Todo lo que te gustaría saber sobre la Compañía de Jesús en 270 preguntas el trigésimo sucesor de San Ignacio

Aquella grave herida producida por una bala de cañón cambió para siempre la vida de San Ignacio. Y en cierta forma la de todos los que 500 años después conmemoran el quinto centenario de su conversión. El 20 de mayo de 1521 los franceses entraron en Pamplona. Para defender la ciudad tan sólo quedó una pequeña guarnición parapetada en el castillo. Uno de sus capitanes era Íñigo de Loyola.

Tras una larga y dolorosa operación, la forzada convalecencia y las lecturas de la Vida de Cristo y de los Santos le abrieron los ojos y cambió su horizonte. Ese primer momento “bala de cañón” aparece como una idea que se repite entre las páginas de este libro, buque insignia del “Año Ignacio 500”, en el que el periodista Darío Menor, corresponsal de El Correo y Vida Nueva, afronta junto al P. Arturo Sosa grandes cuestiones del momento como la pandemia, la crisis espiritual de la humanidad, la situación actual de la Iglesia y de la Compañía de Jesús, la situación de Venezuela, o la relación con el primer papa jesuita de la Historia.

Pero también, - y aquí está uno de los alicientes del libro -, muchas de las pequeñas y grandes preguntas que creyentes y no creyentes se hacen a diario. Una lectura que no deja indiferente, porque se trata de un “libro-instrumento” que incluye textos para la reflexión, que invitan a mirar la historia personal y del mundo con ojos nuevos, abriendo paso a la conversión y el discernimiento.

El P. Sosa subraya en el libro que “cuando Ignacio sufrió su herida reimaginó su vida. Antes tenía una misión muy pequeña: quería ser famoso como soldado. Poco a poco vio que sus posibilidades de vida eran más grandes. Se dio cuenta de que Dios tenía un sueño más grande para él. La espiritualidad ignaciana ayudar a la gente a salir del pequeño sueño que tienen para sí mismos y ver que hay un sueño mucho más amplio”. Durante la presentación mundial del libro, el superior general de los jesuitas hizo notar la gran paradoja de que la herida en la pierna puso a Ignacio en camino para fundar una familia espiritual que ha acercado a Cristo a millones de personas a lo largo de los últimos 500 años. De ahí que Darío Menor se haya referido al papel de los jesuitas en la historia como la “navaja suiza” de la Iglesia, trabajando en todos los frentes, y presente hoy en 127 países.

El propio Papa Francisco, cuando recibió el libro en su casa de Santa Marta se refirió al cambio que supuso para Ignacio de Loyola la herida en Pamplona. Durante este encuentro mostró a los autores una impactante escultura en madera realizada por unos presos de la cárcel de Padua. De una especie de bloque de madera surgían unas manos en busca quizás de libertad o de renovación. Aseguraba Francisco que era un momento “bala de cañón”, como pretende ser este libro para cada una de las personas que lo tenga en sus manos.

El proyecto editorial del Grupo de Comunicación Loyola incluye un prólogo de la religiosa Jolanta Kafka, presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales, en el que se detiene en otro de los episodios más significativos de la vida de San Ignacio, cuando en torno al año 1524 pedía dinero sentado en un escalón de la iglesia de Santa María del Mar, en Barcelona. Este prólogo da una de las claves para la lectura del libro: “Te vas a encontrar aquí con un caleidoscopio de preguntas. Ojalá, en medio de tantas, puedas identificar al menos una de las que tú también llevas dentro y confrontarte con la respuesta. Tal vez, incluso, encuentres preguntas y descubras en ellas a Dios que te está interpelando a ti y espera tu respuesta”.

Las 24 horas de entrevistas personales a lo largo de 12 semanas, que Darío Menor mantuvo con el P. Sosa descubren etapas poco conocidas de la vida del Superior de la Compañía de Jesús, como que quiso ser médico, el origen de su vocación, sus primeros amores, el interés por la política heredado de su padre, que le llevó incluso a participar en disturbios estudiantiles, su preocupación por la situación que atraviesa su país, Venezuela, o la amistad que en un momento concreto de su vida mantuvo con Chávez. Pero las preguntas directas y sin filtro de Darío Menor ahondan sobre todo en cuestiones más profundas, que al propio periodista le han llevado a “detenerte, a mirar hacia adentro, a evaluar lo que ves y a reflexionar sobre lo que sería mejor si lo cambiaras”.

“En camino con Ignacio” se publica simultáneamente en 10 idiomas justo cuando comienza el Año Ignaciano, cuyo objetivo, es invitar al mundo a mirar su realidad de una manera más profunda. En palabras del P. Sosa: “San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús para ayudar a las almas, para ayudar a la gente a ver que Dios está trabajando en la realidad de sus vidas y a apreciar el sueño más amplio y más grande al que Dios nos llama cada día. Cada uno de nosotros puede tener una relación personal y apasionada con Dios. Darse cuenta de esto fue el gran punto de inflexión en la vida de Ignacio; puede ser también nuestro punto de inflexión también”.

Quince frases del P. Arturo Sosa del libro “En camino con Ignacio”, que te harán reflexionar:

-La experiencia de Dios no te reduce, sino que te amplía, la mirada sobre ti mismo, la humanidad y la historia

-La conversión es estar en camino de convertirse en seres humanos más plenos. Y no se da nunca de golpe y porrazo, sino que se trata de un proceso que dura toda la vida.

-Abordar honestamente las preguntas y buscar respuestas con nuestros amigos, nuestras familias y nuestra comunidad de fe es el camino a seguir para una vida más profunda, más satisfactoria y más solidaria que esté más en sintonía con el sueño que Dios tiene para nuestro mundo.

-La transformación que supone la conversión no se vive sin crisis profundas, como vemos en el Evangelio.

-Jesús nos muestra cómo el modo de responsabilizarse de la propia vida es saliendo de sí mismo para poner al otro al centro.

-Para mí una de las experiencias más bonitas es el encuentro con Jesús por medio de la oración inspirada en el Evangelio. Conforme uno se va haciendo mayor, la oración se va haciendo cada vez más contemplativa

-Debemos poner las cuestiones que decidamos en el crisol de la oración, no se trata solo de estudiarlas y discutirlas lo suficiente.

-Más que en el mismo barco, el coronavirus nos puso a navegar en la misma fortísima tempestad, pero no todos navegamos en la misma embarcación. En unas se notan más las olas que en otras.

-La política debe lograr una distribución de los bienes diferente, permitiendo de esta manera superar la pobreza y la escandalosa desigualdad, que no se logra reducir pese al crecimiento económico

-La pandemia ha podido ser para mucha gente una invitación a ver dónde tenía puestas sus seguridades y a revisar por qué se sentía intocable.

-Para conseguir realmente un cambio hace falta audacia, lo que resulta poco común, pues implica una renuncia a lo que teníamos antes, a lo conocido que nos resulta familiar, a nuestra zona de confort. Hay que tener coraje para afrontar un camino incierto y con riesgos que no siempre estamos dispuestos a correr

-Toda ideología es tramposa, porque supone una distorsión de la libertad de pensamiento. La ideología te pone unas lentes y te obliga a ver las cosas de una sola manera. Es algo diferente a las ideas, que espero que todo el mundo tenga, para explicarse el mundo

-Las guerras son la ausencia de política, surgen cuando los pueblos no son capaces de resolver sus conflictos por medio del diálogo

-El amor de Dios se manifiesta en la fraternidad, la justicia y la vida digna para todos. Si tenemos estructuras sociales que producen justo lo contrario, es que son estructuras de pecado, porque ponen la atención en otra parte

-Tenemos que transformar nuestra vida para lograr una relación distinta con el medioambiente y dar testimonio de ello. El cambio interior nos permite que la cuestión medioambiental esté presente en nuestro trabajo. Este cambio interior se fundamenta para nosotros en Cristo. Sin él nos quedamos en un puro discurso vacío, en una ideología.