Los líderes religiosos en el Líbano lamentan el aumento de "los olvidados" y "los abandonados"
Los Patriarcas y Obispos Católicos del país han lanzado un llamamiento para que se reúnan masivamente en Bkerké el próximo domingo, "con el fin de que su grito sea escuchado"
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Ante la agravación de la pobreza en el Líbano y la falta de reacción de los responsables del Estado libanés ante el desamparo de una gran parte de su población cuyos derechos más fundamentales son constantemente violados, los miembros de la Asamblea de Patriarcas y Obispos Católicos del Líbano (APECL) han lanzado un llamamiento a los libaneses de todas las edades, regiones y confesiones para que se reúnan masivamente en Bkerké el domingo 19 de noviembre de 2023, “con el fin de que su grito sea escuchado”.
Un grito que es “el de los olvidados, los abandonados, los invisibles, los que no queremos ver” y que, sin embargo, en el Líbano “son cada vez más numerosos: los nuevos pobres obligados a multiplicar los trabajos ocasionales para sobrevivir, los enfermos que mueren en casa por falta de medios para tratarse, los discapacitados a los que los centros especializados ya no pueden atender, los pensionistas privados de salario, los niños privados de escuela y educación... Es el grito de cientos de miles de personas condenadas a la miseria y la desesperación”.
Es el grito también de los empleados, profesores, maestros, enfermeros, trabajadores sociales, asistentes sociales, soldados y fuerzas de seguridad, “que llevan a cabo cada día una misión admirable en favor de los más necesitados, en unas condiciones de trabajo durísimas e indignas por la negligencia, la inacción y la corrupción del Estado”.
“La crisis que atraviesa Líbano y las convulsiones de la región no pueden justificar en modo alguno que se normalice el incumplimiento de los derechos más fundamentales, como el derecho a la educación, a la salud y a la dignidad. Este estado de cosas es inaceptable y debe denunciarse”, subrayan los patriarcas y obispos católicos del Líbano.
Para que los libaneses levanten la cabeza, los líderes religiosos piden unir “sus voces en torno a un llamamiento común, que el Estado libanés asuma sus responsabilidades y desafíe a la opinión pública libanesa e internacional” y hacen un llamamiento “a todos los interesados y solidarios con este llamamiento para que acudan a reunirse en Bkerké el domingo 19 de noviembre de 2023”.
De este modo, el próximo domingo, 19 de noviembre, se celebrará una Misa presidida por el Patriarca Raï y los miembros de la APECL en la explanada del patriarcado maronita de Bkerké. Se propondrá una colecta en las parroquias para ayudar a las 30.000 personas desplazadas desde el sur del Líbano. La celebración irá seguida de discursos y testimonios de asociaciones y beneficiarios, intercalados con actuaciones de escuelas, personas discapacitadas, etc.
A las 13h, una comida compartida por todos los participantes clausurará el encuentro. Participará una gran parte de la red educativa, protagonistas libaneses del sector social, sanitario, voluntariado y humanitario.
La carta del director de la Obra de Oriente en Siria, Líbano y Jordania
Vincent Gelot, director de la Obra de Oriente en Siria, Líbano y Jordania, ha escrito una carta subrayando que “la situación en Oriente Medio es extremadamente preocupante”. Acompañado por Monseñor Abdallah, arzobispo maronita de Tiro, ha visitado cuatro pueblos de su diócesis: Qaouzah, Debel, Rmeich y Aïn Ebel. “Los pueblos que visitamos estaban vacíos en un 60% y las escuelas cerradas. En cada parada de nuestro recorrido, casi todos los residentes que quedaban vinieron a nuestro encuentro. Nos hablaron de su angustia, su ansiedad y sus necesidades”, ha escrito Gelot.
“Su primer problema es la seguridad. El ejército libanés se ha marchado y la población teme verse arrastrada a una guerra que no desea”, ha asegurado el director de la Obra de Oriente en Siria, Líbano y Jordania. El segundo problema es económico y la mayoría de las personas que han permanecido en estos pueblos son gente de medios modestos, a menudo agricultores.
Sin embargo, “casi todas las actividades económicas se han paralizado desde el comienzo del conflicto: no se puede recoger aceitunas porque los campos pueden ser blanco de disparos, viajar por ciertas carreteras es peligroso y muchas tiendas han tenido que cerrar”. Además, como muchas de las mujeres y los niños se han trasladado a Beirut, “los hombres tienen que pagar elevados alquileres por sus familias desplazadas. Si el conflicto continúa, muchos de ellos temen no poder sobrevivir”.
También tuvo oportunidad de conocer a las hermanas que dirigen las escuelas cristianas de la región: “Como las escuelas están cerradas, tienen que hacer frente a la falta de matrículas pero también a los sueldos de los profesores, que hay que pagar para poder impartir la enseñanza a distancia. Las escuelas desempeñan un papel fundamental en esta zona periférica. Si la escuela cierra durante demasiado tiempo, varios vecinos han anunciado que se verán obligados a abandonar su pueblo. Si los pueblos cristianos se vacían, sus habitantes temen que sean ocupados por otros. La gente está abandonada a su suerte”.