos, sin mirar si los pecados son grandes o pequeños. Si yo puedo perdonar, debo perdonarlo”.
¿Qué significa ser “Misionero de la Misericordia”?
Fue en 2016 cuando el Papa Francisco nombró a un grupo de sacerdotes de todo el mundo para “ser en primera persona testimonio de la cercanía de Dios y de su modo de amar”.
El Papa les dijo que “ser misionero de la Misericordia es una responsabilidad que se os confía porque requiere de vosotros que seáis en primera persona testigos de la cercanía de Dios y de su forma de amar. No a nuestra modo, siempre limitado y, a veces contradictorio, sino a su manera de amar y a su manera de perdonar que es, precisamente, la misericordia”.
Al terminar el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco quiso prolongar este ministerio jubilar, para que distribuyan “por el mundo el perdón, la paz y la acogida de un Dios que siempre nos espera, constituidos en signos para toda la Iglesia, tanto para los sacerdotes como ministros del sacramento, como para los fieles que viven este encuentro de amor y paz”.
Los Misioneros de la Misericordia han recibido la autoridad para perdonar "incluso aquéllos pecados reservados únicamente para la Sante Sede": Como la violación o profanación de la eucaristía (el pan y vino consagrados), la absolución a un cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento, la ordenación no autorizada de un obispo, la violación del secreto de la confesión cometida por un confesor, la violencia física contra el Sumo Pontífice o el aborto.