'Puerta Verde': el proyecto de la Iglesia en la periferia de Córdoba donde la exclusión se convierte en esperanza: “Tenía prejuicios, muchos”

'Solidarios' conoce la realidad del Polígono Guadalquivir, uno de los barrios más pobres de Europa. En este contexto, la parroquia de Santa Luisa de Marillac es un oasis de afecto y oportunidades para niños y jóvenes en riesgo

Polígono Guadalquivir

José Melero Campos

Publicado el

5 min lectura

La ciudad de Córdoba está dividida por un puente. Al cruzarlo, se encuentra uno de los barrios más castigados por la pobreza de toda Europa, Polígono Guadalquivir, pero que late con fuerza gracias a un proyecto que transforma la exclusión en esperanza. Se llama 'Puerta Verde' y es mucho más que una actividad parroquial.

Desde la parroquia de Santa Luisa de Marillac, el Padre Miguel David Pozo lidera una red de voluntarios y vecinos que han creado un espacio seguro para la infancia y la juventud del barrio. “Este barrio y el Sector Sur están en el ranking de los más pobres de Europa. Ocupan el séptimo y octavo lugar. Es una periferia olvidada. Y aquí es donde creemos que debe estar la Iglesia”, afirma con convicción el párroco en el programa 'Solidarios por un bien común' de TRECE.

'Puerta Verde' no es solo una actividad asistencial, sino un espacio donde el juego, la música, la ternura y el arte se convierten en herramientas de sanación emocional. “Es un programa anclado en lo afectivo, que trata la parte emocional del niño. A través de dinámicas y belleza, intentamos curar heridas muy profundas”, explica Pozo.

David, un joven cordobés que llegó por casualidad al proyecto en el verano del covid, se ha convertido en uno de sus pilares del proyecto. “Me enamoró la forma de trabajar, los niños, la familia. Llevo ya cinco años y cada vez más feliz con lo que hacemos”, cuenta.

Para David, 'Puerta Verde' ha sido un descubrimiento personal: “Yo era muy capillita y no conocía este barrio. Me daba miedo. Tenía prejuicios, muchos. Pero la gente de aquí es como en cualquier otro lugar: trabajadora, buena, luchadora”, ha confesado.

 Un espacio donde volver a ser niños  

El objetivo de 'Puerta Verde' es claro: “Crear un espacio seguro, bonito, donde los niños puedan olvidarse del ruido de fuera, de los miedos, de la violencia. Que sean niños, simplemente eso”, ha continuado expresando David en TRECE.

Los testimonios que recoge de su día a día son demoledores. “Un chaval, cuando le levanté la mano para que me chocara, en lugar de eso se cubrió la cabeza. Pensaba que le iba a pegar. Estaba en situación de alerta permanente”, relata.

Además de trabajar con la infancia, el proyecto cuenta con 'La maleta de Luisa', una propuesta orientada a la juventud en situación de exclusión. Chicos que vienen de centros de menores o que han llegado a España en patera, como Ablay, un joven senegalés que ahora estudia, trabaja y es monitor en el programa.

Solidarios

Solidarios

“Vine en patera. El viaje fue muy duro, duró ocho días. Solo quería mejorar mi vida y ayudar a mi familia”, cuenta Ablay, que dejó en Senegal a sus padres y cuatro hermanos. Ahora estudia primero de ESO y sueña con ser bombero o mecánico.

“Es increíble cuando un monitor cuenta que llegó en patera, que no sabía nadar, y ahora da lo que ha recibido. Eso es 'Puerta Verde': transformar la vida para que otros puedan transformar la suya”, señala el párroco de Santa Luisa de Marillac.

 Padres, madres y puentes invisibles  

Pero 'Puerta Verde' no trabaja solo con niños y jóvenes. Las madres y padres también tienen un papel clave, como Carmen Mato, madre de ocho hijos, vecina del barrio y testimonio vivo de la resiliencia.

“Yo veía a muchos niños jugando en verano y me acerqué a preguntar. Desde entonces, mis hijos están en el proyecto. Y no solo es bueno para ellos, también lo es para nosotras, las madres”, cuenta Carmen. Su situación es difícil: sin trabajo, con su madre enferma a su cargo, pero siempre con una sonrisa. “Aquí, por lo menos un ratito, se nos olvidan los problemas”, ha agregado.

En el barrio, las calles están organizadas por “manzanas”, y no todas son iguales. La Manzana 1, una de las más complejas, es hogar de muchos de los niños que participan en 'Puerta Verde'. Desde allí, personas como Yole hacen un puente fundamental entre el proyecto y las familias.

“Yo soy del barrio de toda la vida. Empecé porque mi hijo tenía miedo a salir a la calle. Aquí recuperó la alegría”, ha comentado en TRECE. Además de madre, Yole es monitora, y su papel es esencial: “Intentamos que los niños aprendan que hay otra forma de vivir, que no todo es romper botellas o tirar piedras. Aquí se juega, se ríe, se abraza”.

Pero la realidad sigue siendo dura. “No hay limpieza, no hay parques, no hay nada. Si queremos que se limpie, tenemos que pagar los vecinos”, denuncia. Aun así, la fuerza de la comunidad es grande: “Estamos enseñando a los niños que hay cosas buenas. Y eso es lo que más ayuda”.

Solidarios

 Cruzar el puente  

Uno de los símbolos más potentes del proyecto es precisamente ese: 'cruzar el puente'. “El barrio está separado por un puente de otra Córdoba con recursos. Cruzar el puente es salir de tu comodidad y venir a formar parte de este sueño”, ha precisado el Padre Miguel David Pozo.

Trabajar en una zona con tantas dificultades no es sencillo. “Hay un doble miedo. Uno, al sufrimiento de las personas, que descoloca. Otro, a la respuesta que puedes recibir: a veces agresiva, porque el dolor no siempre se expresa con dulzura”, reflexiona el padre Miguel.

Sin embargo, insiste: “La Iglesia tiene que estar ahí. No solo involucrarse, sino crear espacios que parezcan imposibles. Acariciar a quien está herido es urgente, y sobre todo, humanamente necesario”.

Uno de los proyectos que mejor simboliza esa filosofía es 'Isla Corazón', un videoclip que representa el sueño de crear espacios seguros, sin tener que abandonar el lugar donde se ha crecido. “No hay que irse lejos. Desde aquí, desde estas manzanas, se puede construir algo hermoso”, concluye el sacerdote.