Unas vacaciones reformando parroquias rurales: así trabajan los voluntarios de 'Repara mi iglesia'

Desde hace cinco años un grupo de voluntarios pusieron en marcha el programa 'Repara mi iglesia' para ayudar a las parroquias en municipios con escasos recursos

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Redacción Religión

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Desde hace cinco años un grupo de voluntarios pusieron en marcha el programa 'Repara mi iglesia', para contribuir a reformar los templos de la España rural. Durante la primera quincena de agosto, en torno a veinte voluntarios invierten sus vacaciones en la iglesia.

“Nació por el concepto de San Francisco de 'repara mi iglesia', y lo que hicimos es mirar algunos párrocos con muchas capillas e iglesias a su cargo, que no tienen tiempo, son mayores, no tienen presupuesto, tienen una población envejecida y necesitan ayuda”, ha explicado en 'ECCLESIA al día' Belén Barriga, una de las impulsoras del proyecto.

En los años anteriores 'Repara mi iglesia' hizo parada en Alcoba de la Torre en Soria, en Alameda en Toledo y en Chelva, en Valencia: “Hemos hecho de todo, trabajos de batalla a otros más finos, según la necesidad y las posibilidades de trabajo, porque a veces tenemos gente que saben y otros que no”, ha precisado Pedro Sabe, sacerdote del Buen Suceso en Madrid.

Desde arreglar humedades, poner un canalón, restaurar belenes, hasta restaurar elementos de la liturgia y ornamentos son algunas de las tareas a las que se enfrentan este grupo de unos veinte voluntarios. Una labor que no es sencilla, ya que si el trabajo requiere de especialización, las dificultades crecen. “Tratamos de hacer buenos trabajos, buscar a alguien que nos pueda orientar, tutoriales de Youtube...”, ha comentado Pedro Sabe.

Durante la primera quincena de agosto, los horarios están muy definidos entre los voluntarios de 'Repara mi iglesia'. Las mañanas son para trabajar a destajo, a veces con turnos extras para terminar en dos semanas los trabajos, y la tarde está más orientado a la convivencia, como enfatiza Belén Barriga: “Por la tarde celebramos la Eucaristía, adoraciones, hacemos excursiones... Los vecinos son encantadores y nos acogen muy bien en los pueblos”.

El sacerdote del Buen Suceso ha recalcado además que antes de comenzar los trabajos, pactan un plan con el párroco del municipio para que esa labor se desarrolle durante la primera quincena de agosto: “Vemos nuestras posibilidades y las de la parroquia, y sus capacidades técnicas. Siempre nos comprometemos con ese plan”, asegura.

Muchos de los vecinos ofrecen sus casas a los voluntarios, pero siempre optan por alquilar un apartamento rural: “Lo importante es tener voluntad, ganas de trabajar y ser obedientes”, ha señalado Barriga.

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