Los secretos que esconde la Virgen del Rosario de Murillo: "La mirada..."

María del Camino Viana ha analizado en 'Ecclesia al día' esta obra del barroco, el significado de sus colores y el objetivo real del pintor

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Vuelve a ver la entrevista a María del Camino en 'Ecclesia al día'

Redacción Religión

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Con el cierre del mes de octubre, tradicionalmente dedicado al Rosario, se destaca la obra de Bartolomé Esteban Murillo, que rinde homenaje a la Virgen del Rosario. María del Camino Viana, experta en arte, ha analizado en 'Ecclesia al día' con Raquel Caldas, esta pintura que se encuentra en el Museo del Prado.

"propósito devocional"

“Esta obra fue pintada entre 1650 y 1655 y tiene un profundo propósito devocional”, explica María. "En 1648 ingresó en la cofradía del Rosario en Sevilla. Era bastante devoto. Entonces el propósito era fundamentalmente devocional, llevar al fiel a conocer y practicar esta devoción. La verdad es que es una maravilla del Barroco, que es bastante poco conocida y tiene un simbolismo maravilloso". 

Sobre el uso de la luz y el color en la pintura y que refleja el estilo barroco, la experta ha explicado que "lo contrastes de luz que se ven y que se aprecian en la indumentaria de la Virgen, resaltan incluso los rostros... Esas carnaciones fantásticas, esos rostros realmente iluminados y esa proyección de luz que sale más de ellos que del fondo". Esto se debe a que "el barroco lo que busca es exaltar el sentimiento con el fin de que podamos ver esta imagen y nos conmueva".

"los tonos rojo y azul son altamente simbólicos"

Respecto a los colores, María del Camino comenta que los tonos rojo y azul son "altamente simbólicos". El rojo representa la humanidad y la pasión, mientras que el azul evoca el cielo y la gracia divina de María. Además, destaca cómo la Virgen y el Niño miran al espectador, “invitándonos a participar en su misterio”.

Entre las distintas curiosidades de la pintura destaca que “la Virgen está sentada en un sencillo banquito de madera, lo que marca una cercanía con el espectador”, señala María del Camino. “El escalón no solo establece distancia, sino que también nos invita a acercarnos a la figura de María. Ese manto está poniéndonos en contacto con ellos. Ese escaloncito no es para marcar que nosotros estamos por debajo, sino que es un acceso para estar cerca de ellos".

"un recordatorio de que siempre podemos aferrarnos a su amor"

Para ella, lo más impactante de esta pintura es la mirada de la Virgen: "Es una mirada serena, un tanto solemne. A través de sus ojos, siento que conoce mis sufrimientos, que Jesús también y por eso me ven así con esos ojos grandes, perfilados, que no son idealistas, tienen incluso un tinte de, no diría tristeza, pero bueno, de melancolía. De 'sé lo que estás pasando y estoy aquí'. Agárrate al corazón de este cuadro. Agárrate, el principio y el final del rosario, cada uno con una de las manos.. Es un recordatorio de que siempre podemos aferrarnos a su amor.”  

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