'Ultimo Deseo': el programa de la Fundación Miranda que hace realidad las ilusiones de los mayores
La labor de entidad sin ánimo de lucro, ubicado en Barakaldo, se remonta a más de un siglo
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Desde hace más de un siglo, Barakaldo cuenta entre sus paredes (simbólicas) con la Fundación Miranda, una entidad sin animo de lucro dedicada a la atención especializada de personas mayores. Su sentido ha cambiado notablemente desde que Don Antonio Miranda, su fundador, impulsara la creación de un asilo que, a comienzos del siglo XX, atendía a los más frágiles, a quienes por aquel entonces eran llamados 'pobres de solemnidad'.
A día de hoy, los 226 usuarios que son atendidos por la Fundación Miranda son personas de avanzada edad que se han plantado en la última etapa de su vida con enfermedades neuro-degenerativas graves o complicaciones físicas que les provocan gran sufrimiento. Lo que define la acción de los profesionales del centro, liderados por el sacerdote bilbaíno Jokin Perea, es su lucha por que sean los propios residentes quienes contribuyan con los médicos a la toma de decisiones sobre su vida.
Prueba de ello es uno de los programas que, desde hace cuatro años, lleva a cabo la fundación, conocido como el proyecto 'Último Deseo'. Un programa pionero, tal y como explica en COPE.es el psicólogo de la fundación, Iván Llorente: “Consiste en dar respuesta a los anhelos y asuntos pendientes de los residentes antes de que fallezcan. Esos asuntos pendientes les afecta de forma directa a su salud integral”, asegura el psicólogo.
Un proyecto que, a su juicio, nos enseña la infinita capacidad humana por superarse así misma: “Hemos desarrollado proyectos que parecían impensables, como que un señor de noventa años que no podía andar utilizara un exoesqueleto o un viaje a Roma para que varias residentes cumplieran el sueño de conocer al Papa. Ver cumplidos sus últimos deseos refuerzan su autoestima. Les hace sentirse vivos”, reflexiona Llorente.
Una línea en la que ha ido la educadora social y responsable de la promoción de la autonomía de la Fundación Miranda, Leire Acha: “La ciencia avanza, y esto hace que vivamos más años. Pero es cierto que la estructura familiar está cambiando. Antes se tenían muchos hijos, y estaba más interiorizado el cuidado de los mayores”, asegura Acha.
El trabajo y las prisas del día ha provocado, según la educadora, que se destine menos tiempo a la hora de incluir a los mayores en el núcleo familiar, relegándoles en ocasiones a un segundo plano: “Hay familias que no tienen la suerte de tener muchos hijos, sino uno o dos, por lo que la soledad de estos mayores es más acusada. Por eso, la sociedad debe darse cuenta de ese cuidado, porque los mayores tienen los mismos derechos de seguir viviendo las ilusiones, de sentirse querida y apreciada”.