La lección de la escritura, título homilético para III Domingo de tiempo ordinario, C, (27-1-2019)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La lección de la escritura, título homilético para III Domingo de tiempo ordinario, C, (27-1-2019)
"Andad, comed buenas tajadas y bebed vino dulce". Esas palabras no son el pregón de una fiesta egoísta, sino abierta a los demás y a Dios. A continuación, el pregonero invita a su pueblo a compartir su comida con los más pobres.: "Enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios".
Ese es el mensaje que se pone en boca de Nehemías, el gobernador, de Esdras, el sacerdote y letrado y de los levitas que sirven al Señor. El pueblo de Israel ha regresado ya del exilio padecido en Babilonia y celebra con júbilo la fiesta de los Tabernáculos. Con esa ceremonia se puede decir que nace el Judaísmo (Neh 8,2-10).
Proclamado en la liturgia cristiana de hoy, este relato subraya la importancia de proclamar y escuchar en la asamblea la palabra de Dios. En ella encuentra la comunidad la luz del Señor y la fuerza para recorrer el camino de la vida. Con razón añade el texto: "No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza".
El salmo responsorial canta que "la ley del Señor es perfecta y es descanso del alma" (Sal 18,8). Las palabras del Señor son espíritu y vida para todos los miembros de esta Iglesia. Para este nuevo pueblo, organizado por Dios como un cuerpo, en el que todos los miembros se complementan unos a otros (1 Cor 12,12-30).
UNGIDO Y ENVIADO
También el evangelio nos introduce en una escena semejante, aunque mucho más humilde. Jesús ha empezado a enseñar en las sinagogas de la comarca de Galilea, acompañado por la buena acogida y la alabanza de las gentes.
Un día regresa a Nazaret, la aldea donde se había criado. Como era su costumbre, también allí acudió el sábado a la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura. El texto del evangelio de Lucas reconstruye minuciosamente la escena (Lc 4,16-21). Jesús lee un pasaje contenido en el libro de Isaías en el que se contienen tres puntos de una misma profecía:
PALABRA Y VIDA
Para asombro de todos sus oyentes, Jesús se limitó a decir: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". El evangelio anotará a continuación las reacciones de la asamblea a esta declaración de aquel al que pensaban conocer muy bien. Pero, por ahora, la liturgia de este día nos invita a detenernos ahí.
– Señor Jesús, te reconocemos como el Mesías enviado por Dios para nuestra salvación. Que la lectura de la Palabra de Dios, alimente nuestra fe, llene de gozo nuestra fiesta, nos lleve a compartir nuestros bienes con los demás y nos ayude a descubrirte presente entre nosotros. Amén.
José-Román Flecha Andrés