La obra de arte que se encuentra en Auschwitz, signo de la perseverancia católica frente a la persecución nazi
No hay color en la obra y la definición es poca pero la pieza fue grabada seguramente en uno de los momentos más complicados del artista
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En el infame campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial de Auschwitz no faltan historias que nos han inspirado a lo largo de los siglos sobre la perseverancia católica frente a la persecución.
Desde la historia de San Maximiliano Kolbe que se sacrificó para salvar a un judío, que sobrevivió al cautiverio y asistió a la misma beatificación de Kolbe hasta la última historia que conocimos hace pocas semanas de Lidia Maksymowicz, 81 años, que fue deportada a Auschwitz cuando tenía solamente 2 años y se encontró con el Santo Padre durante una de las últimas Audiencias Generales.
Un simple grabado
En Auschwitz podemos encontrar historias que nos inspiran y el periódico digital Aleteia nos trae otra historia apasionante. Esta vez una historia que nos habla de “arte católico” pero no una obra famosa y preciada sino un simple grabado en la pared de un campo de prisioneros nazi.
No hay color en la obra y la definición es poca pero la pieza fue grabada seguramente en uno de los momentos más complicados del artista. La obra expresa, según nos informa Aleteia, esperanza y confianza aen Cristo que se opone al terror y a la desesperación de los campos de concentración.
El artista, Stephan Jasienski
Muy cerca de la celda donde san Maximiliano Kolbe vivió los últimos momentos de su vida, podemos encontrar otro ejemplo de perseverancia de la fe católica. En la celda 21 de la prisión hay dos imágnees: el Sagrado Corazón de Jesús y la Crucifixión.
La abadesa del monasterio de Redwoods, Sor Kathy DeVico, identifica al artista como Stephan Jasienski. Prisionero de guerra y subteniente de las Fuerzas Armadas de Polonia, Stephan talló estas imagenes con sus propias unás. Murió en el campo de concentración de Auschwitz en 1944 pero su proclamación de fe permanece en la pared hasta el día de hoy.
La abadesa, según se puede leer en Aleteia, escribió sobre el artista: “¿Qué impidió que el corazón de Stephan se endureciera de amargura? ¿Qué le impidió «odiar» a sus enemigos? Claramente, su oración, su objetivo, mientras estaba sentado en su celda de la prisión dibujando esta imagen con sus uñas, era que su corazón se volviera como el corazón de Cristo. «El corazón de Jesús representa nuestro corazón más verdadero» … quizás Stephan encontró su corazón a través del corazón de Cristo”.