Cuando llueve en Semana Santa: Una oración y una historia de santidad para no perder la alegría ni la esperanza

Las precipitaciones están condicionando las procesiones esta Semana Santa en muchas ciudades de España, pero San Manuel González nos recuerda que Jesús sigue presente aunque no salga a la calle 

El paso de Jesús Cautivo, cubierto con plásticos, en la Plaza de la Catedral de Oviedo, bajo un intensa lluvia

EFE

El paso de Jesús Cautivo, cubierto con plásticos, en la Plaza de la Catedral de Oviedo, bajo un intensa lluvia

Redacción Religión

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Las precipitaciones están condicionando las procesiones de esta Semana Santa en muchas ciudades de España. Y, aunque la lluvia en estas fechas santas siempre duele, el obispo español San Manuel González, nos enseña a afrontar estas situaciones como una oportunidad para vivir los días santos desde el interior, con mayor recogimiento y profundidad.

San Manuel encontró un sagrario olvidado y cubierto de polvo en una parroquia andaluza, y fue entonces cuando descubrió una vocación: consolar a Jesús en su soledad. Este obispo andaluz del siglo XX es conocido como “el apóstol de los sagrarios abandonados”. Su vida cambió el día que entró en una iglesia solitaria, donde encontró el Sagrario cubierto de polvo y sin apenas fieles. 

San Manuel González, obispo de Málaga y Palencia

 

San Manuel González, obispo de Málaga y Palencia

Aquel encuentro, sin procesiones ni cantos, le reveló la grandeza de una fe que no depende del ruido exterior. Siguiendo ese espíritu, y ante la previsión de nuevas lluvias, muchos fieles han comenzado a compartir una oración sencilla para estos días grises, que invita a mantener la esperanza y a acompañar espiritualmente a Cristo, aunque no podamos hacerlo en la calle.

Oración para cuando llueve en Semana Santa

Señor Jesús, en estos días santos te acompañamos con fe,
recordamos tu entrega y contemplamos tu cruz. 

Hoy, el cielo está nublado y la lluvia cae, 
pero no queremos que el agua apague nuestra esperanza. 

Si no podemos verte en las calles,
queremos encontrarte en el silencio,
en el templo, en casa, y sobre todo, en lo profundo de nuestro corazón. 

Como San Manuel González, 
queremos consolarte aunque estés “escondido”, 
aunque no haya pasos ni tambores, solo un sagrario… y nuestra fe. 

Haznos entender, Señor, que ninguna nube puede ocultar tu luz, 
que ningún aguacero puede apagar la llama de tu Resurrección.

Amén

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