Mons. José Luis Retana, nombrado por el Papa Francisco este lunes 15 de noviembre nuevo obispo de Salamanca y de Ciudad Rodrigo, ha querido dirigirse a los fieles de Plasencia en un escrito donde apunta que «he intentado, en la medida de mis fuerzas, estar cerca de vosotros y que vosotros me sintierais cercano. He procurado hacerme presente en la mayor parte de las muertes violentas que han acaecido en la diócesis y durante el primer confinamiento en el tiempo de pandemia. También yo, en aquellas terribles circunstancias os sentí cercanos a mí».
Comunicación de Mons. Retana a la diócesis de Plasencia
Queridos diocesanos:
El Santo Padre me ha nombrado Obispo de las diócesis de Ciudad Rodrigo y Salamanca. Después de un largo periodo de consultas, el Papa Francisco ha decidido unir in persona episcopi las dos diócesis, manteniendo ambas su personalidad jurídica y canónica, así como sus respectivas estructuras eclesiásticas.
Cuando uno ofrece al Señor su vida, de alguna forma queda desposeído. Siempre he obedecido a lo que me pedía la Iglesia, primero a través de mi Obispo y posteriormente a través del Papa. Tenía suficientes razones humanas para decir no, pero no he tenido ninguna razón realmente evangélica para negarme a esta desproporcionada llamada que el Señor me propone.
No esperaba que en tan poco tiempo la diócesis de Plasencia se convirtiera en mi casa. Pero a veces el Señor te desinstala. No exento de dolor, he aceptado este nombramiento, en el que empeñaré todas mis energías en una tarea que comprenderéis no es fácil. Una vez más experimento mi desproporción entre mi debilidad y la tarea que la Iglesia me encarga. Por eso necesito vuestra oración más que nunca.
En este momento sólo me sale del alma la palabra GRACIAS. Gracias en primer lugar a mis dos secretarios, que me han cuidado con exquisita caridad; al Consejo Episcopal, que tanto me ha ayudado y tan generosamente hemos trabajado juntos; a los miembros del Consejo Presbiteral y Consejo de Pastoral; a los sacerdotes, mis queridos colaboradores que tan bien me acogieron desde el primer día y a quienes he querido tanto; a los seminaristas, a las religiosas de vida activa y vida contemplativa, a la Curia y a todos los seglares que trabajan en el Obispado, a las hermanas Josefinas Trinitarias, a todas las Delegaciones y Secretariados; a las autoridades civiles a las que prometí el primer día colaborar lealmente en el servicio a nuestras gentes; a la Policía, a los amigos del Proyecto Hombre, Cáritas, Cruz Roja, Hogar de Nazaret, Fundación San José y San Calixto, a los Colegios y Asociaciones de vecinos, a los amigos del Bordón, a los medios de comunicación, que me han ayudado a dar buenas noticias… y a tantos de vosotros con los que ha surgido una amistad grande. He querido estar entre vosotros como un padre y un hermano. Espero haberlo conseguido, al menos en parte.
Cuando tomé posesión de la diócesis hace sólo cuatro años y medio, en aquella fiesta del nacimiento de san Juan Bautista, en mi primera alocución os decía que deseaba que el Señor creciera y yo menguara. Os pedía que me ayudarais a enseñaros con mi propia vida, a ser generoso, a estar disponible y atento para comunicaros la gracia que Dios ha puesto en mis manos. Os decía que deseaba ser cada día más un pastor según el corazón de Cristo; que deseaba que mi modo de gobierno fuera un servicio humilde y que pusiéramos en el centro de nuestros desvelos a los pobres, por los que Cristo mostró tan clara predilección. Y os pedía que tuvierais paciencia conmigo y mis limitaciones.
Hoy os pido también perdón si en alguna ocasión no os he cuidado bien o no he sido capaz de estar a la altura de lo que esperabais de vuestro Obispo.
En este tiempo hemos trabajado generosamente. Como ocurre en la Iglesia, he recogido frutos de un trabajo que yo no había realizado y hemos sembrado proyectos que tendréis que hacer fructificar entre todos. Hemos dado pasos importantes: las Visitas Pastorales de los Arciprestazgos de Don Benito, Hervás y Plasencia, las Unidades parroquiales de Navalmoral y Trujillo, el equipo sacerdotal de Madrigalejo y Orellana, el decreto de puesta en marcha del Diaconado permanente con la ordenación de los dos primeros Diáconos, el Seminario en familia, la puesta en marcha del COF, el Proyecto de las Edades del Hombre… Todo seguirá adelante si lo hacemos unidos, con humildad y trabajo compartido.
He intentado, en la medida de mis fuerzas, estar cerca de vosotros y que vosotros me sintierais cercano. He procurado hacerme presente en la mayor parte de las muertes violentas que han acaecido en la diócesis y durante el primer confinamiento en el tiempo de pandemia. También yo, en aquellas terribles circunstancias os sentí cercanos a mí.
Tengo que marchar y duele. Marcho a una nueva tarea, con la dificultad que supone el dividir el esfuerzo entre dos diócesis y los consiguientes desplazamientos, aunque aquí también he hecho muchos kilómetros. Me llevo en la maleta muchos amigos de esta buena gente extremeña. Y voy en el nombre del Señor, que hace posibles nuestros imposibles; soy consciente de mi debilidad y de Su fortaleza, por eso me fío de Él.
Que Dios os bendiga por la acogida y cordialidad que me habéis dispensado en todo momento.
Con mi afecto y bendición.
+José Luis Retana Gozalo
(Diócesis de Plasencia)