La historia de Tomasito: Murió víctima de un cáncer con once años y está enterrado en el Vaticano
El diario italiano “La Stampa” cuenta su historia, y los motivos por los que está enterrado en las proximidades del Papa Francisco
Roma - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El pequeño Tomás, conocido en Buenos Aires como Tomasito, falleció en el año 2013 en Argentina, a los 11 años, víctima de un cáncer. Desde el año 2015 sus cenizas están enterradas en el único cementerio que se encuentra dentro de las murallas vaticanas, conocido como el Cementerio Teutónico. El diario italiano “La Stampa” cuenta su historia, y los motivos por los que está enterrado allí.
El Papa Francisco le conocía de su etapa de obispo en Buenos Aires. Tomasito era sobrino de la secretaria del vicario general del Arzobispado de Buenos Aires, Monseñor Joaquín Mariano Sucunza. Sabiendo que le quedaba poco tiempo de vida, sus padres le preguntaron si tenía algún deseo y el mismo aseguró que quería estar enterrado cerca de donde vivía el Papa Francisco, en el Vaticano, “en la otra parte del mundo”.
Según relata “La Stampa”, el Papa se quedó conmovido por el testimonio de entereza ante la muerte del pequeño e incluso Tomasito animó a sus padres a que se casaran por la iglesia. Cuando transmitieron al Papa el deseo del pequeño de estar enterrado cerca de donde el vivía, el propio Francisco realizó todos los trámites necesarios para que sus cenizas pudieran ser enterradas en el Cementerio Teutónico, donde reposa desde el año 2015.
Este cementerio es uno de los rincones más serenos y desconocidos del Vaticano, alejado de los recorridos turísticos, pero a la sombra de la basílica y muy cerca de la Casa de Santa Marta, donde vive el Papa Francisco. Es un terreno ajardinado, cercano a la tumba de san Pedro, oculto por altos muros y que, según la tradición, fue adquirido por el emperador Carlomagno a finales del siglo VIII. Ocupa parte del espacio del Circo de Nerón, lugar de martirio de muchos de los primeros cristianos.
Aunque en su recinto se encuentran sobre todo las tumbas de nobles y príncipes alemanes y holandeses, no todos saben que allí también están enterrados dos vagabundos.
Willy Herteleer y Cesar De Vroe reposan para siempre junto a personajes de “sangre azul”
Willy Herteleer era un vagabundo de unos ochenta años que había pasado la última parte de su vida en las cercanías de la plaza de San Pedro. Frecuentaba la iglesia de Santa Ana, destacaba por su profunda religiosidad, y se conocía a todos los soldados de la Guardia Suiza. Un día de diciembre de 2014 dejaron de verle y descubrieron que había fallecido en el cercano Hospital del Espíritu Santo. Su cadáver permanecía en el depósito a la espera de que alguien lo reclamara. Tras contactar con la poca familia que le quedaba, a quienes Willy no había visto desde hacía décadas, consiguieron los permisos necesarios para poder enterrarle dentro del Vaticano.
Años más tarde, en enero de 2018, falleció otro mendigo, Cesar De Vroe, a los 65 años. Se le conocía como el “vagabundo de Dios”. Era hijo de una prostituta belga y pasó la mayor parte de su vida en la calle. Ahora descansa junto a Willy Herteleer, aristócratas de su tierra y también junto a un pequeño niño argentino de 11 años.