El clero de la diócesis de Rolando Álvarez responsabiliza a Daniel Ortega de incitar a la violencia y al odio
Envían una carta al presidente de Nicaragua en la que aseguran que "soportan con amor, paciencia, las acusaciones infundadas por su misión pastoral pacífica"
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Los sacerdotes de la diócesis de Estelí han enviado una carta al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en la que piden la liberación inmediata del obispo Rolando Álvarez, de los sacerdotes y laicos detenidos y le responsabilizan a él mismo de incitar al odio y la violencia contra la Iglesia desde 2018.
Precisamente esta diócesis está compuesta por 41 parroquias con: 38 sacerdotes diocesanos, 13 religiosos, 5 diáconos permanentes, 2 transitorios y el obispo emérito Abelardo Mata.
En una misiva, el clero cuestiona los últimos ataques de la policía sandinista contra la Iglesia, principalmente contra las diócesis de Matagalpa y Estelí: “¿Qué es lo que quieren? ¿Qué es lo que están haciendo?”.
“Durante 15 días retuvieron ilegalmente en cautiverio al obispo de Matagalpa y administrador apostólico de nuestra diócesis de Estelí y a varios sacerdotes y laicos. Ahora lo que hicieron fue cambiar el lugar nada más para despejar el tranque que tenían alrededor de la curia. Y se llevaron al famoso Chipote a nuestros hermanos sacerdotes y a los laicos que acompañaron al obispo”, señalan.
Responsables
Aseguran también que el destierro del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, el padre Edwin Román, así como los encarcelamientos del padre Manuel de Jesús García, Leonardo Urbina y Óscar Benavidez. También la persecución policial contra el padre Harvin Padilla, Uriel Vallejos, Vicente Martínez y Sebastián López.
“Encarcelaron al padre Manuel de Jesús García fabricando delitos. Encarcelaron a monseñor Leonardo Urbina sin probar ningún delito, no dejaron regresar al país al padre Idiáquez, le tienen retenido el pasaporte a monseñor Silvio Fonseca, expulsaron a las hermanas de la congregación de Santa Teresa de Calcuta (...) Secuestraron al padre Óscar Benavidez y se lo llevaron a El Chipote (...) Le han fastidiado la vida al padre Uriel Vallejos, al padre Vicente Martínez y el padre Sebastián López impidiéndole a sus feligreses celebrar la misa en el templo”, reza la misiva.
Protesta popular, no golpe de Estado
En la carta, los sacerdotes responsabilizan a Ortega Murillo por incitar al odio y a la violencia contra la Iglesia, en referencia al discurso de Daniel Ortega en la celebración del 19 de julio del 2018 en el que acusó públicamente a los obispos de ser golpistas y terroristas. “Desde entonces, son innumerables las veces en las que ustedes que deberían dar el ejemplo de civismo y respeto arrojan todo tipo de improperios, ofensas y difamaciones ya no solo a los obispos sino también a nosotros los sacerdotes”, sostienen.
Resaltan que soportan con amor, paciencia, las acusaciones infundadas por su misión pastoral pacífica. Sin embargo, le recordaron a Ortega que en Nicaragua no hubo ningún “Golpe de Estado” porque los golpes de estado lo ejecutan el Ejército: “aquí el Ejército no le ha dado golpe de Estado a nadie. Eso existe solo en la mente de ustedes. Aquí lo que hubo en el 2018 fue una protesta popular”.
Ortega acusa a los obispos y sacerdotes de “golpistas” por auxiliar a los heridos y proteger vidas. “Nos acusan de ser tranqueros cuando bien saben que lo que hicimos fue una labor de mediación, evitando muertes innecesarias, auxiliar a los heridos y proteger la vida de hermanos nicaragüenses. Desde entonces han inyectado odio y Gracias a Dios, nuestro pueblo es noble y no se deja engañar y toda esa campaña de difamación no ha calado en el corazón y la mente de nuestra gente buena y respetuosa de su fe cristiana, de sus servidores los obispos y sacerdotes”.
Régimen crea zozobra y desorden
En la carta, el clero señala que el régimen Ortega Murillo es el que causa zozobra y desorden en el país.
“Ustedes son los que han manchado y alterado la percepción que tiene el pueblo sobre la policía que la comparan con la guardia de los tiempos de Somoza, pues se le obliga a ejecutar violaciones a los derechos humanos a la población indefensa, en vez de ser los centinelas de la alegría del pueblo la han convertido en un brazo represor y violento”.