La actividad misionera, paradigma y máximo reto de la Iglesia: El Papa en OMP

La actividad misionera, paradigma y máximo reto de la Iglesia: El Papa en OMP

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La actividad misionera, paradigma y máximo reto de la Iglesia

Discurso del Papa Francisco a la Plenaria de las Obras Misionales Pontificias (5-6-2015)

Queridos hermanos y hermanas:

Me reúno con placer con todos vosotros, que trabajáis en las Obras Misionales Pontificias, al servicio de la Iglesia para cumplir el mandato misionero de evangelizar a los pueblos hasta los extremos confines del mundo. Doy las gracias al cardenal Filoni por sus amables palabras.

La humanidad anda muy necesitada del Evangelio, fuente de alegría, de esperanza y de paz. La misión evangelizadora es prioritaria, porque la actividad misionera sigue siendo hoy el máximo reto para la Iglesia. Y "¡cómo quisiera encontrar ?para vosotros también? las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!" (Exhort. ap. Evangelii gaudium, n. 261: ecclesia 3.704-05 [2013/II], pág. 1857).

El anuncio del Evangelio es la primera y constante preocupación de la Iglesia; es su compromiso esencial, su mayor reto y la fuente de su renovación. Añadía el beato Pablo VI: "Y su vocación". Y es que de la misión evangelizadora, de su intensidad y eficacia, se deriva también la renovación auténtica de la Iglesia, de sus estructuras y de su actividad pastoral. Sin la inquietud y el ansia de la evangelización no es posible desarrollar una pastoral creíble y eficaz, que aúne anuncio y promoción humana. "La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia" (Ibíd., n. 15: ecclesia cit., pág. 1819).

A vosotros, miembros de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias, os corresponde, por vocación y por ministerio, un cometido tan arduo como privilegiado: vuestra mirada y vuestro interés se extienden a los amplios y universales horizontes de la humanidad, a sus fronteras geográficas y, sobre todo, humanas. Con estima y afecto acompañáis la vida de las Iglesias jóvenes diseminadas por el mundo, y animáis al Pueblo de Dios para que viva plenamente su misión universal. Conocéis las maravillas que el Espíritu Santo, por medio de esas Iglesias ?a menudos pobres en recursos?, está llevando a cabo en la humanidad, incluso a través de las dificultades y de las persecuciones que las mismas sufren por su fidelidad y testimonio para con la Palabra de Dios y la defensa del hombre. En esas periferias humanas, la Iglesia está llamada a salir por los caminos al encuentro de tantos hermanos y hermanas nuestros que viven sin la fuerza, la luz y el consuelo de Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida (cf. ibíd., n. 49: ecclesia cit., pág. 1824).

La Congregación para la Evangelización y las Obras Misionales Pontificias son, pues, protagonistas de una evangelización renovada, dirigida especialmente a los pobres, a los últimos y a los marginados (cf. ibíd., n. 198: ecclesia cit., pág. 1849).

Las Obras Misionales Pontificias, por el carisma que las caracteriza, permanecen atentas y sensibles a las necesidades de los territorios de misión y, de particular manera, a los grupos humanos más pobres. Son instrumentos de comunión entre las Iglesias, al favorecer y realizar una compartición de personas y de recursos económicos. Están comprometidas en apoyar a seminaristas, a presbíteros y a religiosas de las jóvenes Iglesias de los territorios de misión que estudian en los Colegios Pontificios. Ante una tarea tan hermosa e importante como la que tenemos ante nosotros, la fe y el amor de Cristo tienen la capacidad de impulsarnos por doquier para anunciar el Evangelio del amor, de la fraternidad y de la justicia. Y esto se hace con la oración, con la valentía evangélica y con el testimonio de las Bienaventuranzas.

Peligros que acechan a la misión

Por favor: cuidad de no caer en la tentación de convertiros en una ONG, en una oficina de distribución de ayudas ordinarias y extraordinarias. El dinero sirve de ayuda ?¡lo sabemos!?, pero puede convertirse también en la ruina de la misión. El funcionalismo, cuando es puesto en el centro u ocupa gran espacio, como si fuera lo más importante, os llevará a la ruina, porque la primera forma de morir consiste en dar por descontadas las "fuentes", es decir Quién mueve la misión. Por favor: con tantos planes y programas, no quitéis a Jesucristo de la Obra Misionera, que es obra suya. Una Iglesia que se reduzca a la obsesión por la eficacia propia del aparato de un partido ya está muerta, aun cuando la estructuras y los programas a favor de los clérigos y de los laicos "ocupados en sí mismos" aún hayan de durar siglos.

No es posible una evangelización auténtica sino en la energía santificadora del Espíritu Santo, el único capaz de renovar, de sacudir, de impulsar a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos (cf. ibíd., n. 261: ecclesia cit., pág. 1857).

Que la Virgen María, Estrella de la Evangelización, nos alcance siempre la pasión por el Reino de Dios, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia quede privada de su luz. Os bendigo a todos con afecto. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

Podemos rezar juntos el Ángelus. [Rezo del Ángelus y bendición]

(Original italiano procedente del archivo informático de la Santa Sede; traducción de ECCLESIA)

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