La singular vida de Lucía dos Santos, la niña a la que se le apareció la Virgen de Fátima junto a sus 2 primos

La Iglesia conmemora a los santos Francisco y Jacinta, los hermanos a los que se les apareció en 6 ocasiones la Virgen de Fátima en 1917 y murieron aún niños. ¿Qué fue de su prima?

La singular vida de Lucía dos Santos, la niña a la que se le apareció la Virgen de Fátima junto a sus 2 primos

Redacción Religión

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La Iglesia conmemora este lunes, 20 de febrero, a los santos Francisco y Jacinta Martos, los hermanos pastores a los que se les apareció en 1917, junto a su prima Lucía dos Santos, la Virgen de Fátima en la Cueva de Iría, este pequeño pueblo portugués donde se levanta actualmente el Santuario de Fátima.

Francisco y Jacinta solo tenían siete y nueve años cuando fueron testigos de la aparición mariana. Canonizados por el Papa Francisco en 1917, a Francisco y Jacinta, junto a su prima Lucía, se les apareció la Virgen hasta en seis oportunidades. En la tercera aparición, del 13 de julio, les reveló el Secreto de Fátima. Durante aquel período, los tres niños tuvieron que hacer frente a las incomprensiones de sus familias y vecinos, y a la persecución del gobierno portugués, profundamente anticlerical. Pero aceptaron esas dificultades con fe y valentía: “Si nos matan no importa. Vamos al cielo”.

Una vez que se produjeron las apariciones, los tres pastorcitos siguieron su vida normal, aunque esta fue muy corta. Francisco falleció a los once años, el 4 de abril de 1919, mientras que su hermana un año más tarde, con apenas diez años.

Jacinto y Francisco: una corta existencia de intensa entrega a Dios

Según las memorias de su prima Lucía, Francisco era un chico tranquilo, aficionado a la música. Jacinta por su parte era más afectiva y muy mimada, pero emocionalmente más frágil.

Tal y como dejó constancia Lucía dos Santos, la forma en la que los hermanos vivieron las apariciones de la Virgen de Fátima fue muy diferente: Francisco prefería rezar en soledad, mientras Jacinta se quedó aterrada por una visión del infierno supuestamente ocurrida en la tercera aparición, lo que hizo que su obsesión fuese salvar a tantos pecadores como fuera posible a través de la penitencia y el sacrificio, como pedía la Virgen María.

Este espíritu de entrega a Dios hizo que tanto Jacinta y Francisco contrajeran la gripe española en 1918, lo que a la postre les costó la vida. Y es que ambos practicaron duras penitencias, como mantener ayunos prolongados, lo que provocó que sus defensas estuviesen muy bajas.

El proceso de beatificación de los hermanos comenzó tres décadas después de que fallecieran el 30 de abril de 1952. El 13 de mayo de 1989 el Papa Juan Pablo II aprobó las virtudes heroicas de los niños reconociéndoles como venerables y, en el 2000, fueron beatificados por el Santo Padre polaco durante su visita al Santuario de Fátima, en presencia de su prima. Ya en 2017 fueron canonizados por Francisco.

Lucía dos Santos: una vida marcada por las apariciones

Lucía dos Santos era algo mayor que Jacinta y Francisco. Falleció en 2005 a los 98 años. Una existencia larga de servicio a Dios. Perteneció a la Orden de las Carmelitas Descalzas. El 17 de junio de 1921, con catorce años, ingresa en el colegio de las Hermanas Doroteas en Vilar en Oporto, para protegerla de los peregrinos que llegaban cada vez más a Cova da Iria y pretendían hablar con ella.

Cuatro años más tarde se trasladó a Pontevedra donde primero fue novicia y luego profesó como monja dorotea. Fue en este momento cuando tuvo una visión del Niño Jesús que señalaba el Inmaculado Corazón de María cercado por espinas, y se le pidió extender la devoción de realizar actos de piedad en reparación los primeros sábados de los cinco primeros meses del año.

El 15 de febrero de 1926, encontrándose en el patio del convento de Pontevedra, se le apareció de nuevo el Niño Jesús. Este edificio es conocido actualmente como el Santuario de las Apariciones.

El 13 de junio de 1929 tuvo una visión de la Santísima Trinidad y del Inmaculado Corazón de María en la capilla del convento de las doroteas de Tui, durante la cual la Virgen le comunicó que había llegado el momento de que el Papa realizase la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón en unión con todos los obispos del mundo.

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Con la llegada de la Segunda República Española, y dado el clima anticlerical que imperaba en nuestro país, Lucía se desplazó unos meses hasta Rianxo, donde también tuvo apariciones en la vivienda donde estuvo y en la capilla de la Virgen de Guadalupe.

También tuvo influencia en la creación del Opus Dei en Portugal, ya que conoció a su fundador, José María Escrivá de Balaguer, a quien animó a instaurarlo en el país luso. Ya en la década de los cuarenta regresó a Portugal para ingresar en el Carmelo de Santa Teresa en Coímbra, donde profesó sus votos como carmelita descalza el 31 de mayo de 1949. Fue allí donde escribió dos volúmenes sobre sus memorias y las apariciones de Fátima.

El 14 de febrero de 2008 el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos hizo público el inicio de la fase diocesana de la causa de beatificación, transcurridos tres años después de su muerte.

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