José Luis Orpella, religioso español en Kenia: "Los jóvenes reaccionan a las promesas de riqueza y se alistan en las milicias"
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El padre José Luis Orpella visitó recientemente en Madid la sede de los Servicios Centrales de Manos Unidas. Veintitrés años de su vida ha pasado este religioso español en Kenia; ocho de ellos como médico, y los quince restantes ordenado ya sacerdote. Pocos como él pueden hablar de los muchos retos a los que debe enfrentarse una población que vive rodeada de violencia, tradiciones ancestrales, y climatología extrema? Conversar con él fue un auténtico privilegio.
En estas más de dos décadas son muchos los cambios que el padre Orpella ha observado en la parroquia de Hola, situada en la diócesis de Garissa, bien cerquita de la frontera con Somalia. Poco a poco, la zona se ha ido poblando de somalíes, musulmanes pacíficos en su mayoría, que emigran de su conflictivo país en busca de una vida mejor. De estas personas, y de las condiciones de pobreza en la que viven la mayoría, se van nutriendo los grupos islamistas radicales, como las milicias de Al Shabab, la rama de Al Qaeda en el Cuerno de África.
En ese sentido, el religioso español es claro: "La gente que no tiene nada, sobre todo los jóvenes, reaccionan a las promesas de riqueza y bienestar, y se alistan en las milicias". Y esas milicias son las que han sembrado la inseguridad y el miedo en la zona alta de la región. "En nuestra misión esa violencia no se percibe: pero sí que están muy presente la rivalidad entre tribus, que también genera mucha tensión y recelo", asegura.
Sin embargo, en Garissa, la capital, sí que hay miedo. Casi el 100 por 100 de la población es somalí y muchos de ellos militan o simpatizan con los grupos armados.
"Están haciendo mucho daño al país", afirma el padre Orpella. El objetivo son los turistas, como sucede con los piratas del Índico; los secuestros y robos a visitantes extranjeros se producen sobre todo en la costa. El sacerdote español cree que eso fue lo que llevó a que el ejército de Kenia entrase en Somalia y atacase los refugios de esta gente. "Luego fueron las milicias las que entraron en Kenia y en esas estamos".
Cuando el río crece
En la misión de Emaus, situada en la parroquia de Hola, tienen otras preocupaciones más centradas en el día a día. En época de lluvias, miran con recelo el cauce del cercano río Tana, y cuando lo ven crecer, entonces sí pasan miedo. La parroquia se encuentra en una planicie, a 100 kilómetros de la desembocadura del río más grande de Kenia. Los agricultores esperan con entusiasmo las lluvias de los meses de abril y noviembre de cada año, cuando el río se desborda un poco y riega los campos. Pero, en ocasiones, las lluvias son tan intensas que obligan a abrir las compuertas de los pantanos, y las aguas inundan los campos y anegan las cosechas.
Esos son los años en los que el hambre muestra su peor cara y amenaza la supervivencia de miles de personas, que pasan a depender de la ayuda externa para poder vivir. Manos Unidas acudió la primavera pasada a la llamada de emergencia del padre Orpella: las 8.000 personas damnificadas recibieron alimentos y cuidados médicos durante 3 meses. Y también atendimos las peticiones del religioso español cuando los meses de sequía provocaron una de las peores emergencias alimentarias del presente siglo. Los campos de las riberas del río son fértiles, pero dos kilómetros más allá, la zona es semiárida y, cuando no llueve, no es fácil sacar partido de la tierra. Y hace dos años, cuando las lluvias no llegaron, muchas familias de la diócesis de Hola pudieron sobrevivir gracias a la ayuda de emergencia enviada a lo largo del verano de 2011.
Desde la escuela
Pero no son solo las cuestiones climáticas o de soberanía alimentaria las que preocupan y ocupan al padre Orpella. Las tradiciones y costumbres ? papel de la mujer, escolarización?- fuertemente arraigadas entre la población de la zona, impiden que se abran ciertos caminos al desarrollo.
"Cuesta mucho cambiar las mentalidades. Y eso es lo que intentamos hacer desde la escuela", señala el misionero. "tenemos que abrir la mente a otras opciones y posibilidades; mejorar la organización".
En los años que el padre Orpella lleva en Hola ha sido testigo de muchos cambios. "En general ha subido en nivel de vida; hay mejores casas, más pozos y más infraestructura", y en gran medida, estos avances se deben a que la visión de la población es ahora menos tribal. Se ha creado un sentido de la responsabilidad. Ahora entienden que la escuela y el hospital están allí para ellos".
Al hablar de las enfermedades, el sacerdote da entrada al médico. La malaria es grave en la zona. Sobre todo en los lugares más cercanos al río. Y las enfermedades e infecciones que se producen por falta de higiene. "En esto hacemos hincapié. En la higiene. Es un requisito indispensable para mantener la salud", afirma. "Se lo intentamos hacer ver a las mujeres que vienen a vacunación, dos veces en semana". Vacunación que tiene lugar en el centro de salud de San Rafael, ampliado y dotado de equipamiento con el apoyo de Manos Unidas.
Esta información también la reciben los niños en la escuela primaria. "Antes era una asignatura obligatoria. Y ahora que ha dejado de serlo, nosotros seguimos impartiendo las charlas. Las costumbres tienen que adquirirse desde pequeños". La escuela de San José es otro de esos avances que disfrutan ahora en Emaus por empeño del padre Orpella y con la colaboración de Manos Unidas. El laboratorio de ciencias naturales y la sala de ordenadores están también abiertos a alumnos de las escuelas públicas de la zona, para facilitarles los estudios.
La alimentación, asignatura pendiente
En una región en la que casi el 80 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza, la alimentación es una de las principales preocupaciones de José Luis Orpella. "Aquí sigue existiendo la malnutrición, aunque desnutrición infantil ya no hay", asegura. Hay que tener en cuenta que entre estas familias la media está entre cinco y diez hijos y la dieta es muy poco variada. Lo primero que hay que hacer es mejorar el regadío y formar a los pastores y agricultores. Deben comprender que también tiene que dedicarse a la cría de animales de granja, para incluir proteínas en la dieta".
El padre Orpella estará ya a punto de regresar a Kenia, con la mente puesta en todo lo que tiene por delante. Y sin miedo. "A los católicos nos respetan y nos miran con buenos ojos porque anunciamos el Evangelio de otra manera; con los actos".