Ya son tres los sacerdotes secuestrados en Nigeria en el último mes
El norte y noroeste del país están siendo asolados por bandas armadas que matan y extorsionan impunemente
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La violencia se extiende en Nigeria, el país más poblado de África donde viven cien millones de cristianos, cincuenta millones de ellos católicos. En las últimas semanas han sido secuestrados allí tres sacerdotes, sin que hasta la fecha se tenga noticia de quiénes son sus captores ni de si han pedido rescate por ellos.
El primero, el Padre Joseph Akete Bako, fue apresado el 8 de marzo, de madrugada, en su residencia próxima a la iglesia de San Juan en Kudenda, en la archidiócesis de Kaduna. Los atacantes mataron a golpes a un guardia de seguridad, y además de al cura se llevaron consigo a otras cuatro personas de las viviendas cercanas, según la diócesis.
El segundo presbítero es Félix Zakari Fidson, del clero de la diócesis de Zaria, también en el Estado de Kaduna. Su captura se produjo el 24 de marzo, nada más salir de su residencia. Tres días después, el 27, hombres armados sin identificar raptaban junto a otras 44 personas a Leo Raphael Ozigi, párroco de la iglesia de Santa María en la aldea de Sarkin Pawa. La incursión, también de madrugada, se produjo en la zona de Munya, en el Estado de Níger, que divide el norte (mayoritariamente musulmán) del sur, de mayoría cristiana.
En esta misma región de Munya, unas veinte personas murieron ahogadas el pasado miércoles en el río Guni-Zumba al hundirse la embarcación en la que trataban de huir de otro ataque de «bandidos». El término «bandidos» es utilizado por las autoridades y los medios de comunicación nigerianos para aludir a las bandas criminales que secuestran y saquean impunemente con fines de extorsión. Solo en las últimas semanas, estas bandas, que controlan importantes territorios, han cometido decenas de ataques y secuestros en aldeas, escuelas y medios de transporte, muchos en el citado Estado de Kaduna.
Una de las acciones de mayor repercusión ha sido el asalto, el día 28, a un tren que había partido de Abuya, la capital del país, con casi 400 pasajeros. Decenas de hombres armados detonaron una bomba en las vías y, tras conseguir detenerlo, lo asaltaron. Según los testigos, dispararon indiscriminadamente a los pasajeros y se dirigieron a los vagones de primera clase. Los datos oficiales hablan de ocho muertos y 26 heridos. Se cree que secuestraron a un importante número de pasajeros, pues, según Samuel Aruwan, responsable de Seguridad Interior de Kaduna, «hay muchas personas de las que se desconoce su paradero». Entre los apresados estaría el director del Banco de Agricultura.
Este es el segundo asalto en pocos días a un tren, un medio de transporte más seguro que la carretera, donde los secuestros con fines de extorsión son mucho más frecuentes. Sin ir más lejos, el día 30 se produjo un asalto en la autopista Kaduna-Abuya, siendo apresados también algunos automovilistas.
«Peligro de extinción»
Los secuestros de presbíteros en Kaduna han vuelto a hacer saltar las alarmas. Y así, el obispo de la diócesis de Kafanchan, Julius Yakubu Kundi, ha denunciado que los cristianos de la zona «se están convirtiendo gradualmente en una especie en peligro de extinción». «Es bastante escandaloso —se lamenta— que mientras el pogromo contra los cristianos del sur de Kaduna y del Cinturón Medio se está transformando en un genocidio, las narrativas del gobierno y de la comunidad internacional lo presenta como un enfrentamiento étnico que puede ser cómodamente controlado por las fuerzas del orden de Nigeria».
En marzo de 2020, la Conferencia de Obispos Católicos (CBCN) ya denunció la creciente inseguridad. Los obispos convocaron una manifestación y salieron a las calles de Abuya para denunciar los brutales asesinatos de Boko Haram, por un lado, y de los pastores fulani, por otro, así como la falta de respuesta a la violencia por parte del gobierno.
La lista de sacerdotes que han sido secuestrados desde entonces es larga. Solo en el último año ha habido casi una docena de apresamientos más. Así, por ejemplo, el Padre Harrison Egwuenu, fue capturado en la localidad de Abraka, en el Estado del Delta, en marzo de 2021, mientras que el claretiano Izu Marcel Onyechoa lo fue en abril, siendo ambos posteriormente liberados. En mayo fue asaltada la parroquia de San Vicente Ferrer de Malunfashi, en la diócesis de Sokoto, y secuestrados los Padres Joe Keke y Alphonsus Bello. El primero recuperó la libertad unos días más tarde, pero el segundo fue asesinado. En julio, la afectada fue la diócesis de Maiduguri en la persona del Padre Elijah Juma Wada, quien tuvo suerte y consiguió escapar. En septiembre, el objetivo de los «bandidos» fue Luka Benson Yakusak, un cura de la diócesis de Kafanchan que sería liberado veinticuatro horas después. Y en diciembre, el Padre Joseph Ajayi, de la diócesis de Ondo. El último secuestro exprés hasta ahora había sido el de Joseph Danjuma Shekari, llevado a la fuerza el 6 de febrero también en Kafanchan, y liberado al día siguiente. En el ataque a la casa parroquial, sin embargo, fue asesinado el cocinero de la residencia.
El intento de secuestro, el día de Nochebuena, de Luka Adeleke, párroco de San Antonio en Ojemo Fadipe (Estado de Ogun) acabó con la muerte de este presbítero, de solo 38 años.