El cardenal Herranz, en COPE: “Francisco es ese amor al prójimo que va al encuentro de los más necesitados"

En la única entrevista concedida a una radio española, el purpurado profundiza en su servicio al Vaticano durante los últimos seis pontificados

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Redacción Religión

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Es la única entrevista que el cardenal Herranz a una radio española. Y lo ha hecho para COPE, en el programa La Linterna de la Iglesia. Julián Herranz Casado nació en Baena, Córdoba. Es médico psiquiatra, sacerdote desde 1955 y doctor en Derecho Canónico. En 1960 entró a formar parte de la curia romana, en la que durante 63 años ha servido a seis papas: de san Juan XXIII a Francisco.

Herranz participó en el cónclave que se eligió a Benedicto XVI en 2005 y en 2012, fue nombrado presidente de la comisión constituida por Benedicto XVI para investigar la filtración de documentos reservados del Vaticano, el conocido como 'caso Vatileaks', junto con los cardenales Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. El 25 de febrero de 2013, tres días antes de hacerse efectiva su renuncia al papado, Benedicto XVI recibió a los tres cardenales.

Ahora, el purpurado de 93 años ha publicado un libro “que habla de recuerdos vividos”. Dos Papas (ediciones Rialp) plasma sus recuerdos con Benedicto XVI y Francisco: “Me han edificado con sus virtudes y honrado con su amistad personal”. Escrito desde una humildad que impregna esta obra en un gesto de agradecimiento. Como señala el Papa Francisco en el prólogo, el cardenal Herranz es “un hombre de anciana juventud y de corazón eclesial”.

En la historia de la Iglesia no ha habido nunca dos papas simultáneos

“En la historia de la Iglesia no ha habido nunca dos papas simultáneos. En Roma, en el Vaticano, y, además, legítimamente elegidos. Es un fenómeno que no tenía precedentes”, explica Herranz a COPE. “La idea de este texto nace de un personaje y de un polo. El personaje es un amigo que tenemos aquí al frente, junto con otro que se llama Marc, que se empeñaron en hacer presión para que continuara contando recuerdos de mis servicios a papas, porque de cuatro ya había escrito un volumen y querían otro más. El polo fue una imagen de la televisión de un alto político, de un país europeo. Era verano y apareció en la playa con un polo que decía “mi Papa es Benedicto, no Francisco”. Eso era la personificación de la tentación que muchos políticos en España, en Italia, en Alemania, en cualquier sitio que tienden a politizar lo religioso, a tirar de la chaqueta en un sentido o en otro. A la derecha, Benedicto, a la izquierda, Francisco, que es una forma caricaturesca de entender lo que es la Iglesia, de mercantear el Evangelio”.

Por eso se decidió el cardenal a escribir: “Son dos pontificados ricos en ejemplaridad, de vida y de magisterio, de bienes que dar a la humanidad y no está bien que se les etiquete en un partido político. Porque reducir la Iglesia a un partido político es un crimen. Manipular valores que están por encima de la dialéctica de partido político es un contrabando de ideas y una manifestación de pobreza intelectual”, asegura.

La continuidad de los diferentes pontificados

Estas memorias de 21 capítulos van desde el pontificado de Benedicto XVI hasta Francisco, pero recordando a los otros seis pontífices que influyeron en su vida, a quienes también sirvió.

“El Espíritu Santo hace brillar con mayor intensidad una faceta u otra de este magnífico diamante divino que es el Evangelio de Jesucristo. Son, sí, seis papas. Juan XXIII es la audacia del hombre de fe que convoca el Concilio Vaticano II. Pablo VI tiene el don de la sabiduría y la paciencia para ir gobernando el Concilio, tratando de limar asperezas, de poner de acuerdo en un punto y en otro. Invitó al diálogo. Y al final se consigue aprobar por casi todos a la unanimidad los Decretos del Concilio. Juan Pablo I fue un toque de esperanza en un momento en que parecía muy necesaria. Después vino el director de orquesta en la fortaleza de Juan Pablo II. Evangeliza con su presencia casi todos los países del mundo. Benedicto XVI, que es la encarnación de la fe: el padre de la Iglesia que fortalece a los cristianos y les enseña cómo defender la fe frente a la dictadura del relativismo que niega la existencia de verdades y valores absolutos. Y después ha venido Francisco, que es la caridad. Es el amor al prójimo que va al encuentro como Cristo de los más necesitados. Del leproso, del pobre, del abandonado, del enfermo, del que está en la cárcel. Pone en acto esas obras de misericordia, que son justamente aquellas por las que seremos juzgados. Jesucristo no era comunista, ni socialista, ni peronista. Tampoco lo es Francisco”.

Repasando las claves del Concilio Vaticano II, de las cuales la más importante es la igualdad fundamental o bautismal de todos los fieles del Pueblo de Dios, el purpurado afirma que “se están haciendo realidad a través de estructuras que permiten el encuentro. Escucharse, el dialogar, el dar opiniones, el sugerir cosas. Una participación de todos los fieles -clérigos y laicos- en esa misión que es común. Porque la misión de evangelizar al mundo no se la dio el Señor solo a los Apóstoles. Con ellos la dio al Pueblo de Dios. Todos se pusieron cristianamente en camino de difundir con obras y palabras el Evangelio de Cristo en medio de una sociedad pagana. Todos juntos. No sólo los obispos, no sólo los presbíteros, no sólo los diáconos. Todos los bautizados. Eso es sinodalidad, colegialidad y corresponsabilidad. En todo rebaño hay un pastor que conduce. En la Iglesia los Pastores escuchan, disciernen y deciden. No ellos solos, sino caminando, con esa imagen que le gusta tanto a Papa Francisco, que el pastor no es solo el que va delante, sino en medio del rebaño ayudando, animando o detrás para que nadie se quede rezagado”.

Los planes que el Señor “cambia de golpe”

El cardenal Herranz fue nombrado presidente del Pontificio Consejo para los textos Legislativos. Fue miembro de la Comisión Disciplinar de la Curia Romana, además de ocupar otras responsabilidades en varios dicasterios como doctrina de la fe, clero, evangelización, unidad de los cristianos. Una trayectoria que comenzó con unos planes “que el Señor cambió de golpe”. Cuando el joven médico tenía una beca de estudios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para estudiar en Alemania, le propusieron ir a Roma para estudiar Derecho Canónico. “Yo entonces era ya numerario del Opus Dei y aquella propuesta no estaba entre mis planes. Pero yo me he dado cuenta de que en la vida del cristiano lo importante es saber cuál es la voluntad de Dios y hacerla. Para tener mucha paz aquí en la tierra y quizá más misericordia y felicidad en el más allá. Era una invitación que me venía a través del fundador de la Obra. Cambié el billete y en vez de irme a Frankfurt, me vine a Roma. Y aquí estoy desde hace ya casi 70 años. Evidentemente, todo lo demás vino en consecuencia”. Y es que Herranz terminó sirviendo a seis papas en Roma y en el mundo, con variadas misiones pastorales y académicas. “Si uno se abandona a la voluntad de Dios, Dios que es Padre, juega con nosotros y se divierte como los padres se divierten con los niños. Y si el niño se deja llevar, lo pasa en grande. Yo he tenido que trabajar mucho, he sufrido en bastantes cosas, lo he pasado mal en algunos momentos. Pero he sido feliz siempre”.

Vivir más de dos décadas cerca del fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, también influyó en su vida. “Lo conocí en mis años universitarios en Madrid. Me hizo encontrar y amar a Cristo con una profundidad gozosa totalizante. Fue un flechazo. Me enamoré de él. Y tuve que explicar a algunas personas lo que significaba enamorarse así de Cristo y cambiar totalmente la vida. Después los años pasados en Roma, viviendo al lado de San Josemaría Escrivá, exigieron sobre todo tener docilidad como él al Espíritu Santo, dejarte llevar de lo que él enseñaba. Fundamentalmente el sentido de la filiación divina. Es decir, hacer las cosas según lo que nuestro Padre Dios quiere de cada uno de nosotros". En realidad es el deber de todos los cristianos: santificar el trabajo ordinario y la vida familiar y social enmedio del mundo, llevando por delante el Evangelio con los hechos y con las palabras. "Y todo eso -añade el cardenal- vivido con entusiasmo, es decir siendo sembradores de paz y de alegría. Una expresión que San Josemaría repetía mucho. Y que me parece vital para toda la Iglesia. Lo que hace feliz al hombre no es tener poder o muchas cosas, sino estar enamorado. Eso pasa en el terreno sobrenatural y en el terreno humano también, cuando ese amor es verdadero. Pues ese amor a Dios y al prójimo, especialmente el más necesitado, es el que tenemos que llevar al mundo. Esa es la gran revolución que Cristo trajo al mundo. Eso es lo que salvará al mundo”.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

“Yo no sé si alguien se va a acordar de mí, pero si alguien lo hiciera, quisiera que fuese como un enamorado, porque lo soy y quiero morir siéndolo, que es la mejor manera de morir”.

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