Silvio Báez expresa su preocupación por su "hermano obispo" Rolando Álvarez: "Quiero saber dónde y cómo está"
Rolando Álvarez permanece en arresto domiciliario en Managua desde el 19 de agosto pasado, sin que hasta ahora se le hayan formulado cargos
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El obispo auxiliar de la archidiócesis de Managua, Silvio Báez, expresó este martes su preocupación por la situación de su colega Rolando Álvarez que permanece en arresto domiciliario en Managua desde el 19 de agosto pasado - sin que hasta ahora se le hayan formulado cargos -, y de quien exigió su liberación.
"Estoy cada día más preocupado por mi hermano obispo, Mons. Rolando José Álvarez", escribió en Twitter el obispo Báez, quien se encuentra fuera del país desde hace 41 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad.
"Me uno al pueblo de Dios, exigiendo ver a Mons. Rolando, saber dónde y cómo está, y que la dictadura - en alusión al Gobierno del presidente Ortega - lo ponga en libertad", abogó el obispo auxiliar de Managua. "¡Ruego a la Iglesia (católica) en el mundo entero unirse a esta exigencia!", agregó.
Álvarez, de 55 años y obispo de la diócesis de Matagalpa, administrador apostólico de la diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, fue sustraído la madrugada del viernes 19 de agosto por agentes policiales del palacio episcopal provincial junto con cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo, después de haber estado 15 días confinados.
La policía lo acusa de subversivo
La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro de Ortega, acusa al alto jerarca de intentar "organizar grupos violentos", supuestamente "con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales", aunque de momento no han ofrecido pruebas.
Hasta ahora ni el Ministerio Público ni la Policía Nacional han presentado públicamente una acusación formal contra Álvarez, quien es el primer obispo arrestado desde que Ortega retornó al poder en Nicaragua en 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y organizaciones opositoras también ha exigido la "inmediata libertad" del obispo Álvarez y respeto a su integridad física y psicológica. El cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, dijo el pasado 4 de septiembre a EFE que Álvarez, a quien ha ido a visitar, "está bien de salud".
"He estado platicando con él (...) De salud me dijo que está muy bien. Lo encontré de mejor ánimo. Tuve un buen tiempo platicando con él. Y él nos pide que sigamos orando por él y que ojalá pues, el Espíritu Santo nos ilumine para que pronto solucionemos este conflicto", relató.
Brenes aseguró que Álvarez "está siendo bien cuidado. Su familia va dos veces por día a visitarlo. En la mañana y en la tarde", y que "su prima, que era la que le cuidaba la casa, limpiaba y le cocinaba los días que estaba en Managua, le sigue cocinando", indicó.
Las relaciones Iglesia-Estado
El arresto del obispo Álvarez y otros siete sacerdotes es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el Gobierno de Ortega, quien ha tildado de "golpistas" y "terroristas" a los jerarcas.
Este año, el Gobierno sandinista expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta. También ha llevado a prisión a siete sacerdotes, cerrado nueve estaciones de radio católicas y sacado de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos.
La Policía además ha ingresado por la fuerza y allanado una parroquia, impedido a los feligreses recibir la eucaristía dentro del templo y sitiado a otros sacerdotes en sus iglesias, entre otros. Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años. La comunidad católica representa un 58,5 % de los 6,6 millones de habitantes de Nicaragua, según el último censo nacional.