¿Sabias que Karol Wojtyla participó en el Concilio Vaticano II hace hoy 60 años?
Juan Carlos Mateos, director de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios explica en este encarte de ECCLESIA la participación del Papa polaco en el Concilio
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Era el obispo más joven de Polonia y uno de los últimos nombrados por Pío XII. Con este bagaje personal y eclesial, es comprensible que sea uno de los intérpretes más autorizados del Concilio. Karol Wojtyla tenía cuarenta y dos años: como obispo participó en las cuatro sesiones del Concilio (1962-1965) y, como papa (1978- 2005) pudo aplicar las directrices del Vaticano II en el espíritu y la letra del Concilio.
Siempre manifestó un gran entusiasmo cuando habló del Vaticano II, al que consideró como «un especial don de Dios». Cuando echaba la mirada hacia atrás, con razón afirmaba satisfecho: «He tenido la especial fortuna de poder tomar parte en el Concilio desde el primer hasta el último día; deseo confiar este gran patrimonio a todos aquellos que son y serán en el futuro llamados a realizarlo. Por mi parte, agradezco al eterno Pastor que me permitió servir a esta grandísima causa en el curso de todos los años de mi pontificado».
Todo su magisterio estuvo marcado por las directrices emanadas del Vaticano II. Cuando publica la carta
, insta a que toda la Iglesia recale en el puerto seguro del Concilio: «El Vaticano II constituye un acontecimiento providencial. Se trata de un Concilio semejante a los anteriores, aunque muy diferente; un Concilio centrado en el misterio de Cristo y de su Iglesia y, al mismo tiempo, abierto al mundo.
».
Y al llegar al final de su vida, en su Testamento espiritual vuelve a resaltar la importancia del Vaticano II: «Al estar en el umbral del tercer milenio deseo expresar una vez más mi gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II, con respecto al cual, junto con la Iglesia entera, y en especial con todo el episcopado, me siento en deuda. Estoy convencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas de este Concilio que el siglo XX nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado».
La relación de Wojtyla y el Concilio abarca sus intervenciones en el Aula, sus trabajos en las comisiones — recordemos el papel tan relevante que tuvo en la redacción de la Gaudium et Spes y en la Dignitatis Humanae, la novedosa declaración sobre la libertad religiosa. Las numerosas reflexiones postconciliares (cartas, pastorales, homilías y conferencias) vienen a ser como diferentes miradas retrospectivas dirigidas al Vaticano II, el gran acontecimiento eclesial del siglo XX. Aunque recibe la ordenación episcopal en los años del comunismo (1958), ésta crece y madura durante el Concilio (1962-1965). «Mi vida como obispo —apunta el mismo Wojtyla— comenzó prácticamente con el anuncio del Concilio» (1959).