La lección que aprendió un joven de Ceuta sin hogar tras ser golpeado por un grupo de jóvenes en la calle: "Un producto químico peligroso"

Mohamed Benazzi tuvo una infancia complicada. Se crio en las calles de Tánger en un clima de violencia y adicciones. En 2015 llegó a Ceuta, donde tampoco encontró un hogar. TRECE conoce su historia

Tánger

José Melero Campos

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Mohamed Benazzi tuvo una infancia muy complicada Se crio en las calles de Tánger en un clima de violencia y adicciones. En 2015 llegó a nuestro país cruzando Ceuta, donde tampoco encontró un hogar.

 

Su suerte empezó a cambiar cuando conoció a Joana, su mejor amiga, que le ayudó a salir adelante. Mohamed transformó su vida, y actualmente trabaja en un proyecto de protección de menores que promueve la archidiócesis de Tánger.

Y es que Mohamed sabe mejor que nadie lo que es dormir en la calle combatiendo el hambre, el frío o los problemas de idioma: “Soy marroquí y hablaba árabe. La gente te veía como alguien invisible, incluso había quienes venían a golpearnos borrachos”, ha relatado en 'Ecclesia al día'.

De vivir en la calle a ayudar a menores sin un techo: así cambió la vida de Mohamed 

La vida familiar de Mohamed empezó a torcerse con tan solo cinco años, cuando sus padres se divorciaron. Su madre se vio obligada a trasladarse a Bélgica para trabajar, de manera que los abuelos se ocuparon de Mohamed.

Tampoco fue fácil su etapa escolar, ya que sus compañeros se burlaban de su apellido, Benazzi, que en árabe significa 'hijo de negro'. Su dislexia tampoco le ayudó a entablar una buena relación con sus profesores: “Tenía problemas para leer y escribir, mis padres no estaban para contarles mis problemas”, recuerda el joven marroquí.

Tras años de lucha, Mohamed regresó a Tánger para colaborar en el proyecto 'El Faro' de la archidiócesis de Tánger para ayudar a menores en situación de calle: “Yo soy de Tetuán y venía como voluntario con las Hermanas de Calcuta a Tánger. Aprendí de mi experiencia en la calle que podemos salir de ahí y ahora tenemos que ayudar a los que están en la calle para que salgan de ahí, porque pasan problemas, son niños, consumen droga...”, ha relatado Mohamed.

El efecto que tienen las drogas en los menores de tánger en situación de calle

La mayor parte de los menores acogidos tienen entre ocho y diez años, aunque los hay hasta 18. El principal problema de estos chicos es el consumo de pegamento y disolvente, “un producto químico peligroso que se evapora antes de esnifar”, y que hace que “no sientan frío, ni hambre ni caso a lo que dice la gente”.

“Algunos chavales tienen 24 años pero tienen cara de niños porque por el efecto de la droga no crecen”, ha detallado Mohamed en 'Ecclesia al día'.

Estos chicos acogidos ven en Mohamed un ejemplo a seguir después de lograr salir de la calle: “Les explicas que la vida en la calle no es buena, es peligroso para los menores por abusos sexuales, maltratos, el frío, el hambre, si enferman no pueden ir al hospital... Ven que la calle no es la solución”, ha resaltado.