Paul Tighe: “La Inteligencia Artificial ya está dando forma a cómo pensamos”
El secretario del Dicasterio para la Educación y la Cultura asegura en ECCLESIA que el desafío es "cómo hacer que esa tecnología no sea presa de unas pocas manos"
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Paul Tighe es el secretario del Dicasterio para la Educación y la Cultura y probablemente el mayor experto vaticano en Inteligencia Artificial. Aunque apunta a algunas preocupaciones que suscita la IA y su constante presencia en nuestro día a día, hasta para las tareas más nimias, es optimista sobre el potencial de esta tecnología que puede contribuir a mejorar sustancialmente la vida de la humanidad. Asegura a ECCLESIA que el desafío es precisamente ese: cómo hacer «que esa tecnología no sea presa de unas pocas manos», sino que sus beneficios sean patrimonio de todos los habitantes del planeta. Por eso, la Iglesia está presente activamente en distintos foros internacionales para abogar por una Inteligencia Artificial «que no nos haga perder el sentido de lo que nos hace humanos».
“Conocer la contribución de la tecnología a la mejora de la vida humana”
Indica que “
. El Vaticano, la Iglesia, se interesa por la tecnología porque, en primer lugar, queremos reconocer la extraordinaria contribución de la tecnología a la mejora de la vida humana y, por ello, creo que es justo celebrar el lado positivo de la tecnología. Y creo además que es importante hacerlo antes de poner cualquier etiqueta. El Papa ha reconocido y valorado los logros de la tecnología en varios documentos, sin ir más lejos, por cómo ha ayudado en el ámbito de la salud o el transporte. La aplicación de la ciencia es algo que es necesario celebrar y reconocer”.
En relación a las esperanzas depositadas en la IA, explica que “
. Pienso en aplicaciones prácticas como en la Medicina. La Inteligencia Artificial puede comparar una resonancia magnética que muestra un tumor con las de cientos o miles de personas en todo el mundo y extraer patrones de desarrollo a una velocidad de análisis que ningún médico podría alcanzar. Pero está claro que necesitamos al médico para evaluar los resultados, para determinar la terapia y para tratar con el paciente. Por seguir con los ejemplos: en el caso del cambio climático, la Inteligencia Artificial puede suponer una herramienta extraordinaria por su capacidad de procesar predicciones meteorológicas para saber lo que se avecina. O pienso también en algunos desarrollos sobre criptomonedas que, si se utilizan adecuadamente, pueden crear mejores condiciones de mercado y un acceso más fácil a instrumentos financieros para las personas que tradicionalmente han estado excluidas del sistema bancario. Intentemos ver siempre lo positivo.
“No ser presos de unas pocas manos”
Sobre si hay que preocuparse por la Inteligencia Artificial expresa que “en cuanto a las cuestiones que preocupan, que ya están surgiendo, podríamos mencionar el hecho de que el uso y desarrollo de este tipo de tecnología han ido de la mano de una mayor desigualdad entre los ricos y los menos ricos. Creo que es compartida la preocupación sobre cómo poder asegurarnos de que esta tecnología, como medio de producción, no sea presa de unas pocas manos para que no se produzca una distribución desigual de la riqueza”.
Tighe afirma que la regulación global es “un gran desafío llegar a un acuerdo sobre los puntos y términos de referencia. A este respecto, se ha hecho ya un trabajo extraordinariamente bueno dentro del contexto europeo y se está tratando de establecer unos estándares a nivel mundial. El Vaticano también ha canalizado su preocupación a través del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral que se ha centrado en varios aspectos importantes. Uno es el futuro del empleo. Todavía no está tan claro que la tecnología pueda desplazar ciertos tipos de trabajos, pero otros que suponen tareas monótonas o incluso inhumanas o peligrosas sí podrían ser asumidos por las máquinas. En cualquier caso, hemos de tener claro que las personas no podrán ser sustituidas y que no se puede negar la posibilidad de trabajar a nadie”.
Por último, expone que “creo que sería muy útil enseñar a los jóvenes a identificar los modelos comerciales en los que se basan las redes sociales para captar su atención. Para ello, les presentan contenidos que refuerzan las opiniones que ya tienen. Es decir, de alguna manera es lo opuesto a lo dialógico y esto es el germen de la polarización. Estoy encerrado en mi grupo con las personas que están de acuerdo conmigo. A nivel pedagógico, debemos hacer que las personas estén cada vez más alertas ante cómo la Inteligencia Artificial ya está dando forma a cómo pensamos y a cómo reflexionamos. Nos podemos dar cuenta ya, sin ir más lejos, cuando estamos en una página web y aparecen pop-ups con anuncios adaptados a los intereses de cada uno de los usuarios. No son iguales para todos porque el algoritmo ha aprendido cuáles son nuestros intereses y quiénes somos. A veces puede ser un reflejo triste porque nos dice quiénes somos realmente en lugar de quiénes pensamos que somos”.