Vivir la Navidad en cautiverio: Gloria Cecilia relata cómo celebraba el Nacimiento presa de Al Qaeda

La religiosa colombiana fue secuestrada en Mali en 2017 y liberada casi 5 años después. En COPE, comparte cómo fueron sus 4 navidades privada de libertad

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La Hermana Gloria Cecilia Narváez nació al sur de Colombia. A los 18 años ingresó en la congregación de Franciscanas de María Inmaculada en Pasto. Fue maestra de Primaria y enviada como misionera a Ecuador, México, con indígenas en el Amazonas, a África y luego se instaló en Mali,donde ayudaba a mujeres y niños. Nunca cerraba la puerta, porque siempre podía llegar alguien a quien ayudar.

En un programa especial de "Navidad en Misión", Pepe Melero ha hablado con la religiosa cuya vida dio un vuelco de 180 grados el 7 de febrero de 2017, cuando fue secuestrada por Al Qaeda cerca de la localidad maliense de Koutiala, a unos 400 kilómetros al este de Bamako, la capital del país.

Fue una noche en la que un grupo de hombres armados vinculados a Al Qaeda en el Sahel irrumpieron en el centro de salud donde trabajaba para llevarse consigo a una religiosa. En principio, la escogida era otra compañera, pero Gloria Cecilia se intercambió por ella por ser la de mayor edad.

Fueron casi cinco años de secuestro y durante un tiempo se llegó a temer por su vida. El anuncio de la noticia más esperada, el de su liberación, llegó el sábado 9 de octubre de 2021. La presidencia de Mali confirmó la noticia en un comunicado que enfatizaba su “coraje y valentía” tras cuatro años y ocho meses de secuestro. Unas horas después, la Hermana Gloria Cecilia acudía al aeropuerto de la capital para tomar un avión con destino a Roma, donde fue recibida enseguida por el Papa Francisco.

En ECCLESIA, la religiosa ha relatado cómo vive la Navidad este año y recuerda cómo las pasó durante su cautiverio.

¿Dónde se encuentra en este momento?

Me encuentro en la Costa Pacifica, en el sur de Colombia, estoy en esta cultura que se asemeja mucho a la africana. Es una cultura que tiene raíces africanas, y estoy pasando esta Navidad con la gente pobre, es un medio donde existe mucha violencia, una descomposición de la sociedad, el narcotráfico, grupos extremistas, grupos terroristas y en este medio me he sentido bien. La congregación tiene una obra aquí, un comedor de niños de familias que se han reinsertado y estamos atendiendo esto, atendiendo a las familias más pobres.

Desde que en marzo de 2022 estuvo en los micrófonos de COPE tengo perdida un poco su pista. ¿Cuál es su tarea ahora en la congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada?

Es un servicio de escucha a todas las personas, visitando las familias, haciendo que con nuestro testimonio de vida recorramos las aldeas y barrios de este territorio de esta Costa Pacífica, y fundando esperanza en todas las personas que se encuentran con mucho sufrimiento y con la reflexión de la palabra de Dios. Visitando muchos enfermos, comunicamos esa solidaridad, ese amor a cada uno de nuestros hermanos que sufren. Esta misión nos ha hecho ver el sufrimiento de tantas familias, de tantas personas y hemos trabajado mucho con las mujeres que han sido víctimas de la violencia para tratar que vuelvan a una vida normal dándoles esperanza y fortaleciendo en ellas la oración y haciéndoles un acompañamiento.

¿Echa de menos las misiones, se ha planteado regresar a África?

La misión en África me evangelizó, me humanizó el sufrimiento de tanta gente. Yo creo que todos los misioneros hemos tenido oportunidad de enriquecernos con esta cultura africana, hemos quedado con ese sello. Dios está presente en cada una de estas personas, y estoy disponible si las hermanas en la congregación quieren enviarme a otra misión en África, pero tengo mucha confianza en Dios.

Debe ser diferente una Navidad en casa respecto a estar en misión, ¿verdad?

En Mali celebrábamos la Navidad con un pequeño grupo de católicos, sin oposición de la aldea y de la gente, compartíamos con ellos también, ellos nos visitaban el 25 de diciembre, compartían con nosotros la comida, detalles de felicitación. Pasábamos un día agradable. En Mali la gente tenía mucho amor por la comunidad y la presencia de los católicos.

Usted pasó cuatro navidades en cautiverio... ¿Cómo vivía usted una noche como esta tan especial, de Navidad, privada de libertad?

La Navidad en el desierto en el cautiverio fue un momento difícil para mí, pero lo viví recitando los misterios de gozo, recordaba con gran amor el acontecimiento tan grande, cantaba los villancicos, recitaba muchos de ellos que me llenaban el corazón, recordaba a mi familia, a las hermanas de la congregación. Sentía mucha tristeza estar ahí privada de libertad, y no vivir este momento tan familiar, tan humano y cercano a la gente que sufre, no compartir con los que más lo necesitan. Fueron momentos difíciles pero las celebraba. Recordaba con cariño el nacimiento de Jesús, lo que María tuvo que sufrir al no encontrar la posada para poderlos albergar. Me unía siempre a Jesús, María y José.

¿Llegó usted a entablar conversación con sus secuestradores el día de Navidad?

Ellos sabían que era el día de Navidad, pero por su religión no lo celebraban, pero me preguntaban cómo lo celebraban los cristianos. Les contaba cómo lo celebrábamos, con mucho respeto y con la gente.

Por desgracia hay tantos misioneros, sacerdotes o laicos perseguidos y privados de libertad... ¿Si nos pudiera estar leyendo algún familiar, qué mensaje de esperanza se les podría transmitir, hermana Gloria Cecilia?

A todos los misioneros, sacerdotes, religiosas, laicos perseguidos o privados de la libertad les diría que no pierdan la esperanza, la paciencia, la humildad. Con esa paciencia yo viví, siempre esperaba a Dios, que siempre escucha nuestros clamores y el de los pueblos. Hay que esperar, como nos preparamos en Navidad ante la venida de Jesús. Cada misionero en situación de sacrificio, porque nuestra vida implica una cruz, un sacrificio del mismo hecho de aceptar otra cultura, vivir en medio de una situación a veces de inhumanidad, pero con todo eso no perder nunca la esperanza, la paciencia, la alegría y la oración que es la experiencia de Dios que nos lleva a amarlo, a seguirlo incluso dando nuestra propia vida.

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