La historia de los 48 mártires cristianos asesinados por extremistas islámicos en la Catedral de Bagdad

No es casual que el primer encuentro del Papa con los cristianos de Irak sea precisamente en esta Catedral. Sus paredes encierran simbólicamente el sufrimiento de todo un pueblo.

La historia de los 48 mártires cristianos asesinados por extremistas islámicos en la Catedral de Bagdad

Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Aquel 31 de octubre de hace 11 años era domingo y en el interior de la catedral siro-católica de Bagdad se encontraban 150 personas, entre sacerdotes, diáconos, y los fieles para asistir a la Misa dominical.

El reloj marcaba las 5 y cuarto de la tarde cuando comenzaron a escucharse disparos en el exterior. El padre Thaer Abdal acababa de concluir la homilía e intentó calmar a sus feligreses. Después se supo que un comando armado estaba asaltando la cercana sede de la Bolsa, aunque en realidad se trataba de una maniobra de distracción, porque el verdadero objetivo era masacrar a los cristianos que se encontraban dentro de la catedral asistiendo a Misa. Instantes después, a las puertas de la iglesia, los asaltantes detonaron el explosivo que habían colocado en un jeep Cherokee negro estacionado frente a la catedral.

Otro de los sacerdotes, el Padre Wassim Kas Boutros, que estaba confesando, intentó cerrar el portón de madera de la Catedral, pero en ese preciso momento los terroristas irrumpieron en el interior con el rostro cubierto y con el uniforme del ejército iraquí para no causar sospechas. El Padre Wassim suplicó a los terroristas que no hicieran daño a nadie y fue el primero en ser acribillado por fuego de metralla. Mientras tanto el resto de los sacerdotes intentaron poner a salvo, dentro de la Sacristía, al mayor número de gente.

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Aún en el altar, el Padre Thaer Abdal pidió a los asaltantes que dejaran a los fieles tranquilos, y también cayó acribillado por las balas. Al no poder echar abajo la puerta de la Sacristía, los terroristas lanzaron en su interior granadas por una pequeña ventana. Una mujer consiguió salvar a su hijo de 5 años metiéndole dentro de un cajón, pero otros resultaros heridos de gravedad.

Los cinco terroristas tomaron como rehenes al resto de fieles, exigiendo la liberación de algunos miembros de Al Qaeda. Les ordenaron tumbarse en el suelo, excepto los varones jóvenes, a los que abatieron uno por uno. Según los supervivientes, al menos 3 de los terroristas eran apenas unos muchachos. Cada uno portaba un cinturón explosivo, una ametralladora y granadas de mano.

La investigación policial posterior confirmó que probablemente el plan inicial era muy distinto. El comando llevaba consigo cuatro maletas llenas de explosivos, que deberían haber colocado en los muros exteriores de la iglesia para que se hubiera derrumbado con las 120 personas en su interior. Se desconoce por qué motivo decidieron cambiar de estrategia en el último minuto.

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Durante aquel angustioso secuestro los terroristas disparaban a quien veían con un teléfono en la mano. Asesinaron a sangre fría a algún niño que lloraba o a quienes les parecían que hacían algún movimiento sospechoso. Cuando se les terminaron las balas utilizaban granadas. Así asesinaron a una mujer joven, Raghada, que estaba embarazada. El suelo estaba ya regado de sangre y no se distinguía a los muertos de los vivos.

Además, como entretenimiento, convirtieron el crucifijo en diana para los proyectiles. Las fuerzas de seguridad iraquíes llegaron a la iglesia cuarenta y cinco minutos después de que se hubiera iniciado el ataque. Tras esperar durante 3 largas horas irrumpieron en la Catedral junto a soldados estadounidenses. Pero los terroristas ya estaban preparados para inmolarse. En ese momento detonaron sus cinturones bomba provocando la masacre.

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La iglesia de Irak considera mártires a todos los que murieron mientras asistían a Misa y en estos momentos está en marcha el proceso de beatificación de estos 48 cristianos asesinados. Desde octubre de 2020 son “Siervos de Dios”. Entre ellos se encuentra el pequeño Adán, de 3 años, y un recién nacido de tan solo 3 meses.

A raíz del atentado, Benedicto XVI lanzó un apremiante llamamiento a la paz en Oriente Medio: “¡que todos unan sus fuerzas para que termine toda violencia!”. Rezo por las víctimas de esta absurda violencia, que es aún más feroz pues ha golpeado a personas inermes, reunidas en la casa de Dios, que es casa de amor y reconciliación”.

El ataque, en el que 48 cristianos fueron asesinados y 80 resultaron heridos fue reivindicado por un grupo de Al Qaeda y supone hasta el momento el atentado más grave contra los cristianos en Irak de las últimas décadas.

No es casual que el primer encuentro del Papa con los cristianos de Irak sea precisamente en esta Catedral. Sus paredes encierran simbólicamente el sufrimiento de todo un pueblo. El Papa también reconocerá a las 9 personas de religión islámica que fallecieron en el atentado. Eran sobre todo policías y guardias de seguridad.

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