El secretario personal del cardenal Carlos Amigo recibe este lunes La Medalla de Sevilla: "Fue un padre"
Tras quedarse huérfano de padres con quince años, el franciscano Pablo Noguera tuvo que luchar mucho para ganarse la vida. Luego conoció a Carlos Amigo, de quien aprendió mucho
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Pablo Noguera, quien fue secretario personal del cardenal Carlos Amigo (fallecido el pasado 27 de abril) recibirá este lunes, 30 de mayo, la Medalla de la Ciudad de Sevilla. La vida del 'Hermano Pablo', perteneciente a la Congregación Franciscana de la Cruz Blanca, siempre ha estado ligada a la de quien fue arzobispo de la diócesis hispalense durante tantos años.
Noguera se quedó huérfano de padres cuando apenas era un chaval de quince años, por lo que la llegada del cardenal a su vida fue trascendental, algo así como la prolongación de un padre, tal y como ha confesado el propio religioso en una entrevista conceda a 'La Linterna de la Iglesia'.
“Don Carlos era como un padre y le ponía al mismo nivel que ellos, porque era un regalo que mis padres me hacían para cuidarme desde el Cielo”, ha recalcado.
Por ello, este premio que recibirá Pablo Noguera este lunes, lo considera un nuevo homenaje que el pueblo de la capital andaluza le rinde a quien fue su arzobispo tanto tiempo: “Cuando el alcalde me lo comunicó me quedé un tanto confundido porque no me lo esperaba, pero enseguida me vino la tranquilidad de aquella frade que decía don Carlos tantas veces: 'nada pedir, nada rehusar y tordo lo que pueda parecer que es el cariño de las personas manifestado hacia uno mismo, teníamos que recibirlo con mucha humildad”, ha argumentado el exsecretario personal de Carlos Amigo.
A lo largo de estas cuatro décadas, fueron cientos las vivencias que ambos compartieron y experimentaron. Una relación de padre e hijo aunque, como ha recordado el 'Hermano Pablo', Carlos Amigo no era una persona dada a dar consejos, ya que su propio estilo de vida constituía una lección constante.
“Su forma de vida y hacer las cosas era un ejemplo que te llamaba a comportarse de esta manera. Entonces yo no diría que iba dando consejos porque consideraba a las persona con mayoría de edad y con capacidad de hacer las cosas bien. Marcaba un estilo su propia vida y yo aprendía que cualquier manifestación de su vida era una lección a la que tenia que sacar unas consecuencias para mi propia vida”.
En cualquier caso, siempre sintió que Carlos Amigo le refrendó algunos de los valores que le transmitía la madre de Noguera: “Ella me decía que había que ser trabajador pero sin ir de listo por la vida. Y luego el cardenal Amigo me lo refrendó y me lo apostilló más, que había que aprender de todo el mundo y ser discretos en el sentido de que nada nos pertenece”.
La vida del franciscano no ha sido sencilla, ya que ante la ausencia temprana de sus progenitores, tuvo que trabajar duro para costearse sus estudios y necesidades. Fue vendedor de enciclopedias para poder pagar sus estudios como educador especial y atender a personas con capacidades diferentes: “Siempre tuve presente la lección de mis padres de que había que trabajar, labrarse un futuro, que teníamos que ser nosotros los que teníamos que esforzarnos”.
Fue cuando este franciscano ingresó en la Congregación Franciscana de la Cruz Blanca, especializada en la atención de enfermos.. Luego, de forma provisional, le llegó la oportunidad de ser secretario personal de Carlos Amigo: “Era algo provisional mientra se encontraba a la persona idónea. Lo acepté en esos momentos por este espíritu de servicio, y lo acepté como la misión que en ese momento me encomendaron. Era muy joven y tenía miedo a enfrentarme a una vida desconocida, y por lo tanto me sentía incapaz de hacer esta labor. Poco a poco fui aceptando que esa misión me venía de Dios y lo acepté con esa inocencia joven. Luego tuve que ir labrándome, trabajando de forma precisa, especializándome en este campo. Fue poco a poco. En ese momento la inconsciencia de la edad no te hace pensar en este mundo”.