El asesino de la beata Rani María: «Los cristianos nos ayudan a adquirir dignidad, sirven a nuestro pueblo»
En 1995, Samandar Shingh mató a esta religiosa india de 54 puñaladas; hoy, tras cumplir condena, reza por ella, lleva flores a su tumba y visita a su familia
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Se llama Samandar Shingh y es hindú. Y también un asesino: un asesino confeso, juzgado, condenado… y arrepentido. En 1995 mató a Rani María Vattalil (en el siglo, Mariam Vattalil), una religiosa siro-malabar de la Congregación de Clarisas Franciscanas que fue beatificada el 4 de noviembre de 2017. Hoy, 27 años después del crimen, reza por ella, lleva flores a su tumba y visita a su padre enfermo en su aldea natal. La historia la cuenta Nirmala Carvalho en la agencia AsiaNews.
«Rezo por la hermana Rani María y por los cristianos que son injustamente acusados de conversión. Esta es mi vida ahora: yo soy hindú y puedo decirles a otros que persiguen a los cristianos por actividades de conversión que están equivocados», afirma.
Shingh era un extremista de esta religión cuando en 1995 asesinó a Rani María en un autobús. Actuó con otros dos cómplices, instigado por algunos propietarios de su aldea que se sentían perjudicados por la labor social que realizaba esta religiosa de 41 años originaria de Kerala. Sor Rani María conseguía de los bancos préstamos en mejores condiciones para los tribales, obtenía facilidades fiscales para sus cultivos... Su labor ayudaba a muchos desfavorecidos, pero al mismo tiempo perjudicaba los intereses de personas poderosas, que fueron las que orquestaron su muerte.
Estas encargaron el crimen a un pobre hombre fanatizado. El día elegido, el 25 de febrero, Samandar Shingh subió al autobús en el que viajaba la religiosa y, sin importarle la presencia de decenas de testigos, la cosió a puñaladas. Comenzó la agresión dentro. Luego la bajó y, fuera del vehículo, siguió ensañándose con ella ante la pasividad de los horrorizados pasajeros. Cuarenta de las 56 puñaladas eran mortales de necesidad.
El perdón de la madre: «Le besaría las manos»
Tras el abominable crimen, Shingh fue abandonado a su suerte, tanto por su propia familia como por quienes le habían instado a cometerlo. Fue juzgado y condenado. Una vez en la cárcel, el único que permaneció a su lado fue Swamy Sadanand, un sacerdote que, con el tiempo, le puso en contacto con la familia de su víctima. En 1997, el año en que esta fue proclamada beata, sor Selmy Paul, hermana de sor Rani María y religiosa como ella, contó —también en AsiaNews— cómo la misericordia de Dios había actuado en su familia para perdonarlo. La primera que recibió esa gracia fue la madre, que dijo que si se encontraba con él «le besaría las manos, porque en ellas está la sangre de mi hija».
«El asesino de mi hermana —reconoció sor Selmy— me enseño el verdadero significado del perdón. A través de la muerte de la hermana Rani María, mi familia y yo experimentamos la incondicional misericordia de Dios. (…) Al principio, cuando supe del homicidio, mi corazón estaba lleno de dolor y resentimiento. Creía que no podría perdonar a quien había hecho un acto tan cruel. Sin embargo, poco a poco comencé a advertir sobre mí la gracia de Dios, que me ha llevado a perdonar a Samunder. Ahora lo considero como un hermano».
Sor Selmy comenzó a visitarle en la cárcel en 2002. El día en el que se celebra la fiesta hindú del amor fraterno, la religiosa colocó en la muñeca del preso el «rakhi», un brazalete rojo que simboliza la unión entre hermanos. «En aquel momento lo acepté como mi hermano», dijo.
Años después, la familia consiguió incluso liberarlo apelando al gobernador. Todos lo adoptaron como un miembro más de la familia. La película documental El corazón del asesino, de Catherine McGilvray, recoge el encuentro de Samandar con la madre de sor Rani María, en la que esta, tras besarle, le dice: «Eres mi hijo. Me alegro de que hayas venido».
Shingh: «Los cristianos sirven a nuestro pueblo»
Shingh fue excarcelado el 22 de agosto de 2006, tras pasar 12 años en prisión. Este 25 de febrero, vigésimo séptimo aniversario de su crimen, acudió a homenajear a su víctima. «Vivo a 100 kilómetros de la tumba de la hermana Rani María. Estoy aquí para rezar por ella y también por nuestro pueblo y por los que hacen falsas acusaciones contra los cristianos. Fui a su tumba muchas veces para meditar y rezar, encender velas y ofrecer flores a la lápida en las que están grabadas estas palabras: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”», ha declarado.
«Los cristianos —continúa— ayudan a nuestra gente a adquirir dignidad y a vivir una vida respetable, los cristianos sirven a nuestro pueblo. Los que persiguen a los cristianos están mal informados y también son instigados por otros».
Esta año Samardar Singh ha acudido también a Pullukuli, la aldea natal de sor Rani María, en el Estado de Kerala. Allí ha visitado al padre enfermo y al resto de miembros de su nueva familia. Él vive a miles de kilómetros, en el Estado de Madhya Pradesh, a unos 30 kilómetros del convento en el que lo hace su «hermana» sor Selmy. «Entre nosotros hay una relación espiritual. Viene a visitarnos a menudo y cada año, en el aniversario de la muerte de sor Rani, va a rendirle homenaje a su tumba y ofrece el trigo de su campo como símbolo de una vida renovada».
Su víctima ya está en los altares. Sor Rani María fue beatificada por la vía del martirio por el cardenal Amato en una celebración a la que asistieron unas 10.000 personas. Está enterrada en la iglesia del Sagrado Corazón en Udainagar, a unos 60 kilómetros de Indore (Estado de Madhya Pradesh).