Omella en Santiago: "Las peregrinaciones nos tienen que llevar a la belleza, la paz y la fraternidad"

Esta mañana, durante el tercer día del VIII Congreso Mundial de Pastoral de Turismo que se está celebrando estos días en Santiago de Compostela, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha impartido una ponencia bajo el título “El hombre itinerante en una sociedad multicultural y multireligiosa, a la luz del magisterio del Papa Francisco”.

Al principio de su ponencia, Omella recordó lo vivido este verano en la capital gallega durante los días de la PEJ y una anécdota que vivió él mismo escuchando una de las catequesis que se impartían durante las mañanas: “Después de la catequesis del obispo se acercó un joven a dar su testimonio y dijo que él no era cristiano ni bautizado y tras unos años en el mundo de la droga estaba harto y notaba que había una cosa que le gustaba mucho: ir a la montaña y escalar. Allí este joven encontraba una paz inmensa, la creación daba sentido a su vida. Y decidió hacer el Camino de Santiago y cuando llegó a la ciudad, vio la catedral, se sentó en la Plaza del Obradoiro y experimentó la misma sensación de serenidad. La montaña le daba paz y así también la Iglesia”.

Tras contar esta anécdota, Omella subrayó que “las peregrinaciones nos tienen que llevar a eso: la belleza, la paz y la fraternidad […] el hombre siente la necesidad de descubrir esas realidades con las peregrinaciones”.

El arzobispo de Barcelona ha afirmado durante su ponencia que el turismo es una parte fundamental del “desarrollo económico de un país y transforma las maneras de vivir del hombre actual”. “La industria del turismo es la primera del mundo, sus luces y sombras son evidentes como los son del mundo actual”, ha remarcado Omella.

El turismo es un universo de oportunidades, “una actividad que permite vivir a muchas familias en este país, pero también es cierto que esconde muchas sombras”. Omella recordó lo que dijo el Papa Francisco sobre el turismo cuando invitó a promover uno que “no esté inspirado a los cánones del consumismo, sino capaz de favorecer el encuentro entre las personas y el territorio y favorecer el respecto mutuo”. “El Papa – dijo Omella – se refería a un turismo lento, que se contrapone al de las masas porque promueve la calidad y la sostenibilidad. Es importante que la Iglesia no se aleje de los movimientos de la población y se interese por la cultura del ocio”.

Asimismo, el cardenal Omella ha recordado los viajes que organizaba a Tierra Santa con las parroquias: “Siempre incluía una visita a una parroquia concreta y celebrábamos una Misa con ellos, en su idioma y con sus tradiciones. Compartíamos su estilo de vida y hacíamos fraternidad. Eso es abrir horizontes y el turismo puede ser una ocasión para ir hacia el hermano que sufre. Las tradiciones pueden perder su dignidad cuando se convierten en mercancías de entretenimiento para el turista”. Omella ha pedido además “no olvidar la importante aportación de los sacerdotes que en los templos más famosos acogen constantemente a estos peregrinos modernos”.

Juan José Omella ha remarcado, ya al final de su ponencia, que “ser Iglesia en salida, como nos pidió el Papa, es también acoger a los viajeros. La Iglesia del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. La Pastoral del Turismo tiene que abrirse a esta realidad y evitar toda intransigencia o rechazo. El Pueblo de Dios no debería dudar de promover lugares de encuentro y oración en las áreas más turísticas”.

“El Papa nos invitó a disfrutar el tiempo de vacaciones para ser portadores de esperanza, en este sentido tenemos que llamar al “turismo solidario”. Necesitamos más que nunca vivir la esperanza y transmitirla en este “mundo del desastre”, como Jesús anuncia esperanza desde la cruz. Atrevámonos a descubrir la santidad lejos de casa”, dijo el presidente de la CEE.