Papa Francisco: Educar, un hermoso y mal pagado trabajo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Papa Francisco: Educar, un hermoso y mal pagado trabajo
"Queridos colegas, permítanme llamarlos así, porque también yo he sido maestro como ustedes y conservo un bello recuerdo de las jornadas pasadas en el aula con los estudiantes".
Con estas palabras el Papa Francisco dio la bienvenida a los miembros de la Unión católica italiana de maestros, dirigentes, educadores y formadores, agradeciendo asimismo a su Presidente las corteses palabras que le había dirigido en nombre de los presentes. Fue en el mediodía del sábado 14 de marzo.
"Es un trabajo bellísimo, aunque mal pagado, porque permite ver crecer, día tras día, a las personas encomendadas a su cuidado. Es un poco como ser padres, al menos espiritualmente. ¡Es una gran responsabilidad!".
El Santo Padre también les dijo que enseñar es un empeño serio, que sólo una personalidad madura y equilibrada puede asumir. Y destacó que semejante responsabilidad puede infundir temor, pero es necesario recordar que ningún maestro está solo, porque comparte siempre su propio trabajo con otros colegas y con toda la comunidad educativa a la que pertenece.
Tras destacar que esta Asociación cumple la bella edad de 70 años, que es justo festejar, el Papa también les dijo que vale la pena hacer un balance de esta vida. De ahí que haya querido recordar que la Institución nació en 1944, cuando Italia aún estaba en guerra, y todo el camino que la escuela ha recorrido desde entonces.
"En todos estos años ? les dijo ? han contribuido a hacer crecer el país, han contribuido a reformar la escuela, y, sobre todo, han contribuido a educar a generaciones de jóvenes".
Teniendo en cuenta que en 70 años Italia y la escuela han cambiado mucho, el Obispo de Roma añadió que siempre hay maestros dispuestos a empeñarse en su propia profesión, con ese entusiasmo y esa disponibilidad que nos da la fe en el Señor.
Antes de impartirles su bendición apostólica, el Papa Francisco se despidió de esta Asociación de educadores animándolos a renovar su pasión por el hombre en su proceso de formación y siendo testigos de vida y de esperanza; y pidiéndoles, por favor, que recen por él.
(María Fernanda Bernasconi – RV).