La orden benedictina y el Valle de los Caídos: una relación que les une desde hace más de medio siglo
Carmen Calvo ha avanzado que la fundación de los benedictinos encargados de la gestión del Valle de los Caídos se extinguirá "de manera automática"
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El Gobierno de España ha avanzado su intención de convertir el Valle de los Caídos en un cementerio civil, protegido por Patrimonio Nacional. De esta manera, la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo, ha comunicado en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, que la fundación de los benedictinos encargados de la gestión del Valle de los Caídos desde hace más de medio siglo, se extinguirá de manera automática
El motivo es que, a juicio de Calvo y el Gobierno de Pedro Sánchez, "ya no tiene ningún sentido en relación al nuevo objetivo del Valle de los Caídos en términos de memoria democrática".
Tal y como hemos comentado, es una congregación de monjes benedictinos los encargados de la gestión de las instalaciones desde el año 1959, pese a que el Valle de los Caídos es de propiedad estatal. Sin embargo, la idea de fundar una abadía benedictina en este espacio, tuvo lugar años después de que comenzara su construcción en 1940.
De hecho, en un primer momento se pensó en que fuera alguna orden de vida activa, como los dominicos o los jesuitas, quienes se hicieran cargo de la gestión del monumento. Sin embargo, con el fin de impulsar aún más el culto litúrgico en la Basílica, se optó en 1955 por una Orden monástica, la Orden benedictina, para lo cual se realizó una solicitud a la Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos).
El abad de Silos, el Padre Isaac Mª Toribios Ramos, atendió a la petición. Se designó al Padre Justo Pérez de Urbel, escritor e historiador y prior entonces del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, dependiente de Silos, para que llevase a cabo las labores de la fundación.
Entre 1956 y 1958, tanto el Padre Isaac Toribios como el Padre Justo Pérez fueron los encargados de plasmar el proyecto al Estado. Así las cosas, el 23 de agosto de 1957 se publicó el decreto-ley para la fundación, previo consentimiento del Capítulo General de la Congregación de Solemnes.
Por su parte, el Papa Pío XII emitió el 27 de mayo de 1958 el breve pontificio Stat Crux, caso único en el siglo XX con respecto a la Orden de San Benito, por el cual, mediante esta intervención oficial de la Santa Sede, se disponía todo lo oportuno para la erección inmediata del monasterio en Abadía dentro de la mencionada Congregación.
En la fiesta del Triunfo de la Santa Cruz, el 17 de julio de 1958, veinte monjes llegados de Silos emprendían el inicio de la vida de la nueva comunidad benedictina en el Valle de los Caídos. El 23 de octubre de ese mismo año.
A lo largo de estos sesenta años, la comunidad ha conocido como abades a Luis María Lojendio e Irure, Emilio Aparicio Olmos, Ernesto Dolado Pablo y Anselmo Álvarez Navarrete, quien renunció a su cargo por edad, a los 82 años. De esta forma, es Santiago Cantera Montenegro el actual prior-administrador.
El número actual de monjes en el Valle es de 23, algunos de los cuales pertenecen al grupo de los fundadores que llegaron en 1958. Su vida está organizada básicamente por un código escrito en el siglo VI, la Regla de San Benito, educadora de generaciones de monjes y uno de los libros que han dejado su huella más profunda en la historia general, y no solo espiritual, de Europa.