Todo lo que debes saber sobre el Sínodo sobre Sinodalidad: ¿Qué demandan los fieles a la Iglesia en el futuro?
Este domingo comienza en cada diócesis el Sínodo que culminará en octubre de 2023. La Iglesia escuchará las demandas de los fieles pero tratando de implicar a los alejados
Roma - Publicado el - Actualizado
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1. Comencemos por el principio. ¿Sabemos qué es un Sínodo?
Sínodo y Sinodalidad, dos palabras que escucharemos con frecuencia a lo largo de los dos próximos años y que por mucho que se repitan no siempre se entienden.
El Sínodo de Obispos es uno de los organismos que ayudan al Papa en su tarea de magisterio y de gobierno. En la práctica vienen a ser “miniconcilios” de unos doscientos o trescientos obispos. Lo más parecido a un foro de encuentro y de reflexión.
Una de sus principales características es que es solo consultivo. No tiene capacidad de decisión, pero resulta fundamental para ayudar a entender a fondo los temas que se abordan. El habitualmente largo documento final, que se somete a votación, ofrece al Papa una serie de propuestas que suelen convertirse en documentos de magisterio bajo la forma de exhortaciones apostólicas.
La mayoría de los participantes son elegidos por las conferencias episcopales del respectivo país, y al resto los nombra el Papa. Suelen participar miembros de otras confesiones cristianas, de expertos en cada tema y de “oyentes” de todo tipo, incluidas personas de otras religiones, que aportan sus puntos de vista en las reuniones de los grupos de trabajo lingüísticos.
Sinodalidad es una de las palabras que forman parte del vocabulario de Francisco. Se la hemos escuchado en numerosas ocasiones. Ya en octubre de 2015, en un discurso con motivo del cincuentenario de la institución del Sínodo de Obispos, Francisco afirmaba que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.
El Papa desea implicar a toda la Iglesia en la reflexión sobre lo que nos demanda el mundo de hoy. La sinodalidad abarca a todo el pueblo de Dios, incluyendo los sacerdotes, religiosos y, por supuesto, la gran mayoría de los laicos. Son precisamente los laicos los auténticos protagonistas del próximo Sínodo, que incluye la gran novedad de convertirse en un “itinerario sinodal” .
En la base de este Sínodo sobre la Sinodalidad se encuentra el deseo de escuchar a los fieles a todos los niveles -a partir de la parroquia, la diócesis, la conferencia episcopal, etc.- antes de tomar cualquier decisión importante de gobierno.
En el Documento preparatorio, presentado por el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de Obispos, y sus dos subsecretarios -la hermana francesa Natalie Becquart y el agustino español Luis Marín de San Martín- señala que “este itinerario, es un don y una tarea: caminando juntos, y reflexionando juntos sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión”.
2. Un poco de historia
En la historia de la Iglesia no es ninguna novedad que los obispos se reúnan, pero el Sínodo de Obispos como institución permanente de consulta fue creado por Pablo VI en 1965, siguiendo la propuesta del concilio Vaticano II de dar continuidad a la asamblea mediante reuniones periódicas de algunos obispos en representación del mundo entero.
Desde 1965 hasta 2021 se han celebrado en Roma veintinueve sínodos de Obispos. El de la Sinodalidad hará el número 30 y se convertirá en el 5º Sínodo convocado por Francisco, quien abrió el primero invitando a todos a “hablar con valentía y escuchar con humildad”.
En los primeros Sínodos había muy poco debate. En las sesiones plenarias se sucedían los discursos y solo se dialogaba en las reuniones de los grupos de trabajo organizados según los principales idiomas de los participantes. Fue Benedicto XVI quien introdujo un breve momento de debate en el aula al final de cada día. Francisco impulsó esa línea, aumentando el tiempo de debate.
3. ¿Cuántas clases hay de Sínodos?
Se dividen en tres tipos: ordinarios, extraordinarios y especiales.
Los sínodos “ordinarios” están destinados a tratar asuntos de interés para toda la Iglesia universal tales como la fe, el sacerdocio, la evangelización, la tarea de los obispos, la eucaristía, la familia o los jóvenes.
Los sínodos “extraordinarios” están dedicados a asuntos urgentes en su momento.
También existen los sínodos “especiales”, en los que participaban, sobre todo, obispos de algunas áreas geográficas para estudiar los problemas y la evangelización de las respectivas zonas. A veces se limitaban a países como Holanda o el Líbano, pero casi siempre abarcaban continentes enteros -Europa y África dos veces cada uno- o bien áreas muy específicas como Oriente Medio o la Amazonia.
4. ¿Cuál es el mecanismo de un Sínodo?
En los últimos Sínodos se ha reforzado la participación de los laicos, sobre todo en las fases previas, incluyendo el envío de cuestionarios a todas las parroquias e incluso cuestionarios abiertos en Internet sobre los temas tratados en cada uno de ellos.
El “documento de trabajo” que refleja el resultado de esa consulta previa no es un documento de magisterio sino meramente descriptivo.
El documento final de sugerencias al Papa se vota párrafo a párrafo y, desde este pontificado se hacen públicos los votos a favor y en contra que recibe cada uno de ellos. Si un párrafo no reúne dos tercios de votos favorables, no se considera parte del documento, pero se publica en cualquier caso.
En las asambleas por grupos lingüísticos es frecuente el intercambio de opiniones, algunas de ellas confrontadas. Es importante no dejarse llevar por quienes desde fuera exageran estas diferencias de puntos de vista como si fueran “profunda división” o “grave desacuerdo”, cuando forman parte de la normalidad del método de trabajo y de intercambio que se busca en el Sínodo.
La Secretaría del Sínodo desempeña un papel decisivo a la hora de sintetizar las intervenciones y preparar el borrador del documento final.
5. ¿Qué tenemos que tener en cuenta en este Sínodo sobre Sinodalidad?
El Sínodo fue inaugurado por el Papa Francisco en Roma el pasado 9 de octubre y, por primera vez, por cada obispo en su propia diócesis este domingo 17 de octubre se desarrolla en tres fases: diocesana y nacional a lo largo de 2022, continental y mundial en 2023.
La asamblea y el debate en cada diócesis concluirá con el envío de un documento a la conferencia episcopal que, a su vez, redactará un documento nacional y transmitirá a Roma tanto los diocesanos como el suyo propio.
Con esos datos, la secretaría general del Sínodo elaborará un documento de trabajo que estudiarán las conferencias continentales de obispos, que hasta ahora no formaban parte del proceso de debate y discernimiento.
Con las conclusiones de las asambleas continentales, la secretaría general del Sínodo elaborará un segundo documento de trabajo para el debate final en Roma en octubre de 2023.
6. El propio Francisco, como obispo de Roma, explica a su diócesis en qué consiste el Sínodo
La mejor forma de comprender qué es lo que el Papa pretende con este Sínodo es acudir al discurso que el mismo quiso dar a varios millares de fieles miembros de su diócesis.
En el encuentro con sus fieles diocesanos, Francisco les invitó a involucrarse a fondo repitiendo como propia la famosa frase de comienzo de pontificado de san Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo!”.
Francisco les animaba a la apertura: “Si la parroquia es la casa de todos en el barrio, y no un club cerrado, dejad abiertas las puertas y las ventanas. No prestéis atención solo a quien frecuenta la parroquia o piensa como vosotros, que serán el 3, 4 o 5 por ciento, pero no más. Permitid entrar a todos”.
Es una idea a la que el Papa se ha referido en distintas ocasiones: Jesús nunca se encerraba con los “perfectos” sino que salía al encuentro de publicanos, pecadores públicos, mujeres marginadas, soldados del ejército romano de ocupación, leprosos…
El 17 de octubre de 2015, en un discurso con motivo del cincuentenario de la institución del Sínodo de Obispos, Francisco afirmaba que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.
7. El calendario del Sínodo para no perderte
Apertura del Sínodo (octubre 2021)
La apertura del Sínodo tendrá lugar en el Vaticano y en cada diócesis. El Papa Francisco lo inaugurará en el Vaticano el 9 y 10 de octubre.
El domingo 17 de octubre se abre en las diócesis bajo la presidencia del respectivo obispo.
Fase diocesana (octubre 2021 - abril 2022)
La Secretaría General del Sínodo procederá a la redacción del primer Instrumentum Laboris (antes de septiembre 2022).
Fase continental (septiembre 2022 - marzo 2023)
Las Asambleas continentales terminarán con la redacción de un documento final, que será enviado a la Secretaría General del Sínodo (marzo 2023).
La Secretaría General del Sínodo procederá a la redacción del segundo Instrumentum Laboris (antes de junio 2023).
Fase de la Iglesia Universal (octubre 2023)
La Secretaría General del Sínodo enviará el segundo Instrumentum Laboris a los participantes de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Celebración del Sínodo de los Obispos en Roma, según los procedimientos establecidos en la Constitución Apostólica Episcopalis Communio (octubre 2023).
9. Alguno de los temas sobre los que se hablará en el Sínodo
El Documento preparatorio del Sínodo sobre la Sinodalidad invita a reflexionar sobre cómo "son escuchados los laicos, en particular los jóvenes y las mujeres" o sobre cómo se promueve "dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos".
Entre las preguntas que figuran en el texto nos encontramos las siguientes: ¿Cómo funciona la relación con el sistema de los medios de comunicación (no sólo los medios católicos)?"; "¿Quién habla en nombre de la comunidad cristiana y cómo es elegido?"; "¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades?"; "¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia y en el ejercicio de la función de santificación?"; "¿Cómo promovemos la participación en las decisiones dentro de comunidades jerárquicamente estructuradas?".
El documento preparatorio y el Vademécum pretenden ser un apoyo, pero no son una imposición, sino que dejan abierta la posibilidad de interpretación a la luz de las distintas situaciones diocesanas.