La labor de Cáritas con los vecinos de La Cañada: “Su agotamiento anímico contrasta con su espíritu de lucha”

La entidad de la Iglesia llegó a Cañada Real en 2009. Su labor, además de paliar los casos de extrema necesidad, se centra en contribuir a reinsertar laboralmente a sus vecinos

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José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Cáritas es una de las entidades que está presente en la Cañada Real Galiana para tratar de paliar en lo posible las situaciones de extrema pobreza que viven la mayoría de sus habitantes. La llegada de la ONG de la Iglesia Católica a la zona se remonta al año 2009, aunque no fue hasta 2011 cuando se instalaron en la antigua fábrica de muebles.

Para acceder a la fábrica previamente hay que atravesar alrededor de un kilómetro de carretera de tierra en pésimas condiciones. A ambos lados de la carretera los asentamientos, coches en distinto grado de deterioro o las hogueras para hacer frente al frío forman parte del paisaje, además de la decena de niños que 'en comandita' llenan de ruido y vida una zona que está apagada y angustiada.

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En las instalaciones de Cáritas espera a Aleluya el responsable de la ONG en Cañada Real, Pablo Choza. Nos preguntó si nos habíamos perdido: “Sorprendentemente no”, le contestamos con tono de sorpresa.

Las instalaciones de Cáritas tampoco escapan al corte de suministro eléctrico por lo que, cuando cae la noche, tratan de sobrevivir como el resto de las familias: “Hemos comprado pequeños focos para ampliar las clases de apoyo educativo. También compramos pequeñas estufas para hacerlo más soportable”.

El refuerzo escolar y mejorar las competencias laborales, prioridad para Cáritas

Llegamos minutos antes de que los más pequeños iniciaran sus clases de refuerzo, a primera hora de la tarde. El edificio, de dos plantas, está integrado fundamentalmente por aulas y un alargado jardín de infancia con vistas al Ensanche de Vallecas: “Nuestra misión aquí es la de la Iglesia, acompañar y acoger, estar al lado de ellos, con las personas que necesiten apoyo, un acompañamiento”, nos cuenta Pablo Choza.

Un acompañamiento que, bajando a lo concreto, se centra especialmente en reforzar la formación académica de los niños y adolescentes, además de adaptar a los mayores a un mercado laboral cada vez más exigente: “Hay vecinos que tienen que adaptar su nivel de formación, y planteamos esa posibilidad desde Cáritas, porque al no haber apenas medio de transporte, no se pueden trasladar a otros centros para recibir esta formación”, precisa el responsable de la entidad en Cañada.

La ayuda de Cáritas para paliar los efectos del corte de suministro

Por otro lado, Cáritas trata de ayudar a los vecinos con menos recursos a hacerse con aparatos que les permita tener un mínimo de suministro eléctrico del que carecen los 4.500 habitantes de Cañada Real desde el pasado 2 de octubre: “Las familias se están buscando la vida para mantener un poco el calor y la electricidad en las casas. Esto pasa por la compra de generadores que se alimenta de gasoil, estufas que se nutren de las bombonas o de la leña... Pero todo esto supone un coste económico muy alto para la realidad de estas familias. Por tanto, la Iglesia apoya en la búsqueda de medios económicos para ayudar a estas personas a obtenerlo”, precisa Choza.

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"La solución de la Cañada pasa por acabar con los negocios de venta de marihuana"

La angustia y el agotamiento anímico es lo que reina entre los vecinos de Cañada Real, pese a que esta sensación se contrarresta con su espíritu de lucha y supervivencia, tal y como ha remarcado en Aleluya el responsable de Cáritas: “Desde hace tiempo el mundo está sumido en una pandemia mundial, y a esto le sumamos los cortes de luz y los efectos de 'Filomena'. Los vecinos nos transmiten dolor, pero no quiero poner el énfasis en ese dolor, sino en su afán de supervivencia y la capacidad de convivencia pacífica de todos ellos. Habría que ve otros barrios de Madrid cuatro meses sin suministro”.

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Pero la paciencia tiene un límite, máxime si se desconoce cuando regresará la luz a las viviendas del asentamiento. Para Pablo Choza, la solución pasa por acabar con los negocios de venta de marihuana, que son responsables de la falta de energía: “Los cortes se producen, o eso dicen las administraciones y empresas que suministran la luz, por la sobrecarga de las plantaciones. Pero luego, necesitamos reformular legalmente este espacio. Estamos en un nudo legal con las manos atadas para poner un tendido eléctrico y contadores legales, que además contempla el Plan Regional de la Cañada, y que no se está cumpliendo”, lamenta Choza.