En Valladolid, una experiencia piloto para toda la sociedad basada en la ecología y la fraternidad
Una acción ecológica con huertos urbanos que se unió a la enseñanza de la agroecología y todo siguió "como un proceso"
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Ecología y lucha contra la pobreza van unidas, como recuerda el Papa en la Laudato Si’ y en todo su desarrollo posterior. Y es algo que llevan años poniendo en práctica en Valladolid, donde el núcleo apostólico de la Compañía de Jesús protagoniza la historia inspiradora de ECCLESIA, en TRECE. Hasta allí se "trasladan" Irene Pozo y Ana Medina para conocer una experiencia pionera e inspiradora que relata Félix Revilla, su fundador, jesuita, director de la Escuela de Ingeniería Agrícola de la Universidad Pontificia Comillas-INEA- de Valladolid y uno de los fundadores del espacio comunitario Ecología y Acogida Ana Leal.
Comenzaron en 2005 de forma circunstancial. «Teníamos una finca grande en la escuela y pensamos hacer huertos para personas mayores, que alcanzaron 430 huertos que llegan a mover a 1.000 personas. Una acción ecológica con huertos urbanos que se unió a la enseñanza de la agroecología y todo siguió como un proceso», explica Revilla. «A ello se unió la acción social en la Red Íncola y junto a Entreculturas, ONG de la Compañía de Jesús, dio lugar a una cooperativa de Comercio Justo y Productos Ecológicos. Y de ahí, nació el deseo de unirlo también a la espiritualidad, como tercera pata de este proyecto, y surgieron retiros, ejercicios con clave ecológica y finalmente pensamos que por qué no vivir también en ese proyecto, hacer de él un espacio comunitario y de acogida».
Casa sinodal
La finca de INEA es, además, casa de una comunidad muy sinodal, donde conviven jesuitas, laicos, laicas… Y también es un espacio de acogida con personas migrantes. El programa se acerca a conocer el testimonio de uno de ellos, Mandi, que lleva ocho años unido a la casa. Afirma «soy feliz, he encontrado gente maja, y cuando pasa algo ellos me echan una mano. Soy feliz gracias a ellos». Sobrevivió tres años andando por el desierto y ahora ha encontrado en esta finca su sitio y hoy es padre, esposo y, para Félix, «es bueno, trabajador, no puedo decir nada más que cosas buenas de él».
La suya es una comunidad mixta sencilla, ecológica, social, que acoge a familias migrantes. Una aproximación a la Laudato Si’ en la práctica que da esperanza de que es posible cambiar nuestro modo de relacionarnos con el planeta, y realizar a partir de ahí un cambio también en nuestra capacidad fraterna.