Véronique, la primera síndrome de Down en ser monja gracias a la Madre Line: "No está incapacitada"

La primera comunidad contemplativa que recibe a personas con síndrome de Down en la vida consagrada está en Francia: las Hermanas Discípulas del Cordero: conoce su historia

Véronique, la primera síndrome de Down en ser monja gracias a la Madre Line: "No está incapacitada"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La primera comunidad contemplativa en el mundo que recibe a personas con síndrome de Down en la vida consagrada está en Francia: son las Pequeñas Hermanas Discípulas del Cordero. Esta aventura comenzó en los años ochenta cuando Line, una mujer francesa con vocación religiosa, conoció a Vèronique, adolescente con síndrome de Down.

Ambas querían formar parte de una congregación religiosa, pero Vèronique no era admitida en ninguna de ellas. Aquel obstáculo hizo que Line no se quedara de brazos cruzados, por lo que fundó su propia congregación, Las Pequeñas Hermanas Discípulas del Cordero.

No fue tarea sencilla, aunque en este proceso las dos religiosas contaron con el apoyo de un pediatra francés reconocido como Jérôme Lejeune, el hoy siervo de Dios que descubrió la trisomía 21 (causa del síndrome de down), desvelando así que dicha condición se debe a la presencia de un cromosoma extra.

En una entrevista concedida a 'Vatican News' Line, la Madre Superiora de las Hermanitas Discípulas del Cordero, recordaba cómo se puso en contacto con varias comunidades que acogían a personas con discapacidad, pero a personas con síndrome de Down: “Fue el encuentro con la joven Véronique, una niña con síndrome de Down, la que nos inspiró para un nuevo comienzo. Me prometí a mí misma ayudarla para cumplir su vocación", relataba en la entrevista hace unos años Line.

Y es que Véronique había sentido la llamada de servir al Señor, pero el síndrome de Down hizo que la rechazaran en todas las comunidades donde había ido. De hecho, el derecho canónico y las reglas monásticas no prevén la admisión a la vida religiosa de las personas con discapacidades mentales.

El progresivo reconocimiento de la Iglesia

Line y Véronique tardarían catorce años para que fueran reconocidos los estatutos de esta comunidad especial, que tiene su propio estilo original. El comienzo de ambas fue en 1985 en un pequeño apartamento, a la que se unió otra joven con síndrome de Down.

En 1990 el arzobispo de Tours, el cardenal Jean Honoré, tramitó en Roma la autorización de la Santa Sede para reconocerla como una asociación pública de fieles laicos. Pero a mediados de los noventa, el creciente número de integrantes obligó a Line a trasladar a las Hermanitas a otro lugar, concretamente a una propiedad de Le Blanc, una ciudad de 6.500 habitantes en la diócesis de Bourges.

Fueron muy bien recibidas por el arzobispo de la diócesis, Pierre Plateau, figura también fundamental para que las hermanas obtuvieran el reconocimiento vaticano. El objetivo era obtener el estatus de un instituto religioso contemplativo, que finalmente obtuvieron en 1999.

“Mons. Plateau fue realmente un padre para nuestra comunidad: era muy cercano a las personas con síndrome de Down", expresaba la Madre Line en 'Vatican News'.

Las hermanas desarrollaron gradualmente el priorato y la capilla y en 2011 obtuvieron el reconocimiento definitivo de sus estatutos, gracias a la intervención del arzobispo Armand Maillard, quien también había brindado su apoyo a la comunidad, fuente de vida y alegría en este territorio.

Una comunidad de vida entre hermanas capaces y Down

El 80% de las hermanas que integran la comunidad son síndrome de Down que funcionan con gran autonomía gracias a la rutina, como apostillaba la Madre Line: “La vida contemplativa permite vivir a un ritmo regular. Para las personas con síndrome de Down, los cambios son difíciles, pero cuando la vida es muy regular, logran gestionarla bien".

La vida cotidiana recorre las funciones diarias, la Misa se celebra todos los martes en la capilla y las diversas actividades: talleres de tejido y cerámica y, más recientemente, la creación de un jardín de plantas medicinales.

Por su parte la hermana Véronique, contaba en la entrevista que es feliz con su vocación: “Jesús me hizo crecer en su amor. Después de haber sido rechazada en la comunidad, mi alegría fue cuando, el 20 de junio de 2009, pude hacer votos perpetuos en el Instituto de las Hermanitas, discípulas del Cordero. Es mi mayor alegría, ser la esposa de Jesús".

La Madre Line encuentra en las religiosas con síndrome de Down una increíble fuerza espiritual. "Conocen la Biblia, la vida de los santos, tienen una memoria fabulosa. Son almas de oración, muy espirituales, muy cercanas a Jesús", dice asombrada, viendo en su sencillez un signo profético para nuestro tiempo. "¡Sus almas no están incapacitadas! Al contrario, están más cerca del Señor, se comunican con Él más fácilmente. Las hermanas hábiles de la comunidad aprecian particularmente su capacidad de perdonar, la capacidad de animar a sus hermanas encontrando la frase correcta de la Biblia que da sentido al día”, subrayaba.

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La muerte de Rose-Claire

Los inicios de la comunidad estuvieron marcados por la muerte prematura, a los 26 años, de Sor Rose-Claire, en el año 2013. Fue una monja rodeada de un aura de santidad, tras las huellas de Santa Teresa de Lisieux, a la que amaba mucho.

La Madre Line cuenta la reacción de las Pequeñas Hermanas con síndrome de Down, de las cuales temía la gran sensibilidad emocional, pero que finalmente acogieron este acontecimiento con serenidad, poniendo todo bajo la mirada de Dios. "Cuando a la mañana siguiente fui a su celda a hablar con ellas, la primera me dijo: ‘Es el deseo del cielo’; el segundo me animó: ‘Debemos resistir’. Tengamos fe".

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