El cardenal Tagle, ante la reestructuración de la curia: "El Papa Francisco es el primer evangelizador"
El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos ha participado en la Asamblea Nacional de Obras Misionales Pontificias que se está celebrando en el Escorial
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El cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha participado en la Asamblea Nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP), que se está celebrando en El Escorial del 24 al 26 de mayo.
En una entrevista concedida a OMP, el prefecto valora lo que ha aportado a la Iglesia la congregación que él preside en los 400 años de su fundación, y explica cuál es su futuro tras la constitución apostólica Praedicate Evangelium. Destaca los desafíos de la misión ad gentes, agradece a la Iglesia española el don de la fe, y la anima a no perder nunca el sentido de misión.
¿Qué ha aportado la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (CEP) en estos 400 años?
Estos 400 años han sido muy ricos en cuanto a la contribución de la Congregación. Pero el principal objetivo de la congregación es, lo primero de todo, llevar el evangelio de Jesucristo a la gente que no ha oído aún el Evangelio. Esto es lo que llamamos Primera Evangelización. Y se ha hecho con la ayuda de la CEP. ¿Y cómo lo hacemos? Fortaleciendo las Iglesias locales a través de la formación de seminaristas, sacerdotes, laicos - especialmente catequistas -, religiosos y religiosas. Porque si construyes iglesias, hospitales pero no formas a los evangelizadores es como si no hubieras hecho nada. Esta es la principal contribución que yo veo. Y esto continúa hoy. Y hoy vemos que muchos de estos sacerdotes, laicos y religiosos de los llamados territorios de misión, ahora están evangelizando en otras partes del mundo. Así que veo que es una gran contribución de la Congregación.
¿Cuáles son los retos más acuciantes de la misión ad gentes en la actualidad?
Algunos de los retos de estos 400 años permanecen igual, algunos no han cambiado. Pero ahora, por los cambios del escenario de nuestro mundo actual, creo que la misión ad gentes tiene que considerar lo primero el diálogo interreligioso. No solo para un intercambio o para llevar buenas noticias, sino también para ayudar a construir un mundo de amistad, de entendimiento, lo que el Papa Francisco llama fraternidad a través de las religiones. ¿Por qué? Porque en estos días las religiones están siendo utilizadas por una agenda extremista, que hace que las personas se peleen entre sí en el nombre de la religión. Así que esta es una contribución del cristianismo. Cómo presentar el cristianismo como una contribución, no para destruir otras personas sino para construir una sociedad más humana.
El otro reto es el de continuar con el desarrollo de los seres humanos, porque hay muchísima falta de educación, necesidades básicas… Hay sitios donde no hay agua, no hay medicinas. Así que, el reto es cómo podemos llevar la evangelización, la proclamación del Evangelio, con actos concretos de caridad. Porque la lengua de la caridad - que Dios es amor - es entendida por todos. Y esto es un modo concreto. Y mucha gente en el mundo todavía está viviendo en una pobreza extrema. Es cierto que esto no es nuevo, pero ahora es todavía más acuciante.
¿Qué han aportado las Obras Misionales Pontificias a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos en estos 100 años?
Las Obras Misionales Pontificias, que fueron confiadas a la congregación hace 100 años como como Pontificias, han ayudado a la Congregación en dos áreas. La primera es la animación misionera. A través de las 4 obras, que trabajan con la propagación de la fe, los jóvenes y los niños de Santa Infancia, los seminaristas, los sacerdotes y la formación permanente. '¡Guau!'. Las OMP realmente sostiene el trabajo de evangelización de la Congregación. Y la segunda es a través de la ayuda financiera de las Obras. Así que gracias a la animación, la formación y también el acto de caridad de las contribuciones, podemos ofrecer becas a los seminaristas, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas y laicos. Para que ellos puedan tener una formación apropiada.
Otra cosa es que a través de las Obras, el trabajo misionero de la CEP se ha convertido verdaderamente en universal. Y esto es parte de la llamada del Santo Padre: la misión es tarea de toda la Iglesia universal. Y los directores nacionales, especialmente cuando se juntan, ellos expresan, son un símbolo de la Iglesia universal, que cuidan unos de otros. Y unidos realizan lo que Jesucristo ha mandado toda la Iglesia, que es evangelizar.
¿Cuál es el futuro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos tras la nueva organización de la curia, tras la Praedicate Evangelium?
Creo que vamos a continuar haciendo lo que ya veníamos haciendo, aunque ya no va a ser una Congregación propia, sino que va a ser una Sección del nuevo Dicasterio para la Evangelización. Pero lo que he leído en esa Sección es básicamente lo que LA CEP ha estado haciendo, así que vamos a continuar. Pero ¿cómo se va a relacionar con la primera Sección, de las cuestiones fundamentales de la evangelización? Eso tiene que irse desarrollado. Creo que va a ser una oportunidad maravillosa de tener una Sección que estudie las cuestiones de la evangelización, y la segunda Sección llevará a la primera experiencias de África, de Asia, de Oceanía. Y también de Europa y Latinoamérica. Debido a las migraciones, las comunicaciones sociales…; las distinciones claras del pasado entre los países tradicionalmente cristianos y los territorios de misión, ahora esas esos límites no son tan claros. Esto va a ser interesante.
Finalmente creo que cualquier reforma requiere también una conversión de la mente, de la mentalidad, y una conversión espiritual y pastoral. La gente que trabaja en la curia romana, creo que todos nosotros, tenemos que vivir esta conversión. No es suficiente tener una constitución escrita y unas reglas, porque esas reglas y constituciones contienen una cosmovisión, una cosmovisión misionera, y nosotros tenemos que entrar en ella, y eso requiere conversión.
Y que el Papa será el prefecto de esta nuevo dicasterio, ¿qué implica?
El Papa será el prefecto, él presidirá todo el Dicasterio para la Evangelización. Y esto es significativo. No es la primera vez que el Papa es el prefecto. En el pasado, fue prefecto de la Doctrina de la Fe; también hubo un tiempo en el que fue el prefecto de la Congregación de los obispos. También fue prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, creo. Cuando el Papa ve una prioridad, él puede decir: yo voy a ser el prefecto. Creo que está mostrando su visión acerca de su papel como Papa: el Papa no es solo un administrador, es el primer evangelizador. Esto muestra también una imagen del papado.
Filipinas acaba de celebrar los 500 años desde que llegó la fe de la mano de los misioneros españoles. ¿Qué le diría a la Iglesia española como filipino?
Como filipino quiero expresar a la gente de España, a la Iglesia en España, un gran “gracias” por traernos la fe en Jesucristo a los filipinos. Esto es un misterio para todos nosotros. Porque otras partes de Asia fueron evangelizadas antes que Filipinas, pero fue en Filipinas donde la fe fue recibida por la gente y ha crecido realmente. El año pasado nos dijeron que Filipinas es el tercer país con más católicos en el mundo. Brasil es el primero, México es el segundo, y el tercero es Filipinas. No nos habíamos damos cuenta. Y hay diez millones de filipinos fuera de Filipinas. Cuando visito - he estado en Oriente Medio, y en diferentes partes del mundo - veo que los filipinos también llevan su fe, y la comparten. Ellos están buscando trabajo, por eso dejan el país, pero también encuentran una misión, la de compartir su fe.
Digo esto para dar gracias a Dios y para animar a los fieles y la Iglesia en España. Quizá hace 500 años los españoles que llegaron a Filipinas no se dieron cuenta de que este sería el fruto. Los filipinos tenemos nuestras fortalezas y nuestros límites, como todo el mundo, pero una cosa que apreciamos es el regalo de la fe. Y deseamos que la Iglesia en España no pierda este sentido de misión. No sabemos, lo que nosotros sembramos hoy no sabemos cuáles serán los frutos dentro de 200 años o de 300 años. Así que gracias al legado, este es un regalo que se nos ha dado, así que continuemos regalándolo.