Emoción, gratitud e imágenes para la historia: la Iglesia se despide con un 'hasta siempre' de Benedicto XVI
50.000 personas han abarrotado San Pedro para despedir a una de las grandes figuras de la Iglesia. Para la historia queda la oración de Francisco ante el ataúd de Ratzinger
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La imagen proyectada al mundo a las 10.48h de la mañana de este jueves 5 de enero forma ya parte de la historia de la Iglesia: la oración emocionada del Papa Francisco ante el féretro con los restos de quien ha sido su hermano, su confesor, su antecesor en la Cátedra de Pedro durante esta década, Benedicto XVI.
A continuación, los sediarios pontificios desplazaron el ataúd hasta las grutas vaticanas, en el interior de la Basílica de San Pedro, donde se ha procedido de forma privada al rito de sepultura. En este lugar descansa desde hoy Benedicto XVI, en la misma tumba que ocuparon anteriormente Juan Pablo II y Juan XXIII.
Así se ponía fin a una misa funeral con la que la Iglesia Universal daba su último adiós a Joseph Ratiznger, el Papa y teólogo de referencia para el que muchos piden ya su canonización inmediata (algunos de los peregrinos portaban pancartas con el lema 'Santo Subito') y el reconocimiento como 'Doctor de la Iglesia'.
Con este bagaje, no era difícil imaginar que la plaza de San Pedro del Vaticano iba a estar abarrotada desde horas antes de que comenzaran las exequias presididas por el 'Papa reinante'. Unas 50.000 personas entre los laicos, religiosos y religiosas de diferentes congregaciones, autoridades públicas y eclesiásticas procedentes de todo el planeta, muestra inequívoca de la catolicidad de la Iglesia. No han faltado a su vez los representantes de las delegaciones ecuménicas que han participado en la celebración, patriarcas de diferentes partes del mundo para unirse a la celebración y dar muestra de esa comunión con la Iglesia en un momento clave para la historia.
Al alba comenzaron a llegar los fieles en una mañana fría y nublosa en Roma. Nadie quiso perderse ninguno de los símbolos que rodean a las exequias de un Sucesor de Pedro, como el Santo Rosario que ha generado un ambiente de oración y recogimiento imponente.
Otro de los momentos emotivos fue cuando los doce sediarios y el maestro de ceremonias pontificio transportaron los restos de Benedicto XVI en el féretro desde la basílica a la plaza de San Pedro del Vaticano. Fueron el maestro de ceremonias Diego Ravelli y el secretario personal de Ratzinger, Georg Gänswein, quienes pusieron encima del féretro el libro del Evangelio y besaron el ataúd.
Antes de las 09.30h, el Papa Francisco hacía su entrada en el altar principal en silla de ruedas, con el ornamento rojo que corresponde a la misa de exequias de un pontífice, como referencia a la sangre de Cristo y la disponibilidad para el martirio de quienes han sido llamados a ser Sucesor de Pedro.
Francisco destaca la entrega agradecida y orante del buen pastor de Benedicto XV
El Papa Francisco ha reivindicado la entrega de Benedicto XVI “en las manos de su Padre”. En la homilía durante la misa funeral, ha remarcado que, como hizo Jesús, Ratzinger - sin nombrarle directamente- selló “manos de perdón y de compasión, de curación y de misericordia, manos de unción y bendición que lo impulsaron a entregarse también en las manos de sus hermanos”.
Siempre recurriendo a la figura de Cristo, pero aplicable a figuras como el Santo Padre alemán, Francisco ha recordado que siempre “se dejó cincelar por la voluntad de Dios, cargando sobre sus hombros todas las consecuencias y dificultades del Evangelio, hasta ver sus manos llagadas por amor”.
El Pontífice argentino ha remarcado que el programa de vida que inspira el corazón de los pastores con el fin de experimentar los mismos sentimientos de Cristo son la entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo, la entrega orante y la entrega sostenida por la consolación del Espíritu, y que también marcaron la vida de Benedicto XVI.
“La entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo, que nace por haber acogido un don totalmente gratuito: 'Tú me perteneces… tú les perteneces'. Tú estás bajo la protección de mis manos, bajo la protección de mi corazón. Permanece en el hueco de mis manos y dame las tuyas. Es la condescendencia de Dios y su cercanía, capaz de ponerse en las manos frágiles de sus discípulos para alimentar a su pueblo y decir con Él: 'tomen y coman, tomen y beban, esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes”, ha expresado Francisco.
El Papa ha continuado apuntando que la entrega orante se forja y acrisola “silenciosamente entre las encrucijadas y contradicciones que el pastor debe afrontar y la confiada invitación a apacentar el rebaño”. Asimismo, recalca que como el Maestro, “lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción por su pueblo, especialmente allí donde la bondad está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad”.
Sobre la entrega sostenida por la consolación del Espíritu, que lo espera siempre en la misión, Francisco ha puntualizado que se trata de “de la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría el Evangelio en el testimonio fecundo de aquellos que, como María, permanecen de muchas maneras al pie de la cruz, en esa dolorosa pero recia paz que no agrede ni avasalla; y en la terca pero paciente esperanza en que el Señor cumplirá su promesa, como lo había prometido a nuestros padres y a su descendencia por siempre”.
Para finalizar la homilía, ha pedido por que el gozo de Benedicto XVI “sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz – de Cristo-”
Oración ante el féretro de Benedicto XVI y traslado a las grutas vaticanas
Tras la homilía, tuvo lugar el ritual de la 'ultima recomendación y despedida', las últimas oraciones en público antes de que el féretro fuese trasladado al lugar de la sepultura. Francisco fue el encargado de bendecir el incienso y el agua bendita, aunque sus problemas de movilidad le impidieron incensar el ataúd.
Siguiendo los deseos del Papa emérito y adaptando el protocolo a su caso, la ceremonia ha omitido la oración final del cardenal vicario de Roma, así como la oración e incensación de sus restos por parte de las iglesias católicas orientales.
Tras la misa, ya de pie, desposeído del atuendo rojo y totalmente de blanco, el Pontífice argentino recibió el ataúd que los sediarios le acercaron antes de acceder al interior de la Basílica de San Pedro. El obispo de Roma oró con la mano sobre el ataúd donde se encontraban los restos de Benedicto XVI, en una imagen que queda para la historia.
Luego, el féretro accedió a la cripta del templo vaticano entre los aplausos emocionados y lagrimosos de buena parte de los presentes en la plaza de San Pedro. Eran las 10.52h de la mañana de este histórico 5 de enero de 2023.
Ya de forma privada y sin retransmisión de los medios, ha tenido lugar el ritual de la sepultura, que ha consistido en poner una cinta alrededor del ataúd de ciprés sellada con lacre de la Cámara Apostólica, la Casa Pontificia y la Oficina de las ceremonias litúrgicas. Luego, este ataúd se ha introducido en otro más grande de zinc, de 4 milímetros de espesor, que a su vez ha sido introducido en otro de madera de roble, el que será visible desde fuera.