De Roma a obispo de Tarazona: Eusebio Hernández, el Agustino que contribuyó a poner en pie los documentos del Concilio Vaticano II

El obispo emérito de Tarazona ha repasado en TRECE su trayectoria en el Vaticano, su etapa como titular de la diócesis aragonesa o sus años en el seminario: "Me tocó hasta correr delante de los caballos de los grises"

Eusebio Hernández

José Melero Campos

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La trayectoria de Eusebio Hernández es particular. Tras media vida en Roma poniendo en pie los documentos que surgieron del Concilio Vaticano II, en el año 2011 pasaría a ser obispo de una de las diócesis más pequeñas de España, Tarazona, de la que hoy es su emérito.

 

Una vez que el Papa Francisco aceptó su renuncia en 2022, Eusebio Hernández decidió trasladarse a Zaragoza, donde tiene a mano Madrid, Barcelona y su Tarazona. Pero lejos de una vida retirada se mantiene muy activo.

A sus viajes por diversos rincones del mundo o dirigir retiros espirituales, ha escrito recientemente el libro 'La oración nos sintoniza con Dios' con vistas al Jubileo 2025: “El Papa quería que entrásemos toda la Iglesia en una sinfonía de oración poniendo el Padrenuestro en el centro de la oración”, ha explicado en el programa 'Eméritos' de TRECE.

También encuentra tiempo para visitar su pueblo natal, Cárcar (Navarra), donde nació en 1944. Un pueblo agrícola que destaca por el “espárrago, que en esos años fue una fuente de riqueza con tres fábricas, ahora solo hay una”.

Su padre sin embargo era transportista y su madre ama de casa. El mayor de una familia con cuatro hermanos, Eusebio Hernández abandona Cárcar a los doce años para ingresar en el seminario con los Agustinos Recoletos.

La historia del misionero agustino que hizo brotar la vocación sacerdotal de Eusebio Hernández 

El obispo emérito de Tarazona vio nacer su vocación a comienzo de los años cincuenta gracias al agustino Jesús Pardo Ojer, misionero en el Purús, en el Amazonas y nacido en el mismo pueblo navarro que Eusebio Hernández.

Jesús Pardo Ojer

“Era 1955, Jesús Pardo Ojer estaba un día con los niños cerca el río, y él estaría rezando y los niños brasileños jugando al fútbol, y el balón cayó al río. Ellos, inconscientemente, se lanzaron a por el balón y la barca dio la vuelta enseguida y comenzaban a ahogarse los cuatro niños. Entonces este Padre, cuando los vio, se lanzó, trajo al primero, salvó al segundo, al tercero, al cuarto y al llegar con el último, un infarto y murió en la orilla del río Purús. Fue el mártir de la caridad de ese año, y era de mi pueblo”.

Una ordenación sacerdotal en medio de las revueltas estudiantiles de 1968

La ordenación sacerdotal llegó en un día y año icónico: San Fermín de 1968. Las revueltas de París habían llegado a los seminarios españoles, donde incluso los futuros sacerdotes organizaban pequeñas huelgas: “Hicimos una pequeña huelga a un profesor en 1967. Éramos un curso un poco revoltoso y nos dijeron que como pena todos a Filipinas, de misiones, porque entonces se consideraba una penitencia ir a Filipinas”, ha recordado.

Luego llegaría su etapa en Madrid, donde los ecos procedentes de París eran más intensos en las universidades: “Viví intensamente estos años en la residencia y compartí la vida con estudiantes. Eran años de huelgas estudiantiles, me tocó hasta correr delante de los caballos de los grises y meterme debajo de los pupitres, porque cuando entraban no había contemplaciones. Fueron años de grata experiencia en el que pasamos un poco de miedo, los estudios se hacían difíciles porque no era fácil compaginar los estudios con el ambiente que había”.

La intensa labor de Eusebio Hernández en Roma durante los años del posconcilio 

En 1975, el obispo emérito de Tarazona fue trasladado a Roma, donde se incorporó a la Congregación para la Vida Consagrada, en el campo de las conferencias que agrupan los institutos religiosos, que en el caso de España es la CONFER. Fue en el Vaticano, epicentro de la Iglesia Católica, donde Eusebio Hernández contribuyó a crear las conferencias episcopales en diferentes países.

Roma

“Cuando llegué habría unas ochenta conferencias episcopales y cuando me fui había 150. Pensar que cuando llegué estaba el Muro de Berlín y no había posibilidad de crear conferencias en los países del Este, y me tocó ir a Rusia a crear esta conferencia, en Hungría, Rumanía, Polonia... países del Este, o ir a Cuba. Y eso de las conferencias me permitió conocer países de Asia, Sudamérica, la India... Esto nos hacía sensibles a la problemática que iban surgiendo como la Teología de la Liberación, la opción por los pobres... estos problemas los vi en primera mano”, ha explicado Hernández.

Todo ello coincidió con el posconcilio. En este sentido, Eusebio Hernández se ha confesado amante del Concilio Vaticano II: “De Gaulle decía que fue el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad. Nos permitió abrir la ventana, salir para ver qué sucede en el mundo para poder responderles”, ha opinado.

El obispo lo recuerda como años apasionantes pero también de tensiones, “al haber cantidad de salidas” de sacerdotes que se secularizaron: “Me tocó cerrar algún Instituto de Teología Intercongregacional en México donde había una Teología de la Liberación fuerte, los obispos estaban en desacuerdo y tuve que poner orden en el conflicto”, recuerda.

El cariñoso recuerdo de Eusebio Hernández a los feligreses de Tarazona

Tras 35 años en Roma, el Papa Benedicto XVI le nombra obispo de Tarazona en 2011. Al echar la vista atrás, recuerda esta etapa “con un cariño especial”, destacando la sencillez y humildad de sus 60.000 feligreses.

Uno de los recuerdos del obispo fue al final de su ministerio en la diócesis aragonesa, el 2022, cuando estalló la guerra de Ucrania. El Obispado se volcó en la ayuda: “Surgió gente que quería ir a Ucrania a llevarles comestibles, medicinas, ropa... Salieron ocho furgonetas hasta la frontera y se trajeron las furgonetas de vuelta llena de gente”.

Ucrania

Todos ellos fueron acogidos en el seminario de Tarazona: “Estuvieron en las mejores habitaciones, con calefacción, agua caliente, buenas camas... Al principio a alguno le molestó pero les dije que eran los más necesitados. Llegamos a tener hasta cien ucranianos en el seminario. Era la urgencia más necesaria y había que ayudarles”, recalca.

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