El Papa Francisco se despide de Irak tras un viaje histórico: "Permanecerá siempre en mi corazón"
El Santo Padre vuelve a Roma, pero deja muchas imágenes para el recuerdo. Los iraquíes no olvidarán esta visita que les ha infundido esperanza para el futuro.
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El Papa ha vivido su tercer día en Irak y ha dejado muchas imágenes para el recuerdo. Volverá a Roma este lunes, 8 de marzo, y seguro que volverá a pensar en cuanto importante ha sido este viaje.
El día de hoy empezó en Mosul donde el Papa rezó por todas las víctimas de las guerras. Una ciudad símbolo del horror yihadista, desde donde clamó para que, más allá de las creencias religiosas, se pueda vivir en armonía y en paz.
En la plaza de Hosh al Bieaa, donde una vez se alzaban cuatro iglesias cristianas antes de que los terroristas del ISIS arrasaran la ciudad, Francisco comenzó su oración: "Si Dios es el Dios de la vida, y lo es, a nosotros no nos lícito matar a los hermanos en su nombre". Y, entre escombros y muros medio derruidos, el pontífice continuó: "Si Dios es el Dios de la paz, y lo es, a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor, y lo es, a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos".
Ante la brutal destrucción causada durante los años en los que el EI convirtió Mosul en la capital en Irak de su autoproclamado "califato", Francisco concluyó implorando el perdón de Dios por todo lo que ocurrió, mientras le confiaba "las numerosas víctimas del odio del hombre contra el hombre".
Sólo con la paz y con la reconciliación "esta ciudad y este país se podrán reconstruir, y se logrará sanar los corazones destrozados de dolor", dijo. Al respecto, el pontífice, que fue vitoreado varias veces, escuchó algunos testimonios de las atrocidades cometidas en Mosul durante la invasión del EI, que provocó el éxodo de cerca de 500.000 personas, 120.000 de ellas cristianos.
Lamentó "la trágica disminución de los cristianos", en Irak y en todo Oriente Medio, que calificó como "un daño incalculable, no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás".
"Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la Civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes y otros, desalojadas por la fuerza o asesinadas", afirmó.
Siguiente parada del Santo Padre en su último día en Irak ha sido la ciudad de Qaraqosh donde visitó a la comunidad cristiana en la Iglesia de la Inmaculada Concepción y rezó con ellos la oración mariana del Ángelus.
Después de agradecer el saludo de bienvenida del Patriarca Ignace Youssif Younan, así como a la señora Doha Sabah Abdallah y al padre Ammar Yako por compartir sus testimonios de fe en medio de un duro escenario de violencia; el Papa expresó su gratitud con Dios por haberle permitido vivir este encuentro.
"Mirándolos, veo la diversidad cultural y religiosa de la gente de Qaraqosh, y esto muestra parte de la belleza que vuestra región ofrece al futuro. Vuestra presencia aquí recuerda que la belleza no es monocromática, sino que resplandece por la variedad y las diferencias", dijo Francisco recordando también, "con mucha tristeza" los otros signos que se perciben en esta ciudad cristiana iraquí.
“Los signos del poder destructivo de la violencia, del odio y de la guerra. Cuántas cosas han sido destruidas. Y cuánto debe ser reconstruido. Nuestro encuentro demuestra que el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra. La última palabra pertenece a Dios y a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte”
En cuanto a los momentos en los que la fe puede vacilar, "cuando parece que Dios no ve y no actúa", como puede ser en los días más oscuros de guerra, inseguridad o crisis debido a la actual pandemia sanitaria, el Papa exhortó a los presentes a no olvidar que Jesús está a su lado.
"No dejen de soñar. No se rindan, no pierdan la esperanza", afirmó Francisco animando a invocar la intercesión de los santos que desde el cielo velan sobre nosotros: «Invoquémoslos y no nos cansemos de pedir su intercesión, incluidos "los santos de la puerta de al lado”, que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios».
Antes de despedirse, el Papa agradeció de corazón a todas las madres y las mujeres de este país, "mujeres valientes que siguen dando vida, a pesar de los abusos y las heridas" y pidió que las mujeres "sean respetadas y defendidas, que se les brinden cuidados y oportunidades".
La visita finalizó con el rezo del Ángelus: "Recemos juntos a nuestra Madre, invocando su intercesión por vuestras necesidades y vuestros proyectos. Los pongo a todos bajo su protección. Y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí", concluyó Francisco.
Pero al Papa le esperaba el momento más importante, la Santa Misa en el Estadio "Franso Hariri" de Erbil. “La Iglesia en Irak, con la gracia de Dios, hizo y está haciendo mucho por anunciar esta maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados” dijo el Santo Padre durante la Homilía.
El Papa Francisco dijo que "también en medio de una gran pobreza y dificultad, muchos de ustedes han ofrecido generosamente una ayuda concreta y solidaridad a los pobres y a los que sufren".
“Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, a agradecerles y confirmarlos en la fe y en el testimonio. Hoy, puedo ver y sentir que la Iglesia de Irak está viva, que Cristo vive y actúa en este pueblo suyo, santo y fiel”. "Los encomiendo a ustedes, a sus familias y a sus comunidades, a la materna protección de la Virgen María, que fue asociada a la pasión y a la muerte de su Hijo y participó en la alegría de su resurrección. Que Ella interceda por nosotros y nos lleve a Él, fuerza y sabiduría de Dios”.
"Salam, salam, salam. Shukrán! [Gracias] Que Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a Irak. Allah ma’akum! [Que Dios esté con ustedes]". Estas fueron las últimas palabras del Papa en Irak y tuvo una petición muy clara: "Trabajen juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie".
"Se acerca el momento de regresar a Roma. Pero Irak permanecerá siempre conmigo, en mi corazón", clamó Bergoglio. "Les aseguro mi oración por este amado país. Rezo, de manera especial, para que los miembros de las distintas comunidades religiosas, junto con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, cooperen para estrechar lazos de fraternidad y solidaridad al servicio del bien común y de la paz"