Las 10 portadas de la Revista ECCLESIA

Son ya 81 años informando sobre los aconteimientos más relevantes de la Iglesia católica

10 portadas ecclesia

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

14 min lectura

No son muchas las publicaciones no diarias, y menos en estos tiempos de dictadura de la imagen que corren, que pueden presumir de haber llegado a los 4.000 números. No es este el caso de la Revista ECCLESIA, cuyo ejemplar 4.104 está a punto de ver la luz. Nuestra revista se ha mantenido fiel a la cita periódica con sus lectores desde su fundación en 1941.

Son ya, pues, 81 años informando de los acontecimientos más relevantes de la Iglesia católica; 81 años amplificando el magisterio de los Papas y haciéndonos eco de los avatares de la acción evangelizadora de la Iglesia en España y en todos los rincones del mundo. Primero, en los inicios, como «Órgano de la Acción Central de la Acción Católica Española»; y luego, a partir de junio de 1982, bajo la titularidad y amparo de la Conferencia Episcopal. Inicialmente, con una periodicidad quincenal, para pasar luego a semanal y ahora, desde este comienzo de 2022, mensual. Antaño, solo en papel, hogaño también en el proceloso mundo digital y en las redes sociales.

Memoria viva

ECCLESIA es historia y memoria viva de la Iglesia. Cuando vio la luz, la barca de Pedro era pilotada por Pío XII. Tras él han pasado por los apartamentos pontificios otros seis Papas más: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y, ahora, Francisco, este último instalado, como es sabido, en Casa Santa Marta. De los cónclaves que depararon la elección de todos ellos informaron en su día estas beneméritas páginas. También, de sus viajes internacionales —ocho de ellos a nuestro país: cinco de Juan Pablo II (1982, 1984, 1989, 1993 y 2003) y tres de Benedicto XVI (2006, 2010 y 2011)—, y de acontecimientos históricos mucho menos gratos, como el atentado de la Plaza de San Pedro del 13 de mayo de 1981 o el cisma de Lefebvre (año 1988, nº. 2.379).

Muchos acontecimientos

No es tarea fácil resumir en diez portadas 80 años de una publicación de la solera de ECCLESIA. Son muchas décadas, muchos acontecimientos, e incluso varias generaciones de lectores. Cuando apareció el primer número de la revista, el 1 de enero de 1941, España era un país devastado por la guerra civil que observaba cómo el mundo se destrozaba en la mayor y más sangrienta contienda bélica de la historia.

De la Segunda Guerra Mundial emergió un orden nuevo, diseñado por las potencias vencedoras en Yalta y Bretton Woods. En esas primeras páginas pueden encontrarse hoy informaciones que van desde el fin del conflicto armado en Europa (nº 200), hasta la advertencia del Papa sobre los efectos destructores de la energía atómica (nº 214). La carta fundacional de las Naciones Unidas, por ejemplo, fue reproducida, «por su interés», a lo largo de tres números de julio y agosto de 1945. Más de medio siglo después, en el nº 2.978-79, ECCLESIA celebraba el Gran Jubileo con motivo de los 2.000 años del nacimiento de Cristo y la entrada de la Iglesia en el Tercer Milenio.

Son muchos los acontecimientos vividos junto a nuestros lectores en todo este tiempo. Unos, políticos; otros de una naturaleza meramente evangélica. La Iglesia, fiel al mandato evangélico, interpreta los signos de los tiempos para orientar y acompañar a los hombres y mujeres en su peregrinar por este mundo. Y ECCLESIA va de la mano en ese cometido. Con la presente selección, a todas luces subjetiva, queremos ante todo mostrar el mundo turbulento y cambiante del que nuestra publicación ha sido testigo en esta su larga andadura.

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1. El Concilio Vaticano II

Uno de los acontecimientos eclesiales centrales del siglo XX fue el Concilio Vaticano II. La portada 1.069, del 6 de enero de 1962, muestra su convocatoria por el Papa Juan XXIII mediante la firma de la constitución apostólica Humanae salutis. ECCLESIA informó exhaustivamente sobre el evento. Desde el comienzo. Primero, de los trabajos de la comisión preparatoria; luego, en un monográfico (nº. 1.085), de la puesta en marcha de las distintas comisiones; más adelante, del reglamento que regiría en las sesiones (nº 1.105); después, de todos y cada uno de los obispos españoles participantes (nº 1108); y finalmente, de la solemne inauguración del 11 de octubre de 1962 (nº 1.109).

«ECCLESIA, también a Roma», se titulaba el editorial previo a la apertura de los trabajos, que subrayaba el interés que el acontecimiento había despertado en la opinión pública, un interés —se explicitaba— que había tenido su reflejo en un incremento de las suscripciones. El director acudió a Roma para informar de la marcha de los trabajos in situ. «Siempre fue el timbre más alto de estas páginas servir en nuestra lengua todas las palabras del Papa, abrirnos a la palpitación de la Iglesia entera y responder lo mejor posible al título de la revista. Roma nos brinda ahora la mejor oportunidad y a ello nos aprestamos. Podemos asegurar al lector que ECCLESIA estará presente en Roma», decía aquel editorial.

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2. Pablo VI y Atenágoras: levantamiento de excomuniones mutuas

En diciembre de 1963, por los mismos días en que el presidente Kennedy era asesinado y se promulgaban los primeros documentos conciliares (sobre la Sagrada Liturgia y los medios de comunicación), el Papa Pablo VI anunciaba una peregrinación a los Santos Lugares (ECCLESIA nº. 1.169-1.170). La noticia podía de por sí ser calificada de histórica, pues era la primera vez que un Papa visitaba el extranjero. Pero es que además ese viaje iba a ser el del reencuentro del mundo católico y ortodoxo. Atenágoras, patriarca ecuménico de Constantinopla, acudía también a la ciudad tres veces santa y el 5 de enero visitaba al Papa en la sede de la delegación pontificia; al día siguiente fue Pablo VI quien acudió a verlo a él a la sede del patriarcado ortodoxo. Cuando la prensa preguntó a Atenágoras a qué había ido a Jerusalén, este respondió: «A decir buenos días a mi querido hermano el Papa. Hace 500 años que no nos hablábamos».

Posteriormente, el 7 de diciembre de 1965, llegaría el levantamiento de las excomuniones mutuas de 1054. ECCLESIA dedicó un número monográfico a aquel viaje: el 1.174. No era para menos: el obispo de Roma y el primus inter pares de los patriarcas ortodoxos no se veían desde el concilio de Florencia de 1439, cuando la actual Estambul ni siquiera había caído aún en manos otomanas.

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3. El asesinato de Romero

El asesinado del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba la Eucaristía conmocionó al mundo entero. De nuevo, el justo era sacrificado; de nuevo se vertía la sangre de un inocente; de nuevo era acallada la voz de un profeta que no hacía más que acompañar con la palabra y la verdad a su rebaño perseguido en su hambre de pan y de justicia. Así lo constató ECCLESIA en su nº. 1.977, en cuyo comentario editorial subrayó que aquel asesinato había sido cometido en circunstancias tan semejantes a la muerte de Cristo que no parecía sino una «actualización» de aquella. Romero ha sido solo uno más de los miles y miles de mártires que ha deparado el siglo XX, la centuria más sangrienta en la historia de la humanidad. Muchos de esos mártires dieron testimonio de su fe tras las dos contiendas mundiales en regímenes comunistas. Sirva esta imagen de Romero —cuya beatificación y canonización también fueron portadas de nuestra revista (nº 3.780 y nº 3.956, respectivamente)— como sentido homenaje y reconocimiento a todos ellos.

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4. La muerte de la Madre Teresa de Calcuta

Uno de los grandes santos que dio la segunda mitad del siglo XX es, sin duda, la Madre Teresa de Calcuta. ECCLESIA la «canonizó» desde el mismo momento de su muerte, acaecida en aquella ciudad de la India el 5 de septiembre de 1997, a la edad de 87 años. «Santa Teresa de Calcuta» fue el titular que nuestro entonces semanario llevó a la portada del nº. 2.858. «La convicción de que la Madre Teresa de Calcuta es una santa en el pleno sentido de la palabra no suena a exageración y es algo universalmente aceptado. Por eso, estamos convencidos de que la portada del presente número no hace más que adelantarse a una declaración que, tarde o temprano se producirá», argumentaba el comentario editorial. En efecto, no hubo que esperar mucho para poder rezar en los altares a la fundadora de las Misioneras de la Caridad. Juan Pablo II la beatificó el 19 de octubre de 2003 (ECCLESIA nº 3.177. «La buena samaritana») y Francisco la canonizó el 4 de septiembre de 2016 (ECCLESIA nº. 3.849. «Santa Madre Teresa, luz de misericordia»).

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5. La caída del muro de Berlín

El mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial, con Estados Unidos y la Unión Soviética como únicas superpotencias, comenzó a desmoronarse en 1989, el año de la caída del muro de Berlín. La contribución de la Iglesia al ocaso de los regímenes socialistas del este es indiscutible. La «ost-politik» del cardenal Casaroli (que trabajó con cuatro Papas) y el apoyo durante el pontificado de Juan Pablo II al sindicato «Solidaridad» del polaco Lech Walesa (quien posteriormente llegaría a la presidencia) son buen ejemplo de ello. ECCLESIA recogió el histórico acontecimiento —«el desmoronamiento de un símbolo», lo llamó— en la portada de su nº 2.451, bajo el título de «El este abre la puerta».

Los vientos de cambio que comenzaban a soplar arreciaron tras la histórica visita al Vaticano del secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijail Gorvachov, el artífice de la «perestroika». (ECCLESIA nº. 2.454). Por cierto, la caída del muro coincidió con otro acontecimiento no menos impactante en la Iglesia latinoamericana: el asesinato en El Salvador de Ignacio Ellacuría y sus compañeros jesuitas de la Universidad Centroamericana, un crimen que, como tantos otros de aquellos años en el llamado «pulgarcito de América», sigue impune.

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6. Los atentados del 11-S y la guerra al terror

Si la caída del muro de Berlín puso fin a la Guerra Fría, el ataque al World Trade Center y al Pentágono del 11 de septiembre de 2001 tuvo como consecuencia la declaración, por Estados Unidos, de la «guerra al terror». Una expresión que, para empezar, se tradujo en dos nuevas guerras en países musulmanes: Afganistán (cuyo régimen talibán daba cobijo a Osama Bin Laden) e Irak, sobre la falacia en este último caso de que el régimen del sátrapa Sadam Hussein estaba en posesión de armas de destrucción masiva. El atentado del 11-S ocupó la portada del nº 3.067 de ECCLESIA. La vileza de Al Qaeda, con más de 3.000 muertos, fue la mayor masacre habida nunca en suelo americano en tiempos de paz e, irremediablemente, afectó a las relaciones entre el cristianismo y el islam. Una década después, y siempre con el eterno conflicto palestino como telón de fondo, el mundo árabe vivió una sucesión de fracasadas revueltas en demanda de democracia y libertad (las Primaveras Árabes) que en Siria y Yemen derivarían en guerras civiles que aún perduran. El Papa Francisco ha tratado de estrechar lazos con el mundo musulmán. En 2019 firmó con el jeque Ahmed Al Tayyeb, principal referente del islam sunita, un documento emblemático: la Declaración de la Fraternidad.

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7. El drama migratorio

La inmigración es uno de los grandes dramas de este siglo XXI. Y a ella ha dedicado ECCLESIA numerosas portadas, algunas tan impactantes como la del nº 3.795-96 (dedicada al niño sirio Aylan Kurdi, ahogado en septiembre de 2015 frente a las costas de Turquía) o la del nº 3.835, que muestra a un miembro de una ONG con un bebé ahogado en sus brazos tras el naufragio de una patera frente a las costas de Libia, y la siguiente pregunta: «¿Podemos seguir insensibles?».

Migrantes ha habido siempre, pero nunca antes en la historia reciente de la humanidad tantas personas como ahora se habían dejado la vida huyendo de la guerra y de los desastres climáticos, de la pobreza y de la persecución étnica, política o religiosa. Al mismo tiempo, nunca los países habían dedicado tantos recursos a construir muros y vallas que protejan sus fronteras. La atención material y espiritual de estos hermanos, víctimas de las mafias, del tráfico de seres humanos, de la trata y de todo tipo de abusos, está siendo uno de los temas centrales de este pontificado. Francisco no se cansa de llamar a las comunidades cristianas a acogerlos, protegerlos, promoverlos e integrarlos en nuestras sociedades, al tiempo que pide que en vez de muros se construyan puentes de fraternidad. La portada de nuestro número 3.917-18 se hizo eco de estos emblemáticos cuatro verbos, hoja de ruta de la Iglesia para su atención. La del nº 3.940 no puede decir más con menos palabras: «Son personas, no un problema».

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8. Renuncia de Benedicto XVI y primer Papa latinoamericano

El 11 de febrero de 2013 es otro de los momentos que no olvidarán nuestros lectores. Ese día Benedicto XVI anunciaba su renuncia al pontificado, convirtiéndose así en el primer Papa en dejar la sede de Pedro desde San Celestino, en 1294. «Gracias, Santo Padre», tituló ECCLESIA en su portada (nº 3.662), expresándole al mismo tiempo en el comentario editorial su «respeto, reconocimiento, agradecimiento y confianza». «A lo largo de sus ocho años al frente de la nave de Pedro, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI ha sido un magnífico pastor de la Iglesia católica, una referencia segura para las personas de buena voluntad y una personalidad respetada y en creciente prestigio en el conjunto de la sociedad», dijo nuestra publicación.

Y tras Benedicto, Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia y el primero jesuita. Desde el primer momento, el hombre venido «casi del fin del mundo» quiso hablar tanto con palabras —reivindicando una Iglesia pobre y para los pobres— como con «signos y gestos» tan elocuentes como el de pedir él la oración del pueblo de Dios congregado en la Plaza de San Pedro antes de impartirle su bendición. (ECCLESIA nº 3.666-67).

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9. Abusos, lacra de la Iglesia

Uno de los grandes dramas de la Iglesia en nuestros días es el de los abusos. «Un solo caso clama al cielo», dijo nuestra portada nº 3.959, que recordó que, ante este tsunami que nos humilla a todos y nos invita a replantearnos muchas cosas, la Iglesia está con las víctimas. ECCLESIA ha informado a los largo de los últimos años de las distintas medidas acometidas tanto por Benedicto XVI como por Francisco para tratar de poner fin a este pecado que clama al cielo: las nuevas normas sobre los delitos graves reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe (2010); las líneas guía para la elaboración de protocolos de prevención de abusos (2011); la carta de Benedicto XVI a los católicos de Irlanda (19 de marzo de 2010); las cartas apostólicas de Francisco Como una madre amorosa (junio de 2016, nº. 3.835) y Vox estis lux mundi (mayo de 2019, nº. 3987); el Vademecum de la Congregación para la Doctrina de la Fe (julio de 2020); o la histórica cumbre celebrada en el Vaticano en febrero de 2019, con 190 participantes, 114 de ellos presidentes de Conferencias Episcopales. (Nº. 3.975). Los abusos no se pueden tolerar. La Iglesia dice sí a las víctimas, y no a los abusadores. La Iglesia quiere que su casa, que es la de todos, sea un espacio seguro, para menores y para no menores (nº 3.976). Sabe que la hoja de ruta ante esta lacra pasa inevitablemente por el perdón, la valentía y la transparencia (nº. 3.977).

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10. La pandemia y el cambio climático

Y del dolor por los abusos, a la confusión y a la incertidumbre que el virus de la covid-19, ha generado en la humanidad. Vivimos tiempos turbulentos. Del peligro que en los inicios de la revista advertía el Papa por el desarrollo de la energía atómica hemos pasado ahora a esta nueva amenaza, a la que hay que añadir la no menos preocupante del cambio climático. A día de hoy, la pandemia ha matado oficialmente a casi seis millones de personas, aunque los expertos dicen que probablemente sea más realista elevar la cifra hasta los diez millones. El virus, que a España llegó con toda su intensidad en la primera semana de marzo de 2020, nos ha cambiado la vida.

En los días más duros, aquellos en los que nos dejaban cada día cientos de personas, ancianos la mayoría, ECCLESIA quiso transmitir un mensaje de esperanza, e invitó a nuestros lectores a convertirse ellos mismos también en esperanza para los demás. «Los dolores profundos de quienes mueren solos, de quienes no pueden abrazar a sus familiares moribundos, de quienes están aislados en sus habitaciones… son los dolores que Jesús acompaña, abraza y ayuda a sostener. En este desierto cuaresmal Dios es el sanitario que pone al servicio toda su profesionalidad; Dios es el sacerdote que acompaña con esperanza a quienes sufren; Dios es el transportista de alimentos, es el empresario que cambia su quehacer para elaborar mascarillas o fabricar respiradores; Dios es periodista; Dios es quien limpia, es policía, es militar… Dios está presente en la solidaridad, en las alegrías de quienes se recuperan y consiguen ganar la batalla al virus», se podía leer en el editorial del nº. 3.027. Ese mismo número se hacía eco también de otra imagen para la historia: la del Papa Francisco, solo, bajo la lluvia, invocando al Creador en la Plaza de San Pedro por el fin de tanto dolor y sufrimiento. Nuestra portada del nº 4.040 quiso rendir tributo a todas las víctimas de la covid-19 con un elocuente «Gracias» y los nombres de los sacerdotes, consagrados y laicos caídos en nuestras diócesis.

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