Análisis de José Luis Restán: ¿Por qué son las víctimas la prioridad de la cumbre de protección de menores?
Restán explica que las víctimas "son Iglesia" y "tienen que estar en el centro siempre", por encima de intereses institucionales o cargos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La cumbre sobre la protección de menores de la Iglesia se acerca a su clausura. Durante estos tres días, los presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo y superiores religiosos están compartiendo experiencias e impresiones sobre la gestión de los abusos en el seno de la Iglesia. El Papa Francisco está participando de cada una de las jornadas. La presencia del pontífice y el enfoque de este encuentro histórico están relacionados con lo que es la prioridad de la Iglesia en este caso: las víctimas.
Su cuidado, curación y acompañamiento, así como la mejora de las formas de actuar ante los abusos son la doble dimensión que sostiene esta cumbre y de la que se esperan conclusiones en la clausura de mañana. Este es el último día que van a tener para reflexionar sobre las tres palabras clave de la cumbre: la responsabilidad, la rendición de cuentas y la transparencia. Hoy, van a acompañar todo el trabajo que están realizando con una misa penitencial que va a presidir el Santo Padre.
¿Por qué ha querido el Papa Francisco poner el foco en las víctimas de abusos en lugar de en la reputación de la institución?¿Qué es lo que está en juego para la Iglesia de cara a las víctimas?
"Las víctimas tienen que estar en el centro siempre, ellas son también la Iglesia"
El director editorial de la Cadena COPE y conductor de El Espejo, José Luis Restán, ha explicado con claridad por qué las víctimas son tan importantes para la Iglesia: porque son, en definitiva, Iglesia. Asegura que lo que hay en juego es más que la reputación institucional de la Iglesia. "Las víctimas tienen que estar en el centro siempre, para ser acompañadas, para ser curadas, para ser custodiadas y no se puede poner por delante de eso ningún tipo de interés, supuestamente institucional o de preservar el buen nombre o la buena imagen", señala.
Además, ha insistido en el error de querer centrarse en la buena imagen o reputación, cuando ambas se han visto perjudicadas por los abusos. Como Restán lo expresa: "En muchos lugares ha prevalecido una cierta idea de que había que preservar la imagen de la institución, imagen que, por otro lado, ha quedado absolutamente por los suelos".
La duda que puede generarse, si esto no se comprende, afectaría a toda la Iglesia. Por esa razón, insta a los líderes religiosos a fijarse en las personas porque las personas, y no los cargos, son la Iglesia. "Los pastores de la Iglesia de lo que tienen que preocuparse es de la integridad y del bien de las personas, que son miembros de la Iglesia, es decir, del bien de la propia Iglesia. La Iglesia no son las estructuras institucionales o determinadas personas que ostentan un cargo, la Iglesia es el Pueblo de Dios, es la Carne de Cristo. La Iglesia son las personas y también las que han sufrido abusos".
Por otro lado, asegura que la preocupación por las apariencias en la Iglesia no debe ser tal, cuando la buena reputación de la Iglesia es, existe y está gracias, precisamente, al bien que hacen las personas que forman parte de ella. Aunque, en este caso, el centro esté en el mal de los abusos. "El buen nombre y la buena imagen solo vienen del bien que sucede dentro de la Iglesia, que es un bien inmeso, pero que, por desgracia, han oscurecido los pecados de algunas personas, muchas más de las que nos gustaría", concluye.
El protagonismo absoluto de las víctimas tiene que ver con esta noción, con esta claridad de conciencia presente en la Iglesia. La figura de los papas Francisco y Benedicto XVI es importante por su interés compartido de cara a acabar con los abusos, y con esta cumbre como un paso más.