Así ha sido el almuerzo del Papa Francisco con 1.300 personas necesitadas: Lasaña, pastel de carne y mucha dignidad

La VIII Jornada Mundial de los Pobres se ha cerrado esta tarde con la comida del Santo Padre en el Aula Pablo VI, un gesto que como señaló el cardenal Konrad Krajewski, pretende “devolver la dignidad a las personas”

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Redacción Religión

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Tras presidir la misa para celebrar la octava Jornada Mundial de los Pobres, y el rezo del ángelus, en el que el Papa Francisco volvió a insistir con que “no olvidemos que los pobres no pueden esperar”, llegó uno de los momentos más esperados de este domingo 17 de noviembre: su encuentro para almorzar con 1.300 personas necesitadas, en un acto organizado por el Dicasterio para el Servicio de la Caridad y ofrecido este año por la Cruz Roja Italiana, que desplegó a más de 300 voluntarios. 

Un encuentro para el que el Aula Pablo VI se convierte en un gran comedor con mesas engalanadas con flores, manteles blancos impolutos y servilletas de tela. De esta forma la dignidad perdida se recupera por pequeños grandes gestos.

El cardenal Konrad Krajewski, limosnero del Papa y prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, ha explicado a los medios vaticanos que la razón por la que el Pontífice insiste cada año en repetir este sentido gesto, la Jornada Mundial de los Pobres, con la intención de seguir a Jesús, "devolver la dignidad a las personas", y simplemente pensar del mismo modo que indica el Evangelio, porque eso es lo que Cristo habría hecho y, por tanto, eso es lo que haremos también nosotros

banquete


El almuerzo, amenizado por la Fanfarria Nacional de la Cruz Roja, incluía un menú a base de lasaña con verduras, pastel de carne de res relleno de espinacas y queso, puré de papa, fruta y postre.

Al terminar el almuerzo, las más de 1.300 personas que compartieron mesa y mantel en donde hace unas semanas se sentaban los padres y madres sinodales que participaban en la segunda fase del Sínodo sobre la Sinodalidad, recibieron a modo de obsequio una mochila ofrecida por los padres de la Congregación de los Sacerdotes Misioneros con algunos alimentos y también productos de primera necesidad para la vida cotidiana.

Un almuerzo donde el Pontífice charló con varios de ellos, respondió preguntas, y donde tampoco faltaron las risas, las bromas, y sobre todo, la dignidad. Además, repartió caramelos a los más pequeños, que se acercaban a darle un abrazo, y ha posado para diferentes selfies que le pedían quienes hoy eran sus invitados de honor, lo que suponía el fin de una semana de intenso esfuerzo por parte del Dicasterio para la Evangelización.

“Devolver la dignidad también pasa por escuchar”

Krajewski recordó que los actos de hoy vienen precedidos de numerosas iniciativas de atención a los pobres, como el ambulatorio situado bajo la columnata Bernini, abierto todos los días y que acoge de forma diaria a unas 150 personas sin hogar. Todos los necesitados, incluso los sin papeles o que no saben italiano, pueden contar con una atención médica completa. Pero ante todo está escuchar al prójimo, su historia y sus necesidades, porque “devolver la dignidad también pasa por escuchar”. Estas personas son visitadas por médicos y reciben gratuitamente medicamentos del Santo Padre en la farmacia vaticana. 

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