Mucho más que convivencia

En la semana del matrimonio, la revista ECCLESIA profundiza sobre la familia como institución clave en la sociedad actual y la mejor valorada por los españoles

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Sara de la Torre

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Vamos a empezar este reportaje proponiéndoles a nuestros lectores un experimento. Cuando ustedes estén en una cena, con familiares o amigos, expongan este caso. «Una amiga ha decidido tener un hijo sola». La mayoría de las opiniones será de apoyo e incluso habrá afirmaciones de valentía por su parte. En la misma reunión, presenten un nuevo caso: «Unos padres que han decidido que sus hijos no tengan acceso en ningún momento a la televisión». La reacción será de alerta: «Cuidado porque esos niños se convertirán en “raritos”».

No hay más preguntas. En una opinión mayoritaria, preocupa más que haya niños que no accedan a las pantallas que otros que no tengan el referente paterno. Quizá sea ese el hilo del que tirar para profundizar en el declive de la institución de la familia en nuestro país. El ejemplo no es mío, sino del profesor Nacho Calderón, director de INPA y miembro del equipo de Neurological Rehabilitation International Consultants que ha participado en este reportaje.

Célula elemental

Es un hecho que la familia es la institución cultural más importante de las sociedades, que a lo largo de la historia se fue formando o construyendo de manera natural, siendo hoy en día la célula elemental de toda sociedad y que juega un papel imprescindible para el desarrollo integral de las personas. Según su propia definición, la familia es un espacio «para el pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales y, sobre todo, del auténtico respeto y realce de la dignidad humana, en el sentido que si esta funciona de forma adecuada permite con mucha facilidad que cada uno de sus miembros logre dicho pleno desarrollo, y al tener eso tenemos como resultado una mayor facilitación de que una nación pueda desarrollarse en todos los sentidos».

Pero, quizá, el cambio cultural y antropológico que ha vivido ha sido tan profundo que nos ha hecho perder la confianza en el compromiso y en la posibilidad de amar para siempre. No se considera el matrimonio como una vocación. Cabe recordar en este punto las palabras del secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, que criticó la supresión del Libro de Familia en su soporte físico, desde abril de 2020, como un «síntoma y símbolo de la falta de reconocimiento institucional de la familia». Algo que no solo es un cambio burocrático, sino «síntoma y símbolo de la falta de reconocimiento institucional de la familia y de la comprensión de la sociedad como suma de individuos y no como familia de familias».

¿La institución más valorada?

Por un lado, la familia sigue siendo la institución más valorada por los ciudadanos españoles, pero, por otro, podemos apreciar síntomas muy preocupantes en relación con la situación actual de la familia en nuestra sociedad. Los indicadores de población, de natalidad, de matrimonios, de ruptura familiar y de hogares han empeorado sustancialmente en los últimos años. Los datos son elocuentes y concluyentes: España está inmersa en un invierno demográfico sin precedentes y, en la actualidad, es ya una nación vieja. Las personas mayores ya superan a los jóvenes, con unos índices de natalidad críticos (cada vez nacen menos niños y, sin embargo, se producen 115.000 abortos anuales), y con un desplome del número de matrimonios, a la par de una escalada espectacular de la ruptura familiar, 92.739 divorcios en el último año. A la luz de todos estos datos… ¿Está la familia en crisis?

Los números no engañan

Los números no engañan: de los 18,1 millones de hogares a comienzos de siglo, cerca de más de 4,4 millones son parejas de hecho, de una duración media de 28 meses, reacias a los hijos; las familias monoparentales representan más de 1.878.500 hogares. Entre estos, el 83% está formado por una mujer con hijos, es decir, hay 1.538.200 hogares monomarentales, la mayor parte encabezadas por divorciadas y por solteras; más de 160.000 matrimonios entre personas del mismo sexo; los hogares unipersonales, en sostenido auge debido al aumento de jóvenes solteros voluntarios, se acercan a los cuatro millones. Del resto de las alternativas, las relaciones prematrimoniales libres, la nueva pareja, unida y suelta… no hay datos. En definitiva, entre casi el 40% del total de hogares españoles representan nuevos modelos familiares u otras formas de convivencia. «Esas formas de relación son lo que nos permite decir que el matrimonio está en decadencia: conllevan “perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, su bondad, importancia o valor”. Y si el matrimonio (esencia de la familia) pierde las condiciones y propiedades que constituyen su fuerza, su bondad, su importancia y su valor. ¿Para qué casarnos?».

Puedes leer el reportaje completo en el número de febrero de la revista ECCLESIA