El Papa empieza su tercer día en la JMJ con los más necesitados: "Son el tesoro de la Iglesia"

Francisco se ha encontrado con los representantes de algunos centros de asistencia y caridad: "Hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles"

El Papa empieza su tercer día en la JMJ con los más necesitados: "Son el tesoro de la Iglesia"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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Tercer día del Papa Francisco en Lisboa y, tras haber impartido el sacramento de la Penitencia a un grupo de jóvenes en el “Campo del Pedrón”, se ha trasladado al Centro Parroquial de Serafin para un encuentro con los representantes de algunos centros de asistencia y caridad de Portugal.

Después de haber escuchado las palabras del sacerdote Francisco Crespo, responsable del centro, el Papa ha subrayado como la caridad “es el origen y la meta del camino cristiano, y vuestra presencia, realidad concreta de “amor en acción”, nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que hacemos”.

Las tres claves del discurso del Papa

Tres aspectos ha querido destacar Francisco: “Hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles”.

Sobre el primero, el Obispo de Roma ha subrayado la palabra “juntos”: “Vivir, ayudar y amar juntos; jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos”. “Cada uno de nosotros es un don, un don único — con sus límites —, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana. Entonces, así como somos, enriquezcamos el conjunto y dejémonos enriquecer por el conjunto”, ha dicho Francisco.

Sobre el segundo aspecto, “actuar concretamente”, el Papa ha citado a san Juan XXIII cuando dijo que la Iglesia “no es un museo de arqueología” y ha subrayado la palabra “concreción”: “Cuando no se pierde tiempo en lamentarse de la realidad, sino que nos preocupamos por afrontar las necesidades concretas, con alegría y confianza en la Providencia, ocurren cosas maravillosas”.

Las palabras del Papa Francisco

Francisco ha tenido un problema con las gafas durante su discurso y ha improvisado el resto del discurso: “Son muchas las cosas que quisiera decirle ahora, pero sucede que no me están funcionando los reflectores y no puedo leer bien, así que se lo voy a dar para que lo hagan público después. No forzar la vista y leer mal, eso no puede hacer […] solamente quiero detenerme en algo que no está escrito, pero está en el Espíritu de esto, lo concreto. No hay amor abstracto, solamente el amor concreto, ese que se ensucia las manos. ¿Yo cuándo le doy la mano a un enfermo, luego la limpio enseguida para que no se me contagie?”

"¿Le tengo asco a la pobreza de los demás? ¿Busco siempre la vida destilada, esa que existe en mi fantasía, pero no existe en la realidad? No podría existir una JMJ sin tener en cuenta estas realidades. Con el compromiso de ustedes están generando inspiración, están generando vida. Se lo agradezco de todo corazón"

El discurso escrito del Papa

Cosas maravillosas como los que el Papa ha escuchado a través de los testimonios: el nacimiento de un centro de caridad integral, la “campaña por la vida” con la cual nace una asociación que ayuda a las madres y a las familias que esperan un bebé, una comunidad de apoyo a quienes afrontan la batalla contra el cáncer, especialmente los niños. “Gracias por todo lo que hacer. Con mansedumbre y amabilidad, sigan dejándose interpelar por la realidad, con sus pobrezas antiguas y nuevas, y respondan de manera concreta, con creatividad y valentía”.

Tercer aspecto: estar cerca de los más frágiles, los excluidos, los marginados, los descartados, los pequeños y los indefensos. “Ellos son el tesoro de la Iglesia, son los preferidos de Dios”, así de claro lo escribe Francisco en su discurso.

Al final de su discurso, Francisco cuenta la historia de Juan de Dios, fundador de la orden de los Hermanos Hospitalarios: “Pensaban que estaba loco y lo encerraron en un manicomio. Pero él no se desmoralizó, porque el amor no se rinde, porque quien sigue a Jesús no pierde la paz ni se lamenta. Y precisamente allí, en el manicomio, llevando la cruz, llegó la inspiración de Dios. Juan se dio cuenta de las necesidades que tenían los enfermos y, cuando finalmente lo dejaron salir, después de algunos meses, comenzó a hacerse cargo de ellos con otros compañeros, fundando una orden religiosa: los Hermanos Hospitalarios”.

Por último, en su discurso escrito el Papa pide a los presentes seguir “haciendo de sus vidas un regalo de amor y de alegría. Les agradezco y los animo a todos, especialmente a los niños, a seguir adelante y a rezar por mí. ¡Obrigado!”

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