Esta es la solución del Papa Francisco a la cultura hostil y la "prepotencia del dinero"

Francisco propone en una carta el "humanismo fraterno" como respuesta a los problemas en las relaciones familiares y de convivencia social  

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Pablo Valentín-Gamazo

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco ha denunciado la existencia de una cultura hostil a los hombres y las mujeres, aliada con la "prepotencia del dinero". Este mensaje del Santo Padre ha llegado por una carta que escribió por el 25 aniversario de la Pontificia Academia de la Vida. Se trata de un organismo vaticano dedicado a la promoción y defensa de la vida, así como la relación de la bioética y el derecho con el Magisterio de la Iglesia católica.  

Esta misiva se ha hecho pública hoy y contiene la respuesta de Francisco a este diagnóstico. Como solución a esta cultura hostil y a esta "prepotencia del dinero", el Sumo Pontífice ha propuesto relanzar un humanismo "fraterno y solidario".

Un panorama pesimista

El Papa ha resaltado en su mensaje que el contexto actual del género humano atraviesa un tiempo difícil . "La pasión por lo humano, por toda la humanidad encuentra en este momento de la historia serias dificultades", escribió. En su descripción Francisco añadió que "las alegrías de las relaciones familiares y de la convivencia social se muestran profundamente desvalidas".

Como parte de esta visión de la actualidad, el Santo Padre ha señalado cuál es el germen de la desconfianza que marca las relaciones entre las personas y los países. "La desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos se alimenta de una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia".

Francisco habla incluso de un "verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana", debido a esta "obsesión por el propio bienestar"

Anti-cultura de la indiferencia y del consumo

Este repaso a los problemas que atraviesa la humanidad hace llegar a una conclusión al Papa Francisco. La conclusión es que la "cultura de la indiferencia", que expresa Francisco, es la que está afectando a las personas y es antónima de "comunidad". "Es una verdadera y propia cultura -es más, sería mejor decir anti-cultura- de indiferencia hacia la comunidad: hostil a los hombres y mujeres, y aliada con la prepotencia del dinero".

El Pontífice ha destacado también una paradoja relacionada con la cantidad de recursos económicos y tecnológicos de los que disfrutamos hoy en día. Esta paradoja es que esta bonanza se convierte en el motivo de la división y el conflicto, en lugar de en una oportunidad para mejorar las cosas.  

Francisco se refiere a un momento histórico "en que los recursos económicos y tecnológicos disponibles nos permitirían cuidar suficientemente de la casa común". Sin embargo "estos recursos económicos y tecnológicos son los que provocan nuestras divisiones más agresivas y nuestras peores pesadillas", subraya.

Para el Santo Padre, parte de la culpa es del sistema y de su efecto en nosotros.  "El sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños, sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común", asegura.

La necesidad de un cambio y un "humanismo fraterno"

El Papa ha llamado a cambiar esta tendencia a todos los católicos, la propia Iglesia incluida.  Ha criticado que en su seno de la Iglesia haya "dificultades para reabrir este horizonte humanístico". Aun así insisite en que "es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos".

Francisco ha recordado que  San Juan Pablo II ya señaló la necesidad "de acogida y defensa de la vida humana, la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte, así como un interés creciente por la calidad de la vida y la ecología".

Otra referencia que ha hecho a su antecesor se refiere al valor de la bioética como puente para el diálogo entre las personas.  Resaltó la importancia de "la difusión de la bioética como uno de los signos de esperanza, es decir, como la reflexión y el diálogo -entre creyentes y no creyentes, así como entre creyentes de diversas religiones- sobre problemas éticos".

Parte del concepto de que “la comunidad humana ha sido el sueño de Dios desde antes de la creación del mundo la Carta del Pontífice al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Y es necesario - señala -  ser  “ser cada vez más conscientes de nuestro común origen en la creación y el amor de Dios”. “La gran familia de la humanidad se reconoce a sí misma en el misterio de la generación – escribe Francisco y de hecho, - prosigue -  “entre las criaturas humanas la iniciación familiar en la fraternidad puede ser considerada como un verdadero tesoro escondido, con vistas a la reorganización comunitaria de las políticas sociales y a los derechos humanos, tan necesarios hoy en día”.

Nuevas tecnologías no oscurezcan la alegría de la fraternidad

Francisco también reflexionó sobre las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica.  Ha escrito que todas ellas quedarán expuestas "al juicio que se pronuncia desde las periferias de la tierra". 

"Otro frente en el que hay que profundizar la reflexión, dice Francisco, es sobre todo  el de las nuevas tecnologías hoy definidas como emergentes y convergentes". Son las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica. “Ante todo, es necesario comprender los cambios profundos que se anuncian en estas nuevas fronteras, con el fin de identificar cómo orientarlas hacia el servicio de la persona humana, respetando y promoviendo su dignidad intrínseca”.

Estos “extraordinarios  recursos puestos a disposición de la criatura humana por la investigación científica y tecnológica corren el riesgo de oscurecer la alegría que procede del compartir fraterno y de la belleza de las iniciativas comunes, que les dan realmente su auténtico significado”. "Debemos reconocer que la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad. La fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo".

La pasión de Dios por la criatura humana

“En nuestro tiempo - continúa el Papa - , la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana”, hecha a su imagen, y es precisamente “la relación entre hombre y mujer el lugar por excelencia en el que toda la creación se convierte en interlocutora de Dios y testigo de su amor”.

La historia de la Academia Pontificia

“El compromiso para comprender, promover y defender la vida de todo ser humano toma su impulso de este amor incondicional de Dios”. Y en este sentido, Francisco habla de la “historia apasionada y fecunda” que ha “animado la actividad de la Pontificia Academia para la Vida desde su fundación hace veinticinco años” que, siguiendo la recomendación del siervo de Dios y gran científico Jérôme Lejeune quien  “consideró oportuno sostener un compromiso más estructurado y orgánico en este frente”. Y fue de esta manera – continúa la carta del Pontífice –“que la Academia pudo desarrollar iniciativas de estudio, formación e información para que quede de manifiesto que la ciencia y la técnica, puestas al servicio de la persona humana y de sus derechos fundamentales, contribuyen al bien integral del hombre y a la realización del proyecto divino de salvación”.

Cisma entre individuo y comunidad humana

Esta “pasión por lo humano” encuentra en este momento de la historia serias dificultades”, prosigue la carta, que pone en evidencia “la desconfianza recíproca entre los individuos y entre los pueblos” alimentada por "una búsqueda desmesurada de los propios intereses y de una competencia exasperada, no exenta de violencia”. “La distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana”. Francisco recuerda entonces que en la Encíclica Laudato si’ resaltó el “estado de emergencia en el que se encuentra nuestra relación con la tierra y los pueblos” y explica que  “es una alarma causada por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro”.

Reaccionar frente a la división y la indiferencia

“El pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Tiene que hacerlo no solo por sí mismo, sino por todos.

“ La rehabilitación de la criatura de Dios en la feliz esperanza de su destino tiene que llegar a ser la pasión dominante de nuestro anuncio ”

Perseguir una nueva perspectiva ética universal

El Pontífice señala que “es urgente que los ancianos crean aún más en sus mejores 'sueños' y que los jóvenes tengan 'visiones' capaces de impulsarles a comprometerse con valentía en la historia”. Y agrega que el objetivo a perseguir a nivel cultural es “una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana”. "No podemos – agrega el Papa – continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo, identificado con toda ideología de voluntad de poder, que se sirve del firme apoyo del mercado y la tecnología, por ello hay que combatirla a favor del humanismo".

Diversidad humana es bien absoluto

La diversidad de la vida humana es un bien absoluto, digno de ser custodiado éticamente y muy valioso para la salvaguardia de toda la creación. El escándalo está en que el humanismo se contradiga a sí mismo, en lugar de inspirarse en el acto del amor de Dios". El Papa exhorta entonces a la Iglesia a “redescubrir la belleza de esta inspiración y empeñarse con renovado entusiasmo”.

La construcción de una fraternidad universal

Francisco advierte que “es hora de relanzar una nueva visión de un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos”. "La conciencia y los afectos de la criatura humana no son de ninguna manera impermeables ni insensibles a la fe y a las obras de esta fraternidad universal", porque “una cosa es resignarse a concebir la vida como una lucha contra antagonismos interminables, y otra cosa muy distinta es reconocer la familia humana como signo de la vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común para la redención de todo el amor que, ya desde ahora, la mantiene viva”.

Incorporar el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta

El futuro de la Academia “es hacer nuestro el lenguaje y la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, incorporando el anuncio del Evangelio en la experiencia concreta”, como el Concilio Vaticano II ya nos indicó con determinación. Y para comprender “el sentido de la vida humana”, hay que hacer referencia a la “dinámica de la generación” para evitar de esta manera “reducir la vida a un concepto puramente biológico o a una idea universal abstraída de las relaciones y de la historia”.

Hoy “el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales”. “La organización de las ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos”, continúa el Papa, evidenciando que “la posibilidad de orientar el desarrollo económico y el progreso científico hacia la alianza del hombre y de la mujer, para el cuidado de la humanidad que nos es común, y hacia la dignidad de la persona humana, se basa ciertamente en un amor por la creación que la fe nos ayuda a profundizar e iluminar”.

“La perspectiva de la bioética global, con su amplia visión y su atención a las repercusiones del medio ambiente en la vida y la salud, constituye una notable oportunidad para profundizar la nueva alianza del Evangelio y de la creación”.

Enfoque global

"No tengan miedo – dice el Papa – de elaborar argumentos y lenguajes que puedan ser utilizados en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar” e insta al mismo tiempo a participar “en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos”.

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