La dura reacción del gobierno de Eritrea contra la Iglesia católica
El régimen político de Eritrea, uno de los más duros del mundo, reacciona contra los obispos católicos cerrando 22 centros de salud
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El gobierno de Eritrea ha decidido cerrar 22 centros de salud que gestiona la Iglesia Católica. Se trata de uno de los países más pobres de África, dominado por un régimen político especialmente duro que, según parece, está en contra de una carta pastoral donde los obispos católicos piden implantar la justicia social.
El eritreo es uno de los regímenes políticos más duros del mundo, una dictadura que ha creado una especie de estado-prisión y ha militarizado a la población. Las investigaciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU afirman que el régimen ha optado por un sistema de terror y del informe se desprende la posibilidad de llevar a los principales líderes eritreos ante la Corte Penal Internacional.
El régimen no tolera discrepancias y ha decidido cerrar 22 centros de salud gestionados por la Iglesia católica, que cada año prestan asistencia a 170.000 personas, con un servicio de alta calidad y sin hacer distinciones religiosas o étnicas. La historia de los hospitales católicos del país es muy antigua; fueron construidos en la época del emperador Haile Selassie, cuando Eritrea formaba parte de Etiopía. Con altibajos, especialmente difíciles en la época del terror de la dictadura comunista de Menghistu, han perseverado en su trabajo.
La decisión del gobierno se interpreta como reacción a una carta pastoral de los obispos católicos del pasado mes de abril, en la que se pedía un "cambio decisivo e histórico" para implantar la justicia social. En una carta dirigida al Ministro de Sanidad, los obispos han expresado su amargura e incomprensión por el fondo y la forma de lo sucedido. En algunos centros han sido vistos soldados intimidando al personal de servicio de las clínicas, obligando a los pacientes a evacuar las instalaciones, y alguna religiosa ha sido arrestada al negarse a entregar las llaves de su clínica.
Los obispos se preguntan cómo es posible que el Estado irrumpa repentinamente en esas instalaciones, sin un gesto de reconocimiento por la colaboración que la Iglesia le ofrece desde hace décadas, por el bien de la nación, además advierten que varios centros de salud están ubicados dentro de casas religiosas, por lo que entrar en ellos significa violar la libertad y el espacio vital de la Iglesia. En esta dura carta no eluden hablar de una persecución que pretende socavar la existencia misma de la Iglesia. El Arzobispo de Asmara ha pedido a sus fieles ayuno y oración durante tres semanas para pedir ayuda al Señor en este momento de prueba.