El Papa lamenta la muerte de la reina Isabel y recuerda "su firme testimonio de fe en Jesucristo"
Francisco, "profundamente entristecido por la muerte de Su Majestad la Reina Isabel II", ofrece "de todo corazón" sus condolencias a la familia real británica
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"Profundamente entristecido al enterarme de la muerte de Su Majestad la Reina Isabel II, ofrezco de corazón condolencias a Su Majestad, los miembros de la familia real, el pueblo del Reino Unido y la Commonwealth". Estas son las primeras palabras del telegrama enviado por el Papa Francisco tras el anuncio del fallecimiento de la monarca.
"Me uno a todos los que lloran su pérdida para orar por el descanso eterno de la difunta Reina, y que rinden homenaje a su vida de incansable servicio al bien de la Nación y la Commonwealth, su ejemplo de devoción al deber, su firme testimonio de fe en Jesucristo y su firme esperanza en su promesas", reza la misiva enviada por la Santa Sede al ya rey de Inglaterra, Caros III.
Mensaje al nuevo rey
"Encomendando su noble alma a la bondad misericordiosa de nuestro Padre celestial, aseguro a Vuestra Majestad mis oraciones para que Dios todopoderoso sostenga con su gracia inagotable mientras tomas tus altas responsabilidades como rey", expresa Francisco dirigiéndose al nuevo monarca".
"Sobre usted y todos los que aprecian la memoria de su difunta madre, invoco la abundancia de las bendiciones divinas como prenda de consuelo y fortaleza en el Señor", concluye la misiva.
Elencuentro entre ambos, en 2014
Em marzo de 2014 se produjo el encuentro entre Isabel II, reina de Inglaterra y cabeza de la iglesia anglicana,y el Papa Francisco, que duró 17 minutos, en un salón adyacente al aula de audiencias Pablo VI.
Fue encuentro a puerta cerradas y sin periodistas, del que solo trascendieron los regalos que seintercambiaron.
Según comunicó la Santa Sede, el Papa Francisco regaló a la reina Isabel II un mapa mundi con una cruz de plata para su bisnieto, Jorge, hijo de los duques de Cambridge. Además, también le obsequió con un facsímile de un decreto del 600 que extiende el culto de San Eduardo, conocido como 'el Confesor', que fue rey de Inglaterra.
Por su parte, la reina Isabel II regaló al Pontífice con una cesta de productos biológicos como miel, carne y hasta con una botella de whisky escocés.