La Iglesia en Myanmar pide que se facilite la ayuda humanitaria: "No tenemos nada, lo necesitamos todo"
Entre los desplazados internos hay muchos católicos, que han abandonado sus hogares y parroquias, encontrando refugio en los bosques
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El balance del ataque aéreo sobre los campos de refugiados en Myanmar es terrible: tres muertos y siete heridos, todos católicos, mucho terror y lágrimas.
Según han explicado a la Agencia Fides fuentes de la Iglesia católica local, los refugiados habían huido de sus pueblos mientras se producían enfrentamientos entre el ejército y las Fuerzas de Defensa Popular, milicias espontáneas que surgieron en todo el país tras el golpe de Estado el año pasado. Entre los desplazados internos hay muchos católicos, que han abandonado sus hogares y parroquias, encontrando refugio en los bosques.
Todas las víctimas habían huido de la cercana aldea de Moso, donde el 24 de diciembre se encontraron los cuerpos de al menos 35 civiles, todos ellos católicos, asesinados por soldados birmanos en lo que se ha descrito como la “masacre de Navidad”. La comunidad católica se ha reunido este martes para celebrar un sencillo y sobrio rito fúnebre. En medio de la emoción general, el sacerdote católico P. Jacob Khun ha pronunciado unas breves palabras en recuerdo de las víctimas, llamando a la esperanza y a la oración.
En los últimos días, también la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de la ciudad de Doukhu ha sido golpeada y los templos se transforman a menudo en centros de acogida para los refugiados. Los católicos desplazados, señala Gabriel, uno de los bautizados en Moso, que viven “en la persecución, pero confían en Dios, Salvador y protector, con la certeza de que no nos abandona. No tenemos nada, lo necesitamos todo, pero el Señor proveerá”.
El mensaje de los obispos en Myanmar
La Agencia Fides informa que “la Conferencia Episcopal de Myanmar promueve la justicia, la paz y la reconciliación, y pide encarecidamente a todas las partes interesadas que faciliten el acceso de la ayuda humanitaria a las personas que sufren y a los desplazados, con el fin de proporcionarles la asistencia humanitaria básica”.
“La dignidad humana y el derecho a la vida no pueden verse comprometidos. Pedimos con la misma firmeza que se respete la vida, la santidad de los lugares de culto, los hospitales y las escuelas. Hay que proteger y ayudar a todos los que se esfuerzan por ayudar a la gente”
En el texto, que fue enviado a la Agencia Fides, y que lleva la firma del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Charles Maung Bo y los demás prelados, se expresa el “profundo dolor por la situación actual del país”, y la preocupación “por el altísimo riesgo que corre la vida y la seguridad de personas inocentes y, especialmente, de los niños desplazados, las mujeres, los ancianos y los enfermos en las zonas afectadas, independientemente de su origen étnico o de sus creencias religiosas”.