La pena de muerte no es cristiana

Desde este martes y hasta el viernes 18 de noviembre, Berlín acoge el VIII Congreso mundial contra la pena de muerte, un foro que reúne a casi un millar de personas de 125 países con un objetivo común: conseguir la derogación de la pena capital. Defensores de derechos humanos, abogados, políticos, religiosos, activistas e incluso personas que han estado en el corredor de la muerte ponen en común estos días los progresos realizados en los últimos años y las dificultades encontradas en el camino.

La pena de muerte no es cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica, tras la modificación de su n. 2267 introducida por el Papa Francisco en agosto de 2018, lo dice bien claro: «(…) La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona”, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».

En la encíclica Evangelium vitae (1995), «sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana», Juan Pablo II ya veía en como un «signo de esperanza» la «creciente oposición pública a la pena de muerte, incluso cuando tal pena se ve como una especie de “legítima defensa” por parte de la sociedad». Las sociedades modernas —escribía el santo Papa polaco en su punto 27— tiene los medios para «reprimir efectivamente el crimen de modo que, neutralizando a quien lo ha cometido, no se le prive definitivamente de la oportunidad de redimirse».

Legal en 80 países

Se calcula que el 60% de la población mundial —8.000 millones de personas desde ayer— viven en países donde todavía está vigente la pena capital. Ochenta naciones todavía la contemplan en su legislación, aunque treinta de ellas no llegan a aplicarla. China, Irán, Arabia Saudí, Estados Unidos, Japón, India, Pakistán, Bielorrusia, Indonesia, Nigeria, Egipto o Bangladesh son algunos de los países que siguen ejecutando reos.

Se calcula que en las cárceles de todo el mundo hay unas 30.000 personas en el corredor de la muerte. Amnistía Internacional documentó el año pasado al menos 579 ejecuciones en 18 países, pero se sabe a ciencia cierta que la cifra es muy superior. China, donde las ejecuciones son alto secreto, es, con diferencia, el Estado que más recurre a la pena de muerte, seguida probablemente de Irán (al menos 314 muertes en 2021) y Arabia (65). Irán, por cierto, acaba de condenar a la pena capital a una persona que fue detenida en el marco de las protestas en favor de libertad y reformas.

Desde 2001

Los congresos mundiales contra la pena de muerte se celebran desde 2001. Se trata de una iniciativa del Movimiento Político Cristiano Europeo que tiene lugar cada tres años. Hasta ahora ha habido encuentros en Montreal (2004), París (2007), Ginebra (2010), Madrid (2013), Oslo (2016), Bruselas (2019) y Berlín (2022). También ha habido encuentros regionales en Rabat, Kuala Lumpur y Abidjan.