La historia de Petro Oros, sacerdote ucraniano martirizado bajo el régimen soviético y próximo beato
Aunque su cuerpo permaneció oculto hasta la desintegración de la Unión Soviética, su recuerdo no se desvaneció en el corazón de los fieles, una fama que perdura hasta el día de hoy
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El pasado viernes, 5 de agosto, el Papa Francisco autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos promulgar el Decreto relativo al martirio del Siervo de Dios Pedro Pablo Ors, sacerdote de la Eparquía de Mukáchevo en Ucrania.
Pero, ¿quién era este sacerdote ucraniano martirizado bajo el régimen soviético? Nacido el 14 de julio de 1917 en el pueblo de Biri, en Hungría, en el seno de una familia profundamente cristiana en la que su padre era sacerdote greco-católico. Y en 1937, Pedro se sintió llamado a continuar la tradición familiar como sacerdote e ingresó en el seminario de Uzghorod, siendo ordenado sacerdote celibatario de la eparquía greco-católica de Mukáchevo el 18 de junio de 1942-
Pedro se distinguió por su celo pastoral y su gran amor por los pobres y en 1943, debido a la guerra, hizo un curso para capellanes militares en Barca, cerca de Kosice, tras lo cual volvió a su parroquia.
En 1944, este territorio de Transcarpacia fue ocupado por las tropas soviéticas del Ejército Rojo y se unió a la República Socialista Soviética de Ucrania y luego a la URSS. Con esta anexión forzada, comenzó la persecución de la Iglesia greco-católica. En 1946, Pedro Pablo fue trasladado a Bilky, en el distrito de Irshava, como párroco. A partir de 1948, se intensificaron las presiones para que se pasara a la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero se opuso. En 1949, se prohibieron las actividades pastorales y se cerraron todas las iglesias greco-católicas.
La misma eparquía greco-católica de Mukáchevo fue suprimida. Con la anexión forzada a la URSS, comenzó la persecución de la Iglesia greco-católica.
En 1953, se dio la orden de arrestarlo. Trató de escapar, pero el 28 de agosto, fiesta de la Dormición de la Santísima Virgen María, fue detenido por un policía en la estación de ferrocarril del pueblo de Sil'ze (Unión Soviética), que lo mató.
Pedro Pablo Oros era un hombre piadoso y fiel a sus compromisos sacerdotales. Su asesinato fue considerado inmediatamente como un martirio. Aunque su cuerpo permaneció oculto hasta la desintegración de la Unión Soviética, su recuerdo no se desvaneció en el corazón de los fieles, una fama que perdura hasta el día de hoy.